Solo basta abrir Instagram o escuchar el telediario para constatar la dificultad de los tiempos que vivimos.
Hay días que el suelo parece desintegrarse bajo nuestros pies. La vida parece pesarnos en las espaldas y condenarnos a andar con la mirada cabizbaja.
Pero, en ocasiones solo basta levantar la cabeza y mirar a quien camina a nuestro lado, levantar la voz y susurrar un “necesito ayuda”, dar un paso y echarse a rodar haciendo la croqueta, extender los brazos y esperar a que llegue el abrazo.
Nuestras decisiones son como pequeñas chispas que activan la maquinaria de la vida. Ese “Hola” que dijiste, el apuntarte a esa actividad, la primera moneda para ese sueño. Un Don Bosco que comenzó la construcción de la Basílica María Auxiliadora con tres monedas de veinte centavos, confiado en que la providencia lo llevaría a feliz término.
Sí, cada pequeña acción es una decisión. Pareciera que de eso se trata la vida: de pequeñas DECISIONES. De pequeñas decisiones que se deben aderezar con la confianza. La confianza del agricultor que pone una semilla y espera, sin ver nada, a que germine, hasta que brota.
¿Qué hay luego de la decisión? LA CONFIANZA, el sentirnos sostenidos. Para nosotros, creyentes, es Dios providente dejándose ver gratis en cada detalle. Para aquellos no creyentes se dibuja en el rostro de un familiar, la escucha de un amigo, la bondad gratuita de un desconocido. Y es que los frutos de la confianza brotan así, de forma gratuita, una vez que nos disponemos.
Al llegar a esta etapa del curso o en algunos momentos particulares de nuestra vida, este binomio de decisión y confianza viene bien cubrirlo con el bálsamo de la COMPASIÓN cuando no obtengamos los resultados que esperábamos.
Pero, partiendo del principio ¿Qué pequeña decisión quieres tomar hoy?
0 comentarios