Como cada año, al llegar estos meses en los que se aproximan las vacaciones, se suelen repetir algunos temas en nuestras conversaciones y en los medios de comunicación. Desde si vamos a tener unos días de viajes o visitas a la familia, de las precauciones a tomar por la ola de calor o no exponerse demasiado al sol, incluso de la gastronomía típica de estas fechas.
En los ambientes salesianos, en estos días previos al verano se habla de vacaciones pero en otro sentido. Ahora se están cerrando las listas de los miles de jóvenes que participarán en las actividades que, durante los meses de verano, se organizan en los centros de salesianos y salesianas. Hay una gran variedad de iniciativas que se programan especialmente desde los centros juveniles, pero también en plataformas sociales, parroquias y colegios, para ofrecer a los jóvenes formas educativas de ocupar el tiempo libre. Se multiplican en las próximas semanas los campamentos y colonias en medio de la naturaleza; los campamentos del itinerario de educación en la fe; los campamentos urbanos o el Camino de Santiago, y el Campobosco que reunirá a más de 600 jóvenes en Turín. Junto a estas actividades pensadas para los jóvenes, también se organizan jornadas de formación para salesianos y educadores y un buen grupo de jóvenes se forman en semanas para prepararse como animadores de otros jóvenes.
Me llama la atención, todos los años, la variedad de iniciativas que se realizan en nuestras casas en estos días pero, sobre todo, la cantidad de salesianos y salesianas, educadores y animadores que regalan su tiempo de descanso para estar con los jóvenes. Y sorprende, también, el gran número de jóvenes animadores que, entre exámenes de la universidad, días de vacaciones en sus trabajos y equilibrios para estar días con la familia, dedican semanas a organizar, animar, dirigir todas esas actividades. Jóvenes que entienden su vida como servicio a otros y que viven esos momentos dentro de su propio camino de fe. Y un número significativo, además, aprovechan el verano para realizar experiencias de voluntariado misionero en obras salesianas en entornos más desfavorecidos de América o África. Todos ellos son un buen motivo para sentirnos orgullosos de la experiencia de servicio que se genera alrededor de nuestras obras.
Realidades como estas suelen pasar desapercibidas. Se hablará más de que no hay que hacer deporte en las horas de más calor, ¡todos los años con esta cantinela!, que de los miles de jóvenes que dedican su tiempo de verano a trabajar por otros, a seguir ocupando su tiempo libre de una forma sana y educativa alrededor de la propuesta cristiana. Y a los nuestros, añadid los miles de otras parroquias, congregaciones religiosas, grupos de Iglesia, etc. Una preciosa realidad de la que no se hace noticia pero que, como pequeñas semillas, como la levadura en la masa, va transformando la vida de las personas.
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