Nos duelen las guerras. Las de la televisión y las que no aparecen en ella. También nuestras batallas internas: las que libramos a solas o en compañía. Todos anhelamos paz, algo profundo y duradero que nos brinde tranquilidad y bienestar.
En la tradición judía y cristiana, la palabra “Shalom” ofrece una respuesta a este deseo. Este término hebreo, que a menudo se traduce simplemente como “paz”, tiene un significado mucho más profundo y transformador.
¿Qué es el Shalom? Una relación y un regalo
“Shalom” es una palabra hebrea que aparece frecuentemente en la Biblia. Aunque suele traducirse como “paz”, el concepto de Shalom va más allá de la ausencia de guerra o conflicto. En su esencia, Shalom representa un estado de plenitud, bienestar y armonía en todas las áreas de la vida: la salud del cuerpo, el equilibrio psicológico, la buena convivencia con quien te rodea y, sobre todo, una profunda relación con Dios.
En el Antiguo Testamento, el Shalom se menciona a menudo como una bendición que Dios ofrece a su pueblo. En el libro de los Salmos, por ejemplo, se nos dice que “La paz (Shalom) del Señor sea con su pueblo” (Salmo 29:11). Aquí, la paz es vista como un don divino que abarca no solo la tranquilidad, sino también la seguridad y el bienestar.
En el Nuevo Testamento, Jesús también utiliza la palabra Shalom para expresar la paz que Él trae al mundo. En el Evangelio de Juan, Jesús dice a sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27). La paz de Jesús no es como la paz del mundo; es una paz profunda que calma el corazón y da esperanza, incluso en medio de las pruebas.
Shalom en la vida del creyente
El Shalom nos llama a vivir con un propósito claro, buscando la justicia y la integridad en todas nuestras acciones. En lugar de enfocarnos en las diferencias y disputas, el Shalom nos invita a encontrar un terreno común, a construir puentes y a promover la comprensión mutua. No se trata solo de evitar conflictos, sino de cultivar un espíritu de reconciliación y amor.
Nos enseña a manejar nuestras preocupaciones y ansiedades con una confianza profunda en Dios. Al experimentar esta paz interior, somos capaces de enfrentar los desafíos con serenidad y esperanza.
¿Cómo podemos cultivar el Shalom?
Podemos empezar por dedicar tiempo a la oración y a la reflexión, buscando la guía y la paz que solo Dios puede ofrecer. También es importante trabajar en nuestras relaciones, buscando el perdón y la reconciliación donde haya conflictos.
Vivir el Shalom también significa actuar con justicia y compasión en nuestras comunidades. Cuando promovemos la paz y el bienestar en el entorno que nos rodea, cuando compartimos y anunciamos la paz de Jesús Resucitado, reflejamos el Shalom de Dios en el mundo.
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