Volver a vivir

23 noviembre 2021

El himno nacional del estado de Israel es “Hativka”, “La esperanza”. La letra fue escrita en Iași (Rumanía) por Naftalí Herz Imber (1856-1909), poeta polaco judío nacido en Zloczow (hoy, Ucrania), con motivo de la fundación de Petaj Tikva en 1878, uno de los primeros asentamientos judíos en Palestina (entonces territorio turco), e incluido en su primer libro, Barkai (“La brillante estrella de la mañana”) publicado en Jesusalén en 1886). La música estaba basada en una melodía italiana del siglo XVII llamada «La Mantovana». En 1897, durante el primer congreso mundial sionista en Basilea (Suiza), se convirtió en el himno del sionismo.

Un antiguo miembro del Sonderkommando, unidades especiales creadas por los nazis, integradas por prisioneros de los campos de concentración a los que les asignaron tareas en las cámaras de gas y los crematorios, informó que un grupo de judíos checos habían comenzado a cantar la canción espontáneamente a la entrada de la cámara de gas de Auschwitz-Birkenau en 1944. “Hativka” fue proclamado himno nacional de Israel en 1948, año de la creación del Estado de Israel.

“Mientras en lo profundo del corazón palpite un alma judía […] no se habrá perdido nuestra esperanza”. Su letra resume de una manera magistral la fortaleza de la esperanza judía. Una auténtica mística que conforma a un pueblo, dispuesto a resurgir de una de las grandes tragedias de la Humanidad, el Holocausto judío.

La mitología griega, inspirada en la egipcia, habla del Ave Fénix. Un ave fantástica que muere consumida por el Sol, convertida en cenizas por el fuego que renace de las mismas cada quinientos años. En nuestra cultura se aplica a alguien que se sobrepone con fortaleza a sus propias limitaciones y a su destrucción.

La película norteamericana ¡Qué bello es vivir!, basada en el cuento de The Greatest Gift (El mayor regalo), del escritor estadounidense por Philip Van Doren Stern, dirigida por el ítalo-americano, Frank Capra en 1946 e interpretada magistralmente por James Stewart en el papel protagonista de George Bailey, Donna Reed (1921-1986), es un hermoso canto a la esperanza y a la confianza en la capacidad de influencir en la vida de los otros. en la vida de otras personas. Trata de un hombre que ha renunciado continuamente a sus sueños por su sentido de la responsabilidad, su generosidad y su altruismo, y cuyo propósito era suicidarse en Nochebuena de 1945. Las oraciones por él, procedentes de los habitantes de un pequeño pueblo llamado Bedford Falls, llegaron al Cielo, donde una corte celestial se reúne para cumplir lo que le piden desde allí. La gente pide a Dios que se acuerde de George Bailey y le ayude a ser feliz. ¡Qué bello es vivir! está considerada una de las mejores películas de la historia del cine, elogiada particularmente por su guion. Fue nominada a cinco premios Óscar, incluyendo Mejor película. Ha sido reconocido por el American Film Institute como una de las 100 mejores películas estadounidenses de toda la historia, en el puesto 11, y en el primer puesto de las películas más inspiradoras. Bailey, arrepentido, le pide a Dios lo devuelva a su familia y sus amigos. Una sobredosis en vena de la capacidad humana de resiliencia y lucha contra todas las adversidades de la vida.

Uno de los recuerdos más vivos e inspiradores que conservo de mis años de juventud en los grupos cristianos es la canción “Aunque todo esto termine”. La cantábamos al final de los encuentros, Pascuas y Campamentos y nos hacía llorar a mares y suspirar por el próximo encuentro. Era como un himno a la esperanza para nosotros:
“La esperanza aquí nacida nunca, nunca morirá […] Vale la pena seguir, vale la pena luchar”.

Todas estas experiencias son algunas semillas de la gran esperanza que anida en lo profundo del corazón de todo hombre y mujer. La especie humana es una raza de héroes, formada por un solo pueblo que anima y acompaña a los más débiles sin ninguna distinción y nosotros formamos parte de ella. Lo expresaron muy bien con el antiguo lema nacional elegido por los padres de la patria norteamericana, “E pluribus, unum” (de muchos y diversos, uno). Verso atribuido al poeta romano Virgilio, en el que describe una receta de una especie de queso untable compuesto por varios ingredientes llamado Moretum.

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