Hace unas semanas recibimos la noticia del fallecimiento de la icónica Concha Velasco. Mientras los medios de comunicación se hacían eco de esta pérdida, resonaba en el ambiente la archiconocida “Chica Yeye”, pero otra de las canciones que sonaron también fue la canción de “Mamá, quiero ser artista”. Curiosamente una bonita respuesta a la pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor? No obstante, si le preguntamos a los niños de hoy qué quieren ser cuando crezcan, es probable que muchos respondan: influencers. Pero no están esperando a ser adultos para cumplir ese sueño, lo desean ya.
De mayor
La tendencia de los jóvenes influencers en las redes sociales ha evolucionado, extendiéndose ahora a niños que se graban a sí mismos o son grabados por adultos. Este fenómeno está ganando cada vez más seguidores, y muchos están sumidos en esta nueva ola de expresión digital. Sin embargo, no se trata simplemente de ver videos. Las generaciones Alfa y Zeta son particularmente vulnerables a la influencia de lo que encuentran en internet. Este impacto se refleja en moda, consumo, hábitos alimentarios, productos cosméticos y más. Algunos cambios son positivos, pero otros se basan en creencias no respaldadas científicamente o que se originan en noticias falsas.
La influencia de estas personas no solo está vinculada al tiempo que pasan en internet, ya que estas generaciones tienen el mayor consumo diario, sino también a su falta de madurez, lo que las hace más propensas a dar mayor credibilidad a los mensajes que consumen. Según las estadísticas, el 74% de los jóvenes de 16 a 24 años sigue activamente a creadores de contenido o influencers en redes sociales.
Ante esta realidad, es esencial no entrar en pánico, sino más bien aceptar que estos contenidos existen y son consumidos por adolescentes y jóvenes. Siempre es positivo tener conversaciones abiertas con ellos para comprender qué están viendo, por qué lo consumen y qué aspectos les atraen de estos perfiles. Esto nos proporcionará claves para comprender su mundo y nos permitirá trabajar en valores como la autoconfianza, autoestima, empatía y asertividad, elementos que suelen desaparecer o diluirse al consumir contenido de influencers. Al hacerlo, fomentamos un uso más responsable de la tecnología y, posiblemente, la creación y consumo de contenidos más positivos.
Si se me permite ofrecer algunos consejos, la solución no radica en demonizar las pantallas, sino en enseñar a los jóvenes a navegar de manera segura, responsable y saludable. Normalizar el uso de la tecnología en casa o en familia, discutir sus aspectos positivos y negativos, y ser buenos modelos a seguir, tanto con tecnología como sin ella, es esencial. Si no se fomenta el sentido crítico es cuando pueden surgir dificultades para discernir si una imagen está manipulada y si realmente refleja la realidad. La educación y comunicación abierta son herramientas clave para guiar a las nuevas generaciones en el uso consciente de la tecnología y redes sociales. No debemos dar nada por sentado, muchas veces los jóvenes están tan perdidos en el entorno digital como nosotros mismos.
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