En la Carta Apostólica del Papa Francisco “Admirabile Signum” encontramos esta explicación sobre los Reyes Magos:
Cuando se acerca la fiesta de la Epifanía, se colocan en el Nacimiento las tres figuras de los Reyes Magos. Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura.
Contemplando esta escena en el belén, estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor.
Los Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Una gran alegría los invade ante el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes.
Entiendo que ellos nos enseñan a encontrarnos con Jesús, nos proponen una forma de conocerlo y luego de darlo a conocer.
A este significado tan profundo, en muchos rincones de España y Latinoamérica le hemos añadido la fiesta de regalar. Regalar como los Magos regalaron al Niño: Oro por ser rey, Incienso por ser Dios y Mirra por ser hombre. ¿A quién hacemos regalos en esta fiesta? ¿cómo y por qué nos regalamos?
Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor (Papa Francisco).
Regalar juguetes que llenan de alegría a los más peques de la casa, a nuestros niños y niñas. Regalar obsequios prácticos, necesarios, beneficiosos a quienes queremos. Regalar nuestro tiempo, nuestros abrazos y miradas en un encuentro único. Sabiendo que el mejor regalo no viene envuelto con lazos y colores, el mejor regalo lo recibimos nosotros con ese ambiente que se instala en las familias, entre los amigos y que no se ve: la alegría y el amor. La misma alegría y el mismo amor que recibieron los Magos en el portal de Belén.
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