Todos tenemos en nuestra memoria una serie de frases que nuestros padres nos repitieron machaconamente mientras permanecimos en casa e incluso después. Algunas de ellas, para bien o para mal, nos han marcado y mejorado e iluminado nuestra vida en un momento determinado.
Una de las frases que mi madre me decía y que me han servido mucho en momentos complicados y difíciles de mi vida era: “hijo, no te des mal rato” Y es que a las complicaciones y problemas que la vida nos presenta las personas solemos añadirle un plus personal de angustia y miedo… Cuántas veces ante un problema o situación complicada no hemos dormido pensando y dándole vueltas a las soluciones y consecuencias y luego resulta que, muchas veces, las consecuencias que nos había atormentado no se producen.
Por poner un ejemplo con el dichoso Coronavirus. Cuánta gente puede estar viviendo con angustia y miedo esta situación sin que haya por el momento ninguna señal de su presencia. No sé si con tantos medios de comunicación y tantas redes sociales no nos estamos complicando la vida viviendo con agobio esta situación. ¿Es malo estar informado? Claro que no, lo problemático es de dónde obtenemos la información, cómo la manejamos y cómo la vivimos. Le preguntaban al entrenador del Liverpool por este tema y él con una gran sensatez contestaba que él era entrenador de futbol y que no tenía ninguna autoridad ni conocimiento específico y que era la gente con conocimiento la que debería decir a la gente qué hacer, no los entrenadores de fútbol.
Quizá, el problema es que, hoy día, todos creemos saber de todo y así se nos luce el pelo. Por tanto, lo importante es tener buena información de sitios y de personas adecuadas, y gestionar esa información de forma realista. No adelantemos acontecimientos que lo único que hacen es no dejarnos vivir tranquilamente, agobiarnos y angustiarnos. Tengo un dolor corporal y enseguida pienso, “seguro que es cáncer” y ya me amargo la vida, cuando lo realista y eficaz es ir al médico y someterme a los análisis que los entendidos me hagan. “Lo que sea sonará”, dice el refrán y entonces nos pondremos en marcha para resolver lo que se nos presenta.
Hay un dicho oriental que dice: “Si el problema tiene solución, ¿por qué te preocupas? Y, si no tiene solución, ¿Por qué te preocupas?”. A veces nuestra cabeza es nuestro peor enemigo. Ocuparse no es preocuparse.
De todas maneras, los cristianos siempre tenemos a mano la Palabra de Jesús que nos dice “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré”. Acudamos a Él en nuestras angustias y problemas.
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