Mamá Margarita y la ética de los cuidados

21 julio 2025

A partir de 1980 empezó a hablarse de la llamada “ética del cuidado”, gracias a un libro de la psicóloga y filósofa estadounidense Carol Gilligan. Según ella, las mujeres privilegian los vínculos con los demás, las responsabilidades en el cuidado por encima del cumplimiento abstracto de deberes y del ejercicio de derechos, que sería la característica principal del enfoque masculino de las normas morales y éticas (“Ética de las justicia”).

Un ejemplo clásico es el llamado “Dilema de Heinz”, concebido por el psicólogo educativo Lawrence Kohlberg: ¿Se puede robar una medicina para salvar la vida a una persona?:

“La esposa de Heinz estaba a punto de morir y su única esperanza era una medicina descubierta por un farmacéutico, que la estaba vendiendo a un precio exorbitante. Fabricar la medicina costaba 200 dólares, y el farmacéutico la estaba vendiendo por 2000. Heinz sólo pudo reunir 1000. Le ofreció esta cantidad al farmacéutico y, cuando éste rechazó su oferta, Heinz dijo que pagaría después el resto. Aun así el farmacéutico se negó. En su desesperación, Heinz consideró robar la medicina. ¿Sería incorrecto hacerlo?”

Se presentó el dilema a niños y niñas de 11 años. Los chicos aplicaban principios generales de justicia y concluían que nunca se puede robar (unos) y que sería justo robarlo porque el valor de la vida de una persona es mayor de 1000 dólares (otros). Las niñas se basaban en razones más afectivas y se preocupaban por la situación de cada persona. Una dijo: “Es mejor que dialoguen y lo arreglen, porque si lo roba puede ir a la cárcel y nadie cuidaría después a su mujer”. Según Virginia Held, “la atención, la empatía, el sentir con otros, el ser sensible a los sentimientos de otros pueden ser mejores guías a lo que la moral exige en contextos reales de lo que pueden ser las reglas abstractas de la razón o el cálculo racional, o por lo menos pueden ser componentes necesarios de una moral adecuada”.

Don Bosco no había oído hablar de “ética del cuidado” (faltaba un siglo para que se inventara esa expresión), pero supo CUIDAR a sus jóvenes y a los primeros salesianos. En mi opinión, en esto aprendió mucho de su madre. Probablemente Mamá Margarita, además de CUIDAR y sacar adelante sola a sus hijos, y más tarde a los del Oratorio en Turín, aplicó esa mentalidad mediadora “de cuidados” en el conflicto entre su hijo Juan y su hermanastro Antonio, buscando no perjudicar a ninguno de los dos.

El papa Francisco intuía lo mismo en su discurso a los Salesianos del Capítulo General de 2020: “¿Qué sería de Valdocco sin la presencia de Mamá Margarita? ¿Hubiesen sido posibles vuestras casas sin esta mujer de fe?  […]. Sin una presencia real, efectiva y afectiva de la mujer vuestras obras carecerían del coraje y la valentía capaz de concebir la presencia como hospitalidad, como hogar”.

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