No es lo mismo

Aprendiendo a Vivir

31 diciembre 2025

@jotallorente

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Como educadores, tenemos que tener los ojos y oídos muy abiertos para saber qué sucede en cada momento de la historia, porque el ayer y el hoy de este mundo que cambia tan rápido son diferentes.

He dado comienzo, un año más, a la época de talleres y cursos para educadores, padres y madres. Con cada nuevo encuentro, percibo que mi audiencia es cada vez más joven; si bien eso me hace sentir más “viejo”, no me quita la ilusión por seguir profundizando en este mundo digital y sus consecuencias para la infancia y juventud.

El público con el que me encuentro últimamente ya ha vivido su adolescencia o juventud con la tecnología como compañera. Tenemos en nuestros espacios educativos a profesionales que han crecido con lo digital, al igual que los padres, y me encuentro con expresiones como “es lo mismo”, “no pasa nada” o “yo también vivía así” cuando abordamos ciertos temas.

Y la verdad es que no, no es lo mismo.

Distintas generaciones

El tiempo que se pasa ante una pantalla hoy es muy diferente al que pasábamos los de mi generación hace unos años. La forma en que consumimos contenidos ha cambiado radicalmente: ya no es lo mismo ver una publicación en un televisor o un ordenador de sobremesa que hacerlo en un smartphone. El formato es distinto -vertical en lugar de horizontal-, pero, sobre todo, el scroll infinito no posibilita el descanso, y las narrativas de hoy, basadas en la inmediatez, difieren de las de ayer. No es lo mismo porque el cerebro segrega dopamina que genera el enganche. Y, en definitiva, no es lo mismo porque ahora todo se puede ver en cualquier lugar, y se hace, a menudo, para llenar el tiempo de aburrimiento.

A veces me argumentan que antes se jugaba a videojuegos durante horas. Es cierto, yo soy de la generación de la GameBoy, pero los juegos de ayer y los de hoy no son iguales. Antes había historia, pausa, un tiempo de espera entre una pantalla y otra. Los juegos actuales son mucho más rápidos y adictivos. Funcionan con la recompensa por conexión y el mecanismo de “lotes” o “cofres”, que funciona con el mismo enganche de las máquinas tragaperras. Ya no se trata de un juego para una consola con una línea narrativa, sino de fenómenos como Fortnite, donde la partida es muy corta y se incita a seguir jugando una y otra vez.

Y lo mismo sobre el uso de la pornografía. En varias charlas ya me han justificado su consumo diciendo que “siempre ha estado ahí”. De nuevo, debo decir que el porno de ayer y el de hoy son diferentes. En primer lugar, porque el porno de ayer se enmarcaba en una cierta teatralización y guionización que el contenido actual no tiene. La mayoría de los vídeos que ven los jóvenes se ruedan como si fueran personas normales que se graban voluntariamente, y lo más inquietante es que a menudo están llenos de violencia. No es lo mismo porque el acceso se produce a una edad cada vez más temprana, se consumen muchas más horas y se habla con naturalidad del tema.

Así que no, no es lo mismo. Esto implica que, como educadores, tenemos que tener los ojos y oídos muy abiertos para saber qué sucede en cada momento de la historia, porque el ayer y el hoy de este mundo que cambia tan rápido son diferentes. Nuestro reto es acompañar a los jóvenes hacia una nueva y coherente ciudadanía digital.

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