Salud mental y adolescentes

12 junio 2025

Desde hace algún tiempo se habla con preocupación de la salud mental de nuestros adolescentes. Al parecer, cada día hay más problemas entre nuestros chicos y chicas para que tengan un equilibrio mental saludable.

Es sabido que en la adolescencia se van afianzando nuestras opciones y nuestra manera de ser y, según dicen los expertos, en la actualidad van apareciendo cada vez más disfunciones preocupantes que presagian un futuro mental oscuro entre nuestros chavales. Es cierto que muchos de los adolescentes de nuestros días han nacido con una herencia biológica de mala salud mental marcada por la droga o por otras adicciones de sus progenitores, pero el tema va más allá de la transmisión genética.

Lejos de mí el querer dar una respuesta exhaustiva sobre las causas que llevan a esta situación, pero sí que me atrevo a intuir unas líneas que habría que tomar en consideración ante este problema. Sin ninguna pretensión, ahí van unas intuiciones.

La crisis de la familia en nuestro país es más que evidente, hay más rupturas familiares que matrimonios o uniones, la cual cosa repercute grandemente en los pequeños de las familias que se rompen.

La agresividad en el ambiente es notoria. Hay una virulencia en las expresiones que manifiestan animadversión, cuando no odio, en muchos contextos sociales.

La pandemia y sus efectos de aislamiento. Parecía superada, pero los efectos de aislamiento que provocaron los meses de pandemia son, según los expertos, determinantes en las relaciones sociales de muchos adolescentes, demasiado acostumbrados al aislamiento.

El auge incontrolable de las redes sociales con contenidos absolutamente imparables. El ciberacoso, el sexting, la suplantación de identidad, la manipulación de fotografías, el bullying… constituyen una amenaza peligrosa a la intimidad y la dignidad de muchos adolescentes que se ven acosados.

La corrupción política y la agresividad parlamentaria. Es algo habitual que nuestros representantes políticos se insulten, se degraden y manifiesten públicamente que no están dispuestos a unirse para solucionar los problemas comunes. La tentación de la dictadura o el populismo aparece engañosamente en la vida de nuestros chavales.

El cambio vertiginoso en las leyes educativas. Resulta vergonzoso que en nuestros años de democracia haya habido nueve leyes de Educación. Las diversas administraciones se han manifestado absolutamente incapaces de llegar a un pacto educativo. No hay educador que se precie que sea capaz de asimilar todas esas leyes y hacerlas eficaces en su campo educativo. Es imposible… absolutamente imposible.

El proteccionismo familiar lleva a que no haya tolerancia a la frustración y muchos adolescentes no sepan cómo reaccionar ante lo que no les sale bien. Cada vez se da más en las familias una cultura de la defensa radical de lo que hagan los menores, dándoles amparo y cobijo siempre, sea lo que sea que hayan hecho. Hay una cultura de la apariencia, que lleva a que los progenitores busquen excusas públicas para justificar lo que hayan podido hacer equivocadamente sus hijos. La escuela, en estos ambientes, lejos de convertirse en aliada de la educación, se convierte en su antagonista.

El menosprecio del sentido de la Trascendencia. La pretendida modernidad ha llevado a orillar la Religión, la Ética, la Filosofía, el sentido de Dios y demás ámbitos de la vida, desprotegiendo de valores morales a los chavales, que crecen en un ambiente marcado por el capitalismo y el culto al dinero y al bienestar. En un mundo cada vez más mestizo e interracial, los valores religiosos son tachados de reaccionarios y poco progresistas. La clase de Religión (como la de Ciudadanía o la de Ética) ha sido desde hace años convertidas en arma arrojadiza que no tiene la dignidad que merecen. La laicidad, que es buena, se ha tornado en laicismo, que es vacío.

La falta de referente éticos. No se acaba de saber qué está bien y qué está mal. Faltan personas que sean testigos de bondad, de justicia y de comportamiento ético. Se han puesto de moda los ricos, los que tienen un éxito aparente, los que triunfan. El esfuerzo, la constancia, el sacrifico, parece que están trasnochados. Da la sensación de que lo importante no es que una cosa este bien o mal hecha sino de que no se descubra si está mal. Lo que importa no es la bondad de los actos sino su difusión.

Por otra parte, nos encontramos con chavales súper ocupados. Con muchas actividades que hacer en su tiempo libre. Hay que aprender idiomas, baile, deporte, … no hay tiempo para los grupos de fe o los grupos de referencia entre iguales con los que confrontar la vida. No hay tiempo para estar en familia… no hay tiempo para hablar o escuchar.

Esta salud mental de nuestros adolescentes está herida por lo propio de una sociedad capitalista que se ha puesto de rodillas frente al dinero y el bienestar y ha desechado los valores y el sentido… son chavales hijos de una sociedad que enloqueció hace tiempo y se perdió la cordura y el sentido común. Estos chavales nuestros necesitan amor, sentirse queridos, acompañados, guiados desde el afecto; necesitan referentes éticos, adultos en quienes confiar.

Son los hijos de nuestro tiempo… son nuestros hijos.

2 Comentarios

  1. Miguel

    Bravo por la reflexión. El problema de nuestra civilización occidental, es que ha cultivado la egolatría como modo de vida, eso que el Papa Francisco llamaba «Autoreferencialidad». Pero uno mismo NO es el fundamento de todo. Existen otros seres que limitan nuestra libertad y caprichos. Cuando se fomenta el endiosamiento propio, sin ninguna norma ni limitación, se está consolidando una colección de patologías, porque en todas las culturas se enseña desde muy temprano al niño que la vida no es un sueño; que la realidad no es lo que uno desea; que los demás nos son nuestros vasallos; que no somos infalibles. Esas verdades son las que están minando la formación de personalidades fuertes. Y son el germen de toda la panoplia de trastornos que vendrán después: ansiedad ante cualquier reto; inseguridad que se traduce en anorexias, estrés a la hora de enfrentar cualquier dificultad; depresión, al descubrir que la infancia termina y que la vida adulta viene con muchas facturas por pagar al principio de realidad. Lo trágico es que muchos padres se niegan a aceptar verdades de sentido común que todo el mundo conocía sin haberlo explicado.

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  2. JOSE ENEBRAL

    Yo también diría (modestamente, pero por opinar) que la adolescencia ya es en sí misma un estado mental peculiar, sin perjuicio de que cada individuo despliegue su unicidad y cada familia sea también única (en su esencia y en la educación de los hijos). Pero aquí se mezclan muchas cosas y sucumbo. Eso sí, recuerdo que en el colegio no parecían caber las unicidades sino que el diferente (por torpe, por listo, por gordo, por feo, por distraído, por menos viril…) iba de culo; eran otros tiempos.

    Luego, sí, Miguel habla de autorreferencialidad y yo creo que Francisco aludía especialmente a la propia Iglesia (“la autorreferencialidad apaga el fuego de la misión”); en fin, cuidemos todos la salud mental, eso sí.

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