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Lamentablemente se ha desvelado mi secreto. Ya son p\u00fablicos el oprobio y la indignidad que he tratado de ocultar durante m\u00e1s de dos siglos. Siempre cre\u00ed que el tiempo enterrar\u00eda en lo profundo de mis campos aquel amargo episodio. Pero no ha sido as\u00ed.<\/p>\n
Tom\u00e9 conciencia de mi inc\u00f3moda situaci\u00f3n una ma\u00f1ana del reciente mes de julio\u2026 cuando llegaron ellos. Eran educadores que peregrinaban por los lugares de Don Bosco. Recorrieron el camino que conduce hasta mi entrada. Su mirada traspas\u00f3 mis muros maquillados con cosm\u00e9ticos de modernidad. Y, como si hoy fuera el ayer, su pregunta reson\u00f3 como un aldabonazo sobre mi puerta: \u00ab\u00bfPor qu\u00e9? \u00bfPor qu\u00e9 no lo acogiste?\u00bb. All\u00ed estaban ellos y ellas: jueces implacables de mirada severa. Conocedores de mi falta de compasi\u00f3n.<\/p>\n
Fui, soy y ser\u00e9 una granja rural. Nac\u00ed hace casi tres siglos. He crecido en las colinas de Butigliera de Asti. Mi nombre: Granja C\u00e1mpora<\/em>. Mi cuerpo, f\u00e9rtiles campos de trigo, ma\u00edz, vi\u00f1as y bosques de acacias.<\/p>\n A pesar del tiempo transcurrido, nunca he olvidado aquella fr\u00eda ma\u00f1ana de febrero. A mi puerta lleg\u00f3 un muchacho llamado Juan Bosco. Sosten\u00eda sobre su hombro un peque\u00f1o hatillo. Portaba un escueto equipaje consistente en una muda, dos camisas y dos libros. Le observ\u00e9. Su rostro mostraba una soledad reci\u00e9n cincelada. Hu\u00e9rfano de padre y alejado de su madre.<\/p>\n Mis due\u00f1os conoc\u00edan al chico. Eran familia de Mam\u00e1 Margarita. No obstante, de nada sirvi\u00f3 que el peque\u00f1o desgranara sus lamentos. En vano confes\u00f3 que su hermano mayor le imped\u00eda estudiar; que lo zaher\u00eda constantemente; que se ve\u00eda obligado a buscar trabajo de pe\u00f3n fuera de su humilde hogar de I Becchi.<\/p>\n G\u00e9lidas l\u00e1grimas enturbiaban su mirada. El fr\u00edo ater\u00eda su cuerpo menudo\u2026 Pero nadie se apiad\u00f3 de \u00e9l. March\u00f3 desolado por el camino del desaliento. Yo intent\u00e9 en vano olvidar aquel encuentro. Nunca lo consegu\u00ed.<\/p>\n D\u00e9cadas despu\u00e9s, escuch\u00e9 noticias de aquel muchacho. Juan Bosco ya era sacerdote. Acog\u00eda a los chicos pobres de Tur\u00edn. De tanto en tanto, regresaba a nuestras colinas rodeado de mozalbetes que hab\u00edan hallado en \u00e9l un padre, un maestro y un amigo. Sembraba en sus vidas un futuro cargado de oportunidades.<\/p>\n \u00a1Amargamente llor\u00e9 al recordar mi gesto displicente de anta\u00f1o! \u00a1Cu\u00e1nto me hubiera gustado formar parte de la historia de Don Bosco: una historia que ha traspasado todas las fronteras del mundo!<\/p>\n A pesar de mi moderna apariencia, soy tan s\u00f3lo una granja carcomida por tristes recuerdos. Porque, no hay nostalgia peor que a\u00f1orar lo que nunca lleg\u00f3 a hacerse realidad.