Al comenzar un nuevo curso con las reuniones afrontamos la preciosa tarea de imaginar, diseñar y programar aquello que queremos realizar en nuestros ambientes salesianos.
Para algunas personas, es poco agradable porque implica buscar huecos en el calendario, ponerse de acuerdo y tomar decisiones. Para otras, es fácil porque sería revisar el calendario del curso anterior y repetir lo mismo sin complicaciones. ¿Es lo que queremos? ¿Agobios, inercia, repetición?
Mi experiencia en reuniones es positiva cuando la programación y elaboración de planes comenzaron por tomar conciencia de que, como cristianos, somos un grupo que busca la voluntad de Dios y, desde lo concreto, trata de responder a ella con las posibilidades que tiene. Pero, sobre todo, valoro los momentos en que, antes de programar y tomar decisiones, nos ayudaron a acudir preparando nuestro corazón.
Por eso, comparto unas pistas que, en las comunidades creyentes donde estuve participando en la elaboración de proyectos, nos ayudaron.
¿Cómo preparar nuestro corazón?
¿Cómo tomar una decisión que no venga empujada por motivos personales e interesados? ¿Cómo tomar una decisión madurada, pensada, compartida, a la luz de la voluntad de Dios?
Actitudes que necesitamos para realizarlo
- Pasión por buscar y hacer la voluntad de Dios: es la actitud del creyente, que busca practicar el Evangelio en su vida y quiere construir el Reino.
- Salir de las propias preferencias, intereses y deseos, abriéndonos a nuevas formas de pensar, exponiéndonos a la realidad tal y como es o aceptando nuestros propios límites y reconociendo las virtudes de los demás.
Imprescindible
A) Cultivar actitudes personales positivas:
– Autenticidad de la relación, expresándome como soy y permitiendo al otro que así lo haga.
– Escucha con atención y paciencia, para entender aportaciones de cada persona y sus estados de ánimo.
– Veracidad de lo que se dice y se expresa.
– Sentido de pertenencia, sabiendo que somos corresponsables en esta tarea.
B) Sujetar actitudes negativas:
– La incapacidad de escucha, la interrupción o falta de interés.
– Autosuficiencia, superficialidad y permisividad: no lo sabemos todo, no lo podemos todo, no basta con cumplir y no vale todo.
– Aceptar todo porque sí o dejarse llevar por el grupo.
C) Promover en el grupo que está programando:
– La amistad y confianza entre sus miembros.
– Dar más importancia a las personas que al trabajo.
– Acostumbrarse a compartir alegrías y penas.
– Relativizar los propios intereses, ideas o convicciones.
– Fundar el grupo en el servicio al Señor y a los destinatarios del proyecto.
D) Comportamiento concreto:
– Evitar el sentimentalismo.
– Apartar la pura eficacia y los esquemas rígidos.
– Buscar el encuentro personal con respeto y libertad.
– Hablar desde la propia experiencia, con deseo de escuchar y decir la verdad.
– Madurez y equilibrio para superar tensiones.
– Interrogarse a sí mismo sobre la mejor forma de definirnos y de programar la vida parroquial.
0 comentarios