Narradores de vida

Aprendiendo a Vivir

9 enero 2025

Begoña Rodríguez

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Hay muchos docentes dispuestos a caminar al lado de sus alumnos. Quieren lograr, a través de la escucha activa, que saquen lo que les angustia, lo miren de frente y sepan gestionarlo.

“Si yo supiera decirle esa palabra que le sacara de su angustia, si se mirara como yo le miro, si viera cuánto potencial tiene…”. Son palabras de J.M., un profesor que ha iniciado la tarea de formarse para acompañar a sus alumnos. Cada día ve crecer en las aulas problemas de ansiedad, baja autoestima, desinterés o desmotivación por tareas sencillas, sufrimiento por problemas en casa o no sentirse aceptado por el grupo de compañeros. “Nosotros no somos psicólogos ni terapeutas, pero no podemos mirar hacia otro lado ante esta nueva realidad de soledad o falta de sentido que están viviendo nuestros jóvenes”.

Como J.M. son muchos los profesores que en nuestros colegios buscan herramientas y formación para hacer frente a las necesidades inmediatas y profundas de sus alumnos. Comprenden que para poder acceder al conocimiento y al aprendizaje que se ofrece en las aulas deben estar bien emocionalmente, sin bienestar emocional es mucho más difícil disfrutar del entorno escolar y de todas las oportunidades que les ofrece en su educación integral.

Escucha activa

A veces es tan sencillo como escucharlos activamente, descentrando la atención de nosotros mismos, y abrir ese espacio de confianza donde pongan palabras a lo que sienten. Si les ayudamos a poner palabras, a narrar su propia historia, ya estamos contribuyendo a que saquen lo que les angustia, lo miren de frente –a nuestro lado– y lo gestionen. Si observamos a los jóvenes podremos ver que suelen contar su historia hablándose de forma negativa, con muy poco amor hacia ellos mismos o quedándose solo con lo que otros opinan sin confrontarlo con sus capacidades y dones. Es esta una narración deformada que hay que enseñar a reconstruir desde la palabra que sana y da esperanza.

El lenguaje es una herramienta poderosa para que nuestros jóvenes se expliquen a sí mismos y encuentren su propósito de vida. Es imprescindible para que respondan a la pregunta: ¿Quién soy? O mejor expresado: ¿Quién estoy siendo? Porque el ser humano es tarea inacabada y siempre hay oportunidad de crecimiento.

Por fortuna, ya hay muchos docentes dispuestos a caminar al lado de sus alumnos, a trabajar también esa parte emocional que los conecte con ellos mismos y los ayude a transformar su narración –todavía inmadura o sesgada– por una narración coherente, auténtica, donde pueden ser ellos mismos y tomar las riendas de su propia vida.

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