Amigo Javier,<\/p>\n
\u201cEn mi casa interior se libraba una gran contienda\u201d, confesaba San Agust\u00edn.<\/p>\n
Mientras subo la calle Atocha, presto atenci\u00f3n a las palabras del padre de la Iglesia, que son de una brutalidad ilimitada.<\/p>\n
Hoy subo demasiado pronto, ayer demasiado tarde, \u00bfma\u00f1ana\u2026? A cada uno de los d\u00edas en el barrio le corresponde la invenci\u00f3n del tiempo.<\/p>\n
Dejo a la izquierda la antigua Facultad de Medicina y a la derecha el nuevo Hotel Radisson. Esta calle de infancia es un dorso de espalda y una mujer esnucada en el dep\u00f3sito de cad\u00e1veres. Mi madre.<\/p>\n
Est\u00e1 oculto su ombligo, el sexo, el regazo. Tiene sus secretos: creerla descubierta es un malentendido provocado por la ignorancia o el desinter\u00e9s. La vida.<\/p>\n
Me olvido de que estoy subiendo y divago. Estoy en los ochenta y pico, edad adecuada para m\u00ed.<\/p>\n
<\/p>\n
D\u00eda del \u201cCuerpo del Se\u00f1or\u201d, \u201cSe\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo\u201d<\/p>\n
All\u00ed, enfrente, las empresas \u201cCalmera\u201d. Me detengo.<\/p>\n
\u201cHay momentos y lugares que reclaman el vaciado de toda intenci\u00f3n. Hay efectos sin causa.<\/p>\n
Hay honores impensables que suceden de repente. El apret\u00f3n de manos de una persona a la que admiras, por ejemplo; la invitaci\u00f3n para estar juntos a personas que est\u00e1n luchando por unos mismos derechos. O sea.<\/p>\n
– Mam\u00e1, viene Paco de Coro \u2013grita Toni desde el balc\u00f3n de un segundo piso.<\/p>\n
– Baja a la porter\u00eda y le abres la puerta. Pero\u2026 sin salir a la calle\u2026 sin salir.<\/p>\n
Y Toni Lumbreras Chac\u00f3n del abrazo que me pega, en plena calle, me tira el bast\u00f3n y las gafas. Todo en Toni funciona a aliento. \u00c9l allana cualquier espacio sin trucos y de coraz\u00f3n.<\/p>\n
Lo que asombra en Antonio es esa energ\u00eda suficiente para invadir la plaza del Reina con su forma de jugar al f\u00fatbol.<\/p>\n
Tambi\u00e9n en Salesianos. Tambi\u00e9n en El Retiro, donde voy a verle jugar:<\/p>\n
– \u00bfO sea que te importo, Paco?<\/p>\n
– \u00a1A ti que te parece campe\u00f3n!<\/p>\n
<\/p>\n
Los poros se me dilatan para absorber el aria sedienta de mi sudor, interpretado por unas avispas cimarronas. Vaya.<\/p>\n
Precisamente frente a la Tienda de la Miel<\/em>, la bater\u00eda de alguna cigarra quiere poner los relojes del clima en hora. En vano. El cambio clim\u00e1tico es un hecho.<\/p>\n A poco que uno se fije tienen miel de toda Espa\u00f1a y una b\u00e1scula como las de posguerra. Es de posguerra.<\/p>\n Estaba en el centro de esa vida, cuando salta en avalancha un chiquillo, salido del Hotel San Blas<\/em> y se me abraza.<\/p>\n – \u00a1Un abuelo, un abuelo! \u2013dice.<\/p>\n – \u00a1Mam\u00e1, un abuelo! \u2013repite.<\/p>\n Incluso mientras lo escribo lo estoy escuchando.<\/p>\n Las palabras me crujen en la hoja.<\/p>\n – Mam\u00e1, mira, un abuelito.<\/p>\n – Perdone, se\u00f1or. Mi chico apenas tiene cuatro a\u00f1os.<\/p>\n – \u00bfC\u00f3mo te llamas?<\/p>\n – Johnny.