Begoña Rodríguez

“En estas fiestas estemos alegres en hora buena; saltad, reíd, pero pensad también en el gran misterio que se está realizando. «¡Un Dios que se hace hombre!». Es preciso, no cabe duda, que nuestra alma sea algo muy grande cuando los Cielos y la Tierra se conmuevan, y todo un Dios viene a hacerse niño precisamente por mí» [MBe X, Pág. 954]

Esto les decía Don Bosco a sus muchachos en las fechas cercanas a la Navidad, Mamá Margarita estaría también presente; ella misma había inculcado en su hijo la alegre celebración del nacimiento de Cristo. Compartí esta reflexión con algunos jóvenes con los que me reúno, les llamó mucho la atención la frase: “viene a hacerse niño precisamente por mí”. ¿Por mí?, comentaban extrañados. Nunca habían pensado de esa forma. Uno de ellos comentó:

“Creo que me cuesta verlo, vivo anestesiado entre las redes sociales, las series, el gimnasio… El ambiente me dice que es Navidad, pero no sé dónde está Jesús. No lo veo, no lo siento. ¿Nació para mí?”

Les dije que buscaran durante esa semana personas donde pudieran encontrar a Jesús, concretas, cercanas a ellos. Estas son algunas de las respuestas que me dieron:

“Lo he visto en mi profesor de Plástica, nos contaba que de niño hacía siempre la felicitación navideña para su familia y que ahora, ya sin sus padres y familiares más cercanos, mira el Belén y sabe que el Niño Dios les cuida. Sigue haciendo la felicitación y la manda por correo a muchas personas, las escribe a mano, con mucho cariño, quiere que sean especiales para cada uno. Manda también a residencias, a los abuelos que no reciben visitas”.

“Mi vecino me contó que su padre deja pagados en la cafetería donde desayuna cinco cafés para que puedan tomarlos personas que lo necesiten”.

“El cura de mi pueblo, después de la misa del Gallo, invita a su casa a dos familias que lo están pasando muy mal”.

“Mi madre es enfermera, siempre pide el turno del día 5 de enero para cuidar a los niños que se quedan malitos ingresados; siempre nos ha llevado con ella y he aprendido a compartir ese tiempo y a jugar con ellos desde muy pequeño. Ya no soy tan pequeño, pero lo sigo haciendo”.

Cuando acabamos la reunión, después de compartir sus vivencias, el ambiente entre ellos había cambiado. No sé si llegaron a creer que el Niño Dios nace para cada uno de nosotros, pero han comprobado para cuántas personas sigue significando mucho la Navidad porque también ellos renacen para otros y llevan luz donde hay oscuridad; calor donde hay mucho frío y amor donde la desesperanza invade tantos hogares.
Ya llega Jesús, nace para ti, eres único para él y te quiere como no puedes ni imaginar. ¿Lo notas?

¡FELIZ NAVIDAD!