En muchas ocasiones, nos cuesta pararnos a reflexionar acerca de lo que vamos viviendo y de las situaciones que van surgiendo en nuestro día a día, ya que llevamos un ritmo frenético y siempre hay muchas cosas que hacer.
Para los que vivimos lejos de nuestra familia y nuestra tierra, de vez en cuando necesitamos volver para reconectar, estar con los nuestros y respirar aire puro que nos revitaliza y nos llena de energía para continuar con nuestra rutina.
Hace unos días volví a mi tierra, a mi ciudad y a mi pueblo, a estar con mi familia. Volver es sinónimo de desconexión, de tranquilidad y de reconectar con mi yo interior, recordar quién soy y darme cuenta de cómo voy cambiando personal y profesionalmente. Además, me acompañaron dos amigas en ese viaje a mis orígenes, con quienes pude compartir quién soy y de dónde vengo, que les permitió conocer un poco más de mí.
Para mí, hay algo más que es muy especial para mí a parte de mi tierra asturiana, un lugar que me recarga las energías de una manera especial, Turín. En el mes de enero tuve la oportunidad de participar en las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana en Valdocco, la casa madre de los Salesianos. Ya había estado allí hace unos años, pero en esta ocasión, fueron cuatro días compartiendo vida con otras 350 personas de 45 países de todo el mundo que viven y comparten el mismo carisma salesiano que yo.
Volver a Valdocco es reconectar con Don Bosco, buscar esas razones que me han llevado a ser maestra, a vivir por y parar los jóvenes, reafirmar mi vocación como Salesiana Cooperadora y mi carisma salesiano que forma parte de mí desde que nací, con el que me he criado y educado. Me anima a seguir soñando, ya que el sueño de Don Bosco debe seguirse cumpliendo en todas las partes del mundo.
(En la imagen destacada Covadonga está de cuclillas a la derecha de la fotografía, rodeada por su padre y su madre. En la pequeña imagen, junto con sus amigas hacen como que sujetan un hórreo, típica edificación de su tierra, Asturias)
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