<\/p>\n Nota: Febrero 1828. Juan Bosco tiene doce a\u00f1os. La relaci\u00f3n con su hermano Antonio es insostenible. Mam\u00e1 Margarita le hace salir de casa para buscar empleo. Le recibir\u00e1n como pe\u00f3n en la Granja Moglia. Pero antes, suplicar\u00e1 un trabajo en la cercana Granja C\u00e1mpora. Aunque en ella residen familiares de Mam\u00e1 Margarita, no lo acogieron. Esta granja est\u00e1 activa actualmente (MBe I, 168-169).<\/em><\/p>\n [\/et_pb_text][et_pb_button _builder_version=\u00bb4.27.0″ _module_preset=\u00bbdefault\u00bb button_text=\u00bbBolet\u00edn Salesiano\u00bb button_url=\u00bbhttps:\/\/salesianos.info\/boletin-salesiano\/\u00bb url_new_window=\u00bbon\u00bb custom_button=\u00bbon\u00bb button_text_size=\u00bb17px\u00bb button_text_color=\u00bb#FFFFFF\u00bb button_icon=\u00bb5||divi||400″ button_icon_color=\u00bb#FFFFFF\u00bb hover_enabled=\u00bb0″ sticky_enabled=\u00bb0″ button_alignment=\u00bbcenter\u00bb][\/et_pb_button][\/et_pb_column][\/et_pb_row][\/et_pb_section]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Nostalgia de lo que nunca existi\u00f3 Lamentablemente se ha desvelado mi secreto. Ya son p\u00fablicos el oprobio y la indignidad que he tratado de ocultar durante m\u00e1s de dos siglos. Siempre cre\u00ed que el tiempo enterrar\u00eda en lo profundo de mis campos aquel amargo episodio. Pero no ha sido as\u00ed. 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Y, como si hoy fuera el ayer, su pregunta reson\u00f3 como un aldabonazo sobre mi puerta: \u00ab\u00bfPor qu\u00e9? \u00bfPor qu\u00e9 no lo acogiste?\u00bb. All\u00ed estaban ellos y ellas: jueces implacables de mirada severa. Conocedores de mi falta de compasi\u00f3n.<\/p> Fui, soy y ser\u00e9 una granja rural. Nac\u00ed hace casi tres siglos. He crecido en las colinas de Butigliera de Asti. Mi nombre: Granja C\u00e1mpora<\/em>. Mi cuerpo, f\u00e9rtiles campos de trigo, ma\u00edz, vi\u00f1as y bosques de acacias.<\/p> A pesar del tiempo transcurrido, nunca he olvidado aquella fr\u00eda ma\u00f1ana de febrero. A mi puerta lleg\u00f3 un muchacho llamado Juan Bosco. Sosten\u00eda sobre su hombro un peque\u00f1o hatillo. Portaba un escueto equipaje consistente en una muda, dos camisas y dos libros. Le observ\u00e9. Su rostro mostraba una soledad reci\u00e9n cincelada. Hu\u00e9rfano de padre y alejado de su madre.<\/p> Mis due\u00f1os conoc\u00edan al chico. Eran familia de Mam\u00e1 Margarita. No obstante, de nada sirvi\u00f3 que el peque\u00f1o desgranara sus lamentos. En vano confes\u00f3 que su hermano mayor le imped\u00eda estudiar; que lo zaher\u00eda constantemente; que se ve\u00eda obligado a buscar trabajo de pe\u00f3n fuera de su humilde hogar de I Becchi.<\/p> G\u00e9lidas l\u00e1grimas enturbiaban su mirada. El fr\u00edo ater\u00eda su cuerpo menudo\u2026 Pero nadie se apiad\u00f3 de \u00e9l. March\u00f3 desolado por el camino del desaliento. Yo intent\u00e9 en vano olvidar aquel encuentro. Nunca lo consegu\u00ed.<\/p> D\u00e9cadas despu\u00e9s, escuch\u00e9 noticias de aquel muchacho. Juan Bosco ya era sacerdote. Acog\u00eda a los chicos pobres de Tur\u00edn. De tanto en tanto, regresaba a nuestras colinas rodeado de mozalbetes que hab\u00edan hallado en \u00e9l un padre, un maestro y un amigo. 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