En el corazón del carisma salesiano, la familia ocupa un lugar privilegiado. Don Bosco, del que ya conocemos su intuición pedagógica y espiritual, comprendió que la educación integral de los jóvenes comienza en el hogar, ese “santuario de la vida” donde sembramos la fe y cultivamos los valores con la esperanza de que, el buen Dios, cuide y coseche frutos de amor y bien.
Hoy, más que nunca, las familias estamos llamadas a ser iglesias domésticas, en minúscula, como pequeñas comunidades donde vivir el Evangelio con alegría, sencillez y compromiso e Iglesia, en mayúsculas, como miembros del cuerpo glorioso de Cristo.
En este camino, la Familia Salesiana ofrece propuestas que ayudan a las familias a crecer en comunión, oración y servicio. Uno de estos ambientes es Hogares Don Bosco, una iniciativa nacida a raíz de una campaña promovida por Salesianos Cooperadores allá por el año 1965, para acompañar a matrimonios y familias en su vida cristiana cotidiana.
Compartir experiencias
En nuestros encuentros, llenos de vida y oración, compartimos experiencias, rezamos juntos, reflexionamos sobre los procesos vitales familiares y nos formamos, desde una espiritualidad y pastoral familiar profundamente cristiana y salesiana. Así, aprendemos que educar a los hijos en la fe no es solo enseñar oraciones de memoria, sino vivir a diario la entrega, el amor, el perdón, la escucha y la confianza, como signos visibles de un Dios invisible que habita entre nosotros.
Los padres y madres somos los primeros educadores en la fe, y nuestros testimonios valen, para nuestros allegados, más que mil palabras elocuentes. Cuando nuestros hijos nos ven y nos escuchan rezando, participando activamente de la vida parroquial, colaborando en nuestra casa salesiana y viviendo con alegría nuestra vocación de familia cristiana, ya están recibiendo la mejor lección de fe viva y cercana.
Ser (no sólo pertenecer) Hogares Don Bosco en el marco de la Familia Salesiana hoy es un compromiso y un regalo a partes iguales. Es acoger el sueño de Don Bosco y hacerlo vida en medio de las realidades diarias, transformando nuestras casas y entornos familiares en verdaderas escuelas de vida y de fe.
¿Y tú? ¿Ya has descubierto el lugar de tu familia en esta gran Familia Salesiana?
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