
Allá por 1947, un día, de madrugada, mi abuela, Mama Nona y mi tío “Mosén Gregorio” nos fuimos a Barbastro en automóvil desde Carbas de Huesca. No recuerdo quien conducía. En pocos minutos dejamos atrás Casbas, Angües, Leguzano y la constancia rítmica de no sé cuántas huertas rectangulares. Una vez en la ciudad episcopal…