En la imagen: la celebración del 10 Aniversario Piso Magone de FISAT
Recientemente el Congreso de Ministros aprobó la reforma del Reglamento de Extranjería. Las organizaciones defensoras de los derechos de la infancia y juventud migrante, como Plataformas Sociales Salesianas, han aplaudido este paso tan reclamado desde hace años para poder eliminar barreras injustificables que hacían inviable la integración social de cientos de niños, niñas y jóvenes migrantes no acompañados y los abocaba a una situación de irregularidad administrativa.
Parece que por fin hay alguien al otro lado, que ha escuchado, ha entendido, ha empatizado con esta parte de la juventud y también con cientos de educadoras y educadores que acompañan en su día a día a estos jóvenes y se enfrentan a la frustración y a la impotencia al chocar contra un sistema ciego e insensible, además de injusto y muy cuestionado por sus incoherencias.
La reforma acaba con circunstancias inexplicables como que un joven que ha estado bajo la tutela de la administración, en un recurso de acogida, quede en una situación totalmente irregular al cumplir la mayoría de edad (sin permiso de residencia, sin posibilidad de trabajar legalmente y sin ningún medio de vida reconocido aunque sea beneficiario de alguna de las escasas plazas de emancipación para extutelados).
En septiembre, el piso de emancipación Magone de la Fundación Ángel Tomás- FISAT cumplía 10 años y para celebrarlo hubo un reencuentro con algunos de sus ex destinatarios. Sus vidas estaban bien encaminadas. Con empleo, estudiando, con ilusiones…todo conseguido con mucho esfuerzo. Pero lo que más valoraban de su relato -compartido en aquella celebración- no eran sus logros, sino las oportunidades que se les habían brindado en este tiempo desde su llegada a España. El cariño recibido, la acogida, la confianza, la amabilidad, el sentirse en familia. “Lo más importante para nosotros es la familia, no el dinero o el trabajo”, contaba Keita.
Si el sistema no cree en esta juventud no avanzaremos como sociedad. Su futuro no debe depender de que algunas personas les tiendan la mano, sino de formar parte de una sociedad capaz de abrazar la diversidad, de creer en la inclusión; capaz de celebrar sus éxitos y de sentirse responsable de sus fracasos. Una sociedad capaz de entender que la juventud es el presente y el futuro venga de donde venga.
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