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Hace unos d\u00edas, en unos conocidos grandes almacenes de nuestro pa\u00eds, fui atendido por una chica que se desvivi\u00f3 literalmente por ayudarme a encontrar un libro que estaba buscando. Su sonrisa, su preocupaci\u00f3n real por querer solucionar el problema y la profesionalidad con que lo hac\u00eda, no pudo menos que conmoverme.<\/p>\n
Antes de marcharme, sin que ella lo supiera, acud\u00ed a atenci\u00f3n al cliente para pedir una hoja de felicitaci\u00f3n<\/strong>. Aunque \u00a0es un tr\u00e1mite poco conocido, es algo que cualquiera puede hacer.<\/p>\n La cara de sorpresa de los empleados fue un aut\u00e9ntico poema. Llamaron r\u00e1pidamente al supervisor, que a su vez llam\u00f3 a toda prisa al responsable de planta. Otro, con un pinganillo, avisaba nervioso a otro se\u00f1or que se person\u00f3 con cara de incredulidad y asombro. Los codazos de unos y otros eran evidentes y nada disimulados. Pero me aturdi\u00f3 substancialmente ver los espasmos en la cara de la gente que esperaba a ser atendida, como quien hubiera visto un tibur\u00f3n en el Guadalquivir. No sab\u00edan ni siquiera de la existencia de las hojas de felicitaciones.<\/p>\n Ya con m\u00e1s pausa, me comentaba unos de los empleados -que por su aspecto parec\u00eda ya cercano a su jubilaci\u00f3n merecida- que solo hab\u00eda asistido a tres hojas de felicitaciones en toda su carrera profesional. Curiosamente el mismo n\u00famero de reclamaciones que reciben diariamente de media.<\/p>\n El agradecimiento es una actitud<\/strong>, no un postureo, ni se resume en un manual de buenas costumbres. Se adquiere desde peque\u00f1ito, a la par que la primera leche de nuestra madre y nos acompa\u00f1a siempre que la alimentemos con peque\u00f1os gestos que convertimos en habituales.<\/p>\n Para los creyentes adquiere -todav\u00eda m\u00e1s si cabe- un significado m\u00e1s amplio, pues la Eucarist\u00eda se nutre y es, en esencia, acci\u00f3n de gracias. Por eso es una aberraci\u00f3n dif\u00edcil de digerir que nuestro compromiso dominical con el Se\u00f1or no se traduzca en buenas obras, en generosidad habitual, en siembra abundante sin esperar nada a cambio y todo ello con la sencillez y humildad de quien sabe que nada nos llevaremos y que todo lo hemos recibido de otros (y del Otro). Eso explica que el orgullo y la prepotencia sean los defectos que m\u00e1s indignan a la gente.<\/p>\n Cultivemos la gratitud, la aut\u00e9ntica, la que brota del coraz\u00f3n, porque adem\u00e1s de dar sentido a lo que somos y hacemos, une a las personas en las causas comunes. De lo que concluimos con la siguiente moraleja, tan triste como cierta: el agradecimiento lleva el mismo camino que el lince ib\u00e9rico, especie en extinci\u00f3n, y a aquel no le bastar\u00e1 con guardar su ADN en el congelador.<\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][\/et_pb_section]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Hace unos d\u00edas, en unos conocidos grandes almacenes de nuestro pa\u00eds, fui atendido por una chica que se desvivi\u00f3 literalmente por ayudarme a encontrar un libro que estaba buscando. Su sonrisa, su preocupaci\u00f3n real por querer solucionar el problema y la profesionalidad con que lo hac\u00eda, no pudo menos que conmoverme. Antes de marcharme, sin […]<\/p>\n","protected":false},"author":6,"featured_media":108945,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"on","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[347,337],"tags":[],"yoast_head":"\n
Urge ser agradecidos, tanto como la protecci\u00f3n de los polos o la preservaci\u00f3n de las selvas, no vaya a ser que sea cierto lo que afirmaba magistralmente Daniel Defoe: \u201cTodo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.\u201d<\/strong><\/p>\n