{"id":114415,"date":"2024-02-27T10:30:03","date_gmt":"2024-02-27T09:30:03","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=114415"},"modified":"2024-02-26T14:27:49","modified_gmt":"2024-02-26T13:27:49","slug":"la-cocina-del-oratorio","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/la-cocina-del-oratorio\/","title":{"rendered":"La cocina del Oratorio"},"content":{"rendered":"

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Aunque s\u00f3lo fui una humilde cocina, siempre estuve limpia. Mam\u00e1 Margarita<\/strong>, due\u00f1a y se\u00f1ora del fog\u00f3n, de las ollas y sartenes que colgaban de mis pobres paredes, se afanaba por mantenerme reluciente. Por aquel tiempo mi vida era un continuo traj\u00edn. Casi todos los d\u00edas hab\u00eda un plato que cocinar para alguno de aquellos pobres chavales que acud\u00edan a Don Bosco<\/strong> buscando un poco de comida o un lugar donde pasar la noche.<\/p>\n

Recuerdo que ya hab\u00eda oscurecido. Llov\u00eda sobre Tur\u00edn. De pronto alguien llam\u00f3 a la puerta. Apareci\u00f3 un chico empapado y tiritando de fr\u00edo. Suplicaba un lugar para dormir. Don Bosco dud\u00f3 en acogerle. Y es que, seg\u00fan les o\u00ed lamentarse d\u00edas atr\u00e1s, varios mozalbetes, abusando de la buena fe de Juan y su madre, hab\u00edan marchado al amanecer llev\u00e1ndose mantas y todo cuanto hab\u00edan podido robar.<\/p>\n

Mam\u00e1 Margarita tambi\u00e9n dud\u00f3. Pero de pronto, como quien tiene una soluci\u00f3n secreta e infalible, se anim\u00f3 a acoger aquel chico aterido de fr\u00edo. Cuando le introdujo entre mis paredes para quitarle la ra\u00edda camisa y secarla junto al fog\u00f3n, me sent\u00ed orgullosa. Cuando improvis\u00f3 un camastro para que durmiera al abrigo de mi calor, mi coraz\u00f3n de cocina sinti\u00f3 una nueva ternura. Enseguida orden\u00e9 al fog\u00f3n que se esmerara con el mejor de sus fuegos. Fuera segu\u00eda lloviendo y soplaba el viento fr\u00edo de los Alpes.<\/p>\n

Luego Mam\u00e1 Margarita se sent\u00f3 frente al chaval que acababa de dar cuenta de un plato de sopa caliente con abundante pan y queso. Mir\u00e1ndole fijamente le susurr\u00f3 con cari\u00f1o de madre unas sencillas palabras que guardo como recuerdo imborrable entre mis paredes: \u201cS\u00e9 bueno, trabaja con responsabilidad y nunca olvides rezar las oraciones que te ense\u00f1\u00f3 tu buena madre. Buenas Noches\u201d.<\/p>\n

Don Bosco comprendi\u00f3 la lecci\u00f3n. Consciente haber aprendido de su madre un secreto para ser mejor educador, se prometi\u00f3 a s\u00ed mismo despedir siempre a sus muchachos con unas \u201cbuenas noches\u201d.<\/p>\n

A la ma\u00f1ana siguiente el chico march\u00f3 para buscar trabajo como alba\u00f1il. Hab\u00eda encontrado un nuevo hogar. Juan Bosco quiso comentar con su madre el secreto aprendido la noche anterior. Mam\u00e1 Margarita sonri\u00f3 por toda respuesta al tiempo que mostraba la llave de mi cerradura de cocina. Mi cerradura tambi\u00e9n formaba parte de nuestro secreto.<\/p>\n

Nota.- En el mes de mayo de 1847, Don Bosco acogi\u00f3 al primer chico hu\u00e9rfano en el Oratorio. Mam\u00e1 Margarita instituye las primeras \u201cBuenas Noches\u201d. Y cerr\u00f3 con llave la puerta de la cocina (Memorias del Oratorio. D\u00e9cada Tercera n.7).<\/em><\/strong><\/p>\n

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Recuerdo que ya hab\u00eda oscurecido. Llov\u00eda sobre Tur\u00edn. De pronto alguien llam\u00f3 a la puerta. Apareci\u00f3 un chico empapado y tiritando de fr\u00edo. Suplicaba un lugar para dormir. Don Bosco dud\u00f3 en acogerle. Y es que, seg\u00fan les o\u00ed lamentarse d\u00edas atr\u00e1s, varios mozalbetes, abusando de la buena fe de Juan y su madre, hab\u00edan marchado al amanecer llev\u00e1ndose mantas y todo cuanto hab\u00edan podido robar.<\/p>

Mam\u00e1 Margarita tambi\u00e9n dud\u00f3. Pero de pronto, como quien tiene una soluci\u00f3n secreta e infalible, se anim\u00f3 a acoger aquel chico aterido de fr\u00edo. Cuando le introdujo entre mis paredes para quitarle la ra\u00edda camisa y secarla junto al fog\u00f3n, me sent\u00ed orgullosa. Cuando improvis\u00f3 un camastro para que durmiera al abrigo de mi calor, mi coraz\u00f3n de cocina sinti\u00f3 una nueva ternura. Enseguida orden\u00e9 al fog\u00f3n que se esmerara con el mejor de sus fuegos. Fuera segu\u00eda lloviendo y soplaba el viento fr\u00edo de los Alpes.<\/p>

Luego Mam\u00e1 Margarita se sent\u00f3 frente al chaval que acababa de dar cuenta de un plato de sopa caliente con abundante pan y queso. Mir\u00e1ndole fijamente le susurr\u00f3 con cari\u00f1o de madre unas sencillas palabras que guardo como recuerdo imborrable entre mis paredes: \u201cS\u00e9 bueno, trabaja con responsabilidad y nunca olvides rezar las oraciones que te ense\u00f1\u00f3 tu buena madre. Buenas Noches\u201d.<\/p>

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A la ma\u00f1ana siguiente el chico march\u00f3 para buscar trabajo como alba\u00f1il. Hab\u00eda encontrado un nuevo hogar. Juan Bosco quiso comentar con su madre el secreto aprendido la noche anterior. Mam\u00e1 Margarita sonri\u00f3 por toda respuesta al tiempo que mostraba la llave de mi cerradura de cocina. Mi cerradura tambi\u00e9n formaba parte de nuestro secreto.<\/p>

Nota.- En el mes de mayo de 1847, Don Bosco acogi\u00f3 al primer chico hu\u00e9rfano en el Oratorio. Mam\u00e1 Margarita instituye las primeras \u201cBuenas Noches\u201d. Y cerr\u00f3 con llave la puerta de la cocina (Memorias del Oratorio. 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