<\/p>\n Los gritos de Johnny son continuados. Quiz\u00e1 hab\u00edan entrevisto una meta. No s\u00e9. Quiz\u00e1 le bastaba haber llegado a una frontera: un anciano, donde la vida se detiene y el viento ya no tiene polvo que levantar.<\/p>\n – En ingl\u00e9s, Johnny. Habla en ingl\u00e9s.<\/p>\n – Dile que eres ingl\u00e9s. Que tu padre es ingl\u00e9s.<\/p>\n Me siento, amigo Javier, en el centro de m\u00ed mismo, uno de esos centros que llegan sin previo aviso. Quienes se hallan as\u00ed quieren permanecer as\u00ed, en el eje de rotaci\u00f3n.<\/p>\n – Come on! Come on!<\/em><\/p>\n – Disculpe, se\u00f1or. Desp\u00eddete, Johnny, vamos.<\/p>\n – Dale un beso.<\/p>\n Me doy cuenta de estar en uno de esos ejes, en torno al que gira un carrusel parlanch\u00edn, que no me suelta. Todo un cura cat\u00f3lico de 82 a\u00f1os, asediado e impedido por un mocoso anglicano.<\/p>\n Un hereje, Javier.<\/p>\n En el principio yo estaba aqu\u00ed \u2013en Atocha\u2013 antes de nacer. Y enfrente del Hotel San Blas<\/em>. Es 11 de junio de 2023, domingo del Corpus<\/em>. Vivir es un ejercicio anal\u00f3gico hecho de fragmentos min\u00fasculos de asuntos normales. Pero de vez en cuando necesitamos pactos de credibilidad para no tener que explicarnos del todo lo sobrenatural. O lo ins\u00f3lito. O lo impertinente.<\/p>\n <\/p>\n Desconcertado, miro alrededor.<\/p>\n Veo vivir en la escasez y en la opulencia por la calle.<\/p>\n Errando por aqu\u00ed y por all\u00e1, a la vera de las tiendas, hasta de cannabis, me quedo a pie firme en la puerta abierta de la capilla de la Vera Cruz<\/em>. Sospecho que provoco inquietud en el hermano guardi\u00e1n que se sienta a la entrada, detr\u00e1s de una mesita con recuerdos piadosos. Sabe que soy diferente a otros turistas por el bordado religioso en mi chupa y eso le desasosiega. Quiz\u00e1 intuye mi concupiscencia de santidad, ese erotismo sacro profesional.<\/p>\n Al cruzarse nuestras miradas se rebulle, se altera.<\/p>\n Termino por sentarme en el \u00faltimo banco con los ojos cerrados.<\/p>\n Ya no nos miramos.<\/p>\n La ceguera voluntaria aumenta el riesgo de mis visiones, que tanta angustia me causan durante las operaciones. No s\u00e9 por qu\u00e9, es precisamente en los quir\u00f3fanos donde flamean ciertas visiones. Los bistur\u00edes me trastornan como si en mis cortes estuvieran partidos por la mitad todos los planetas.<\/p>\n Desde hace tantos tantos a\u00f1os no puedo rezar para buscar la paz interior, esa es la lecci\u00f3n diaria, lo dice la grande Santa Teresa, ser\u00eda como traicionar la guerra que estamos obligados a cumplir; ser\u00eda como echar a la basura tanto sacrificio.<\/p>\n <\/p>\n En realidad, amigo Javier, la paz interior no existe.<\/p>\n Es la guerra interior la que nos mejora y purifica.<\/p>\n Y fue la epif\u00e1nica muerte de mis hermanillos beb\u00e9s y de mi madre y mi padre tan pronto, y de mam\u00e1 Nona y mi t\u00edo, mos\u00e9n Gregorio, lo que me resulta dif\u00edcil de romantizar. Todav\u00eda.<\/p>\n En mitad de mi peque\u00f1a historia y de la historia contempor\u00e1nea:<\/p>\n Los vendedores de crece pelo espiritual no nos sirven,<\/p>\n ni los orates sopor\u00edferos, o melifluos,<\/p>\n ni los mistagogos de \u201chojas dominicales\u201d,<\/p>\n ni los sermoneadores carentes de vida y de honestidad, y de audacia,<\/p>\n y de po\u00e9tica, eminencia po\u00e9tica,<\/p>\n ni los botarates de sonrisa eterna y dulzona,<\/p>\n ni los ascetas de moqueta y de alfombrilla y de despacho,<\/p>\n ni los cultivadores de imitaciones supinas, de estafas supinas, de m\u00e1scaras supinas, de tonter\u00edas supinas.<\/p>\n Desde el barrio de Lavapi\u00e9s es as\u00ed. Desde calle Atocha tambi\u00e9n. Por dentro somos como un Vietnam particular y propio. En este barrio crecen las florestas m\u00e1s lujuriantes de Saig\u00f3n, rosaledas sembradas de miles de minas. Millones de minas.<\/p>\n <\/p>\n \u201cEn mi casa se libraba una gran contienda\u201d, confesaba San Agust\u00edn.<\/p>\n En mitad de la vida de mi barrio:<\/p>\n Calcinados de muertes por COVID-19,<\/p>\n expoliados del l\u00e9xico propio y del idioma,<\/p>\n agredidos hasta en la naturaleza sexual,<\/p>\n invadidos de narcopisos, pensiones \u201cd\u00eda\/noche\u201d,<\/p>\n desmenuzados de sentimientos, deseos y afectos,<\/p>\n busco mi procesi\u00f3n<\/em> de Corpus,<\/p>\n apenas barro, ausencia,<\/p>\n como en el principio de mis d\u00edas,<\/p>\n cuando no hab\u00eda nada que ocultarse,<\/p>\n ni ocultarme,<\/p>\n porque la caricia de mi madre<\/p>\n no sabe terminarse.<\/p>\n Tampoco las caricias de las madres del barrio hoy.<\/p>\n <\/p>\n \u201cD\u00eda del Cuerpo de Se\u00f1or\u201d<\/p>\n \u201cSe\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo\u201d.<\/p>\n Vuelvo a casa.<\/p>\n Vuelvo a la celda,<\/p>\n al ventalle de cedros de la llama viva,<\/p>\n encendida en el verso de San Juan de la Cruz,<\/p>\n para trazar l\u00edneas rectas<\/p>\n sobre el peque\u00f1o y profundo r\u00edo de la vida,<\/p>\n ya casi casi en la desembocadura,<\/p>\n cu\u00e1nto he amado tu incesante rumor,<\/p>\n cu\u00e1nto he amado arrojarme sobre tus tibias ondas.<\/p>\n <\/p>\n Al llegar a \u201cMarqu\u00e9s de la Valdavia\u201d<\/p>\n me choco, de bruces, con la bendici\u00f3n del Se\u00f1or desde la custodia.<\/p>\n El Cuerpo de Cristo<\/em> se enciende con una ley nueva,<\/p>\n que pone en la boca del cura cat\u00f3lico las orqu\u00eddeas sagradas,<\/p>\n lejos todav\u00eda la decadencia de los sentimientos que se apagan.<\/p>\n Me detengo, junto a otras personas, y adoramos.<\/p>\n Otros viandantes aceleran el paso, calle abajo.<\/p>\n Resbala la escasa lluvia por los pliegues de la tierra y del alma.<\/p>\n \u201cEn mi casa se libra una gran contienda\u201d,<\/p>\n el \u201cCorpus Christi\u201d,<\/p>\n es Corpus<\/em> manchado de calle,<\/p>\n soy un cura manchado de calle,<\/p>\n manchado de vida.<\/p>\n A veces la realidad se deja ver como si fuese por entero real, amigo Javier.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Amigo Javier, \u201cEn mi casa interior se libraba una gran contienda\u201d, confesaba San Agust\u00edn. 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