{"id":13389,"date":"2020-06-23T10:48:19","date_gmt":"2020-06-23T08:48:19","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=13389"},"modified":"2020-06-23T10:48:19","modified_gmt":"2020-06-23T08:48:19","slug":"la-reina-y-yo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/la-reina-y-yo\/","title":{"rendered":"\u201cLa Reina y yo\u201d"},"content":{"rendered":"
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que no se escribe, se pierde sin remedio, digan lo que digan los que dicen. Hoy, amigo Javier, quiero contarte uno de mis deseos<\/em>, constantes y perseverantes, que tardaba mucho en poder cumplir en mi infancia, all\u00e1 en la posguerra.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Creo que fue Flaubert quien escribi\u00f3 que, si mir\u00e1semos siempre al cielo, acabar\u00edamos por tener alas. Hasta yo creo que alguna vez he empezado as\u00ed mi homil\u00eda dominical en Parla, Fuenlabrada, Azkoitia o Renter\u00eda, sin otra ambici\u00f3n que la de aplicar descargas de virtud en la pollada parroquial. Pero qu\u00e9 tonter\u00eda, pero qu\u00e9 cursilada. Era un reclamo. Bueno, vale, ya. Pero qu\u00e9 trola. Cuando yo ten\u00eda diez a\u00f1os iba y ven\u00eda del colegio Salesianos Atocha<\/em> a casa y viceversa y pasaba todos los d\u00edas cuatro veces por una confiter\u00eda de la calle Batalla del Salado<\/em>.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nunca, nunca, pod\u00eda resistir la tentaci\u00f3n de pararme delante del escaparate, en el que hab\u00eda unas bandejas con \u201cmilhojas\u201d. \u00a1Las \u201cmilhojas!\u201d. Val\u00edan dos cincuenta pesetas. Lo que para m\u00ed las hac\u00eda especialmente deseables es que eran de merengue blanco, como la camiseta del Real Madrid, mi equipo favorito, y adem\u00e1s te regalaban un par de \u201cCaramelos Campe\u00f3n\u201d, que llevaban dentro cromos relacionados con la Liga y que yo coleccionaba.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ello agudiz\u00f3 mis ganas de probar aquellas \u201cmilhojas\u201d, porque adem\u00e1s me ayudaban en la b\u00fasqueda obsesiva de la \u201cp\u201d y la \u201cr\u201d (pretendidas, inencontrables, missing<\/em>), para lograr conformar la frase: \u201cCaramelos Campe\u00f3n\u201d, cuyo premio era nada menos que una pluma estilogr\u00e1fica, que logr\u00e9 despu\u00e9s de atiborrarme durante un a\u00f1o de dichos caramelos; pero, \u00a1jo!, dos cincuenta pesetas era lo que costaban diez caf\u00e9s expresos en el \u201cAlcubilla\u201d, una entrada de cine en el Legazpi, el Luxarreta o en el Olimpia, varios tebeos de \u201cEl guerrero del antifaz<\/em>\u201d o de \u201cRoberto Alc\u00e1zar y Pedr\u00edn<\/em>\u201d o hasta una cajetilla de tabaco, que ocultaba en el agujero de una tapia y fumaba a escondidas con Pepe Rinc\u00f3n.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pasaban las semanas y los meses y el curso de la segunda elemental. Las \u201cmilhojas\u201d segu\u00edan all\u00ed, en el escaparate. Hasta aparecieron unas nuevas que llamaban suizas<\/em>, \u00e9stas de crema, pero a dos setenta y cinco. \u00a1Puff! Total que me qued\u00e9 sin probar lo que tanto hab\u00eda ansiado, porque al a\u00f1o siguiente cerr\u00f3 la confiter\u00eda, regida por un matrimonio muy mayor que se jubil\u00f3. Se impuso al deseo el peso bruto de la realidad.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cNo son tiempos \u2013dec\u00eda mi abuela Mam\u00e1 Nona<\/em>\u2013 para finuras, hijo, sino para el rodillo uniforme del trabajo, trabajo y confianza en Dios. Coge tu rodillo y adelante\u201d. A lo que a\u00f1ad\u00eda mi t\u00edo, mos\u00e9n Gregorio: \u201cQue nadie llegue nunca a sospechar que bajo el alarde de coraje se esconde otro ni\u00f1o probado por la tosferina, el sarampi\u00f3n y la tisis. \u201c-\u201c \u00bfLa qu\u00e9?. Valent\u00eda, Paco.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Algunos s\u00e1bados y domingos me llegaba hasta la Puerta del Sol<\/em>, amigo Javier, para presentarme a prop\u00f3sito en \u201cLa Mallorquina<\/em>\u201d y tomar un caf\u00e9 expreso (cincuenta c\u00e9ntimos: dos viajes de metro) y mirar y remirar y admirar uno de los dulces estrella de la casa: \u201cla Reina<\/em>\u201d, una especie de \u201cmilhojas\u201d de lujo, mucho m\u00e1s refinada (S\u00f3lo admirar. Costaba tres pesetas). Bueno. Romp\u00eda as\u00ed las costuras del barrio Lavapi\u00e9s para encaramarme a una independencia de la que quer\u00eda hacer vida y labor propias. Pero antes de todo eso, iba recibiendo una exquisita educaci\u00f3n de mis padres, mi abuela y mos\u00e9n Gregorio, con el tup\u00e9 levemente desgre\u00f1ado y fui acopl\u00e1ndome al placer hasta vocacional de una soledad que ser\u00eda aleta caudal de mi biograf\u00eda de lobezno estepario rodeado de gente.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 hago yo aqu\u00ed?, me dec\u00eda y bostezaba. Y al poco, \u00bfc\u00f3mo he podido dejarme embaucar por la mejor pasteler\u00eda de Madrid? No, mi vida no est\u00e1 aqu\u00ed, Paco, y de estar en alg\u00fan sitio estar\u00e1 en mi cuarto, en mi casa, ante el atril, entre mis cuadernos de dibujo, caligraf\u00eda, dictados, composiciones y mis libros \u2013el Libro de Espa\u00f1a<\/em> de Edelvives, la enciclopedia \u00c1lvarez\u2013 y en las palabras (albahaca, azahar, almohada\u2026 c\u00f3mo suenan), la palabra<\/em> y en la imaginaci\u00f3n, poca o mucha, que la naturaleza me ha concedido; a ese mundo me debo y s\u00f3lo ah\u00ed me toca laborar.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero una cosa, no quita la otra. \u201cLa reina<\/em>\u201d, \u201cLa reina y yo<\/em>\u201d. Ummm.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 hago yo aqu\u00ed?, me repet\u00eda. Pues lo de todos los domingos que mi t\u00eda Luc\u00eda, Luc\u00eda Bustos, me invitaba a comer. Vengo en metro a la Puerta del Sol<\/em>, me planto en La Mallorquina<\/em>. Me atraco de \u201creinas\u201d con el deseo, \u201cgano el jubileo de la pesta\u00f1a\u201d en el mism\u00edsimo centro de la Villa, me acerco al escaparate de la Librer\u00eda San Mart\u00edn<\/em>, esquina con Carretas, s\u00ed donde fue asesinado Eduardo Dato en 1921, aplasto la nariz sobre el escaparate para ver mejor los libros (los robar\u00eda todos) y \u00a1zas!, enfilo cualquiera de las calles que me lleva a Zurita 45, \u00faltimo piso. Calle Correo, por ejemplo, Jacinto Benavente, Doctor Cortezo, Tirso de Molina y Lavapi\u00e9s.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con cerca ya de ochenta a\u00f1os, todav\u00eda sigo so\u00f1ando algunas noches con el escaparate de la calle Batalla del Salado<\/em> y con el de La Mallorquina<\/em> de entonces y me despierto irremediablemente cuando iba a atrapar sin miramiento o a la \u201cmilhoja\u201d o a \u201cla reina\u201d y me dispon\u00eda a paladear el mejor merengue de todo Madrid, encendido de gula. Recuerdo ