Este pasado 6 de mayo hemos celebrado el día de Domingo Savio, aquel niño que siempre recordamos de manera especial en la vida de Don Bosco. Encontró en el oratorio de Don Bosco un lugar que le ayudó a iniciar su camino a la santidad, en el momento en el que siendo muy joven, supo que su vocación era la de ser sacerdote. Declarado santo desde 1954, le recordamos con esta frase: “La santidad consiste en estar siempre alegres”. Estas dos últimas palabras las tengo en el mural de mi clase. Unas palabras que todos los días veo delante de mí y que me hacen recordar que cada día intente sacar una sonrisa a cada niño con el que trabajo, que encuentren en mí alguien en quien confiar. Para ello, intento ser cercana y acercarme a ellos con una palabrita al oído, una caricia o un abrazo, para que sientan que los quiero.
Soy consciente del vínculo que se genera en el aula con los alumnos, especialmente con los más pequeños, como es en mi caso. A menudo, hay padres que me comentan que sus hijos me tienen en alta estima, que me quieren y que me ven como referente para ellos. No es el apego que se genera entre los padres y los bebés, pero tiene algunos elementos comunes, ya que ese vínculo que se crea entre maestros y alumnos y en estas edades proporciona una seguridad emocional indispensable para su desarrollo de la personalidad y la evolución en su aprendizaje.
Se me viene a la cabeza uno de mis alumnos, recién llegado de otro país, que solo ha aprendido unas pocas palabras en castellano y aunque ha llevado tiempo, hemos encontrado una manera de comunicarnos: a través de la mirada, de la sonrisa y, sobre todo, ¡a través de los abrazos! Es un niño muy cariñoso, abraza a toda persona que se acerque a saludarle… y la verdad que para mí es un bálsamo. Llegar a este punto ha sido difícil, pero realmente estoy expectante por ver el largo camino que nos queda por recorrer juntos.
Espero que, aunque haya cuestas y curvas, siga habiendo sonrisas y abrazos que me llenen de fuerza para seguir avanzando a su lado. Rezo, para que como Domingo Savio, encuentre en mí y en este colegio salesiano, un lugar que sienta como su casa, donde se sienta acogido y amado, que sepamos buscar lo bueno que tiene en su interior y acompañarle en su camino de vida.
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