Mientras queden amaneceres

El Rincón de Mamá Margarita

29 octubre 2025

Mayca Crespo

Mayca Crespo

Nunca me ha gustado la oscuridad. De pequeña no soportaba tener la luz apagada; necesitaba el resplandor de una lamparita para poder dormir tranquila. Aún hoy, ver atardecer me provoca un leve desasosiego que no sabría explicar del todo. Hay alguna cosa en el momento en que el sol se esconde que me hace sentir que algo termina, una especie de despedida.

Pero ver amanecer… eso es distinto. Recuerdo aquellas largas noches de verano de mi infancia, cuando el calor no me dejaba dormir y me despertaba justo antes de que despuntara el día. Me asomaba a la ventana, que mis padres, con sabia previsión, protegían con una mosquitera, y me quedaba ahí, en silencio, esperando. Poco a poco el cielo iba cambiando de color, el aire se volvía más fresco y empezaban a escucharse los primeros sonidos del día: los ladridos lejanos de los perros callejeros, el rumor de un coche perdido en la carretera. Todo parecía decirme: “ya está, el día empieza otra vez”.

Ese momento lo guardo en el cajón de los recuerdos agradables, los que no se oxidan con el tiempo.

Sigo buscando amaneceres. No sé si es una costumbre o una necesidad. Los fines de semana, sin despertador ni prisas, mi cuerpo parece tener grabado ese reloj interno que me llama justo al alba. Me levanto, me visto rápido y salgo a caminar. Me gusta observar cómo el cielo va cambiando de tono, y cómo los primeros rayos de luz van arañando la oscuridad hasta hacerla desaparecer. En esos minutos todo se calma. Yo también. Respiro, reinicio y vuelvo a casa.

Hay algo en cada amanecer que me recuerda que todo puede empezar de nuevo.Que siempre hay tiempo para volver a intentarlo, para aflojar los nudos del alma, para dejar atrás lo que ya no sirve. Y también, para pedir perdón, incluso a nosotros mismos.

Siento que hay Alguien que nos ofrece otra oportunidad. Que con una ternura infinita, ha transformado aquel “ya está, el día empieza otra vez” de mi infancia por “aquí tienes otro día, inténtalo de nuevo”.

Cada amanecer me recuerda que siempre hay una fuerza más grande que nosotros que no se rinde, que nos sostiene incluso cuando no entendemos nada. Que la luz siempre vuelve, aunque la noche haya sido larga.

Porque eso es lo bonito de los comienzos, no necesitan grandes gestos, solo un poco de luz y la voluntad de dar un paso más. No hay ley humana ni divina que nos impida volver a intentarlo todas las veces que sea necesario. Podemos equivocarnos, tropezar, incluso rendirnos un rato… pero mientras queden amaneceres, siempre habrá una oportunidad para volver a empezar.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

También te puede interesar…

Cartas cruzadas

Cartas cruzadas

Hay conversaciones que nunca ocurren en voz alta, pero laten en el aire como si buscaran un cauce. Entre madres y...

Toda una polémica

Toda una polémica

En este momento hay un tema que  en nuestro trabajo de la Inspectoría nos tiene preocupados y entretenidos. Seguro que...