En otro septiembre tuvimos ocasión de tratar el tema de la famosa “vuelta al cole” y eso nos recuerda que la vida en familia es sobre todo rituales, ciclos que se repiten, pero… no siempre iguales o, al menos, no deberían serlo aunque en apariencia se asemejen y parezca que estamos siempre empezando o como en un “círculo vicioso”.
Hoy, por todo ello, queremos ofreceros la oportunidad de cambiar un poco la mirada, agradecer y poder vivenciar con gozo todos esos “ritos familiares” y ciclos; pero, a su vez, convertirlos en “espirales virtuosas” y no cantinelas, manías, rutinas viciadas, monótonas y repetidas.
Crecer siempre
Educar esa mirada que nos haga ver como oportunidad de crecer, un nuevo septiembre que, aunque tan igual, seguro es muy distinto. Nuestros hijos e hijas, sin casi darnos cuenta, estarán ya estrenando el primer año de cualquier ciclo escolar, quizá incluso será su “primer año de carrera”. Los uniformes se han quedado pequeños y ¡buff! cuantos gastos en todo, pero podemos detenernos y celebrar que así es, porque la vida se sigue abriendo paso milagrosa y fantásticamente frente a nuestros ojos.
Sí, otro septiembre, otro verano que quedó atrás y vuelta al día a día de las tareas y las obligaciones. Pero, podemos aclarar la mirada y no mirar a los recientes días pasados de vacaciones con añoranza y resignación, sino fijarnos en todas aquellas pequeñas cosas que hicieron la diferencia y nos subieron otro escalón en esa espiral familiar: los días pasados junto a los abuelos en el pueblo, aquellas tardes de merienda en el pinar todos juntos y en los que descubrimos como una pequeña hormiga era capaz de llevar sobre ella esa “gran miguita” de pan o como celebramos todos que el pequeño de la casa aprendió a montar en bici “sin ruedines”.
Así que, adelante con otro curso lleno de benditas rutinas pero con nuevos retos que harán, sí afinamos la mirada, que lo que podría parecer un eterno círculo vicioso sea una esperanzada espiral virtuosa.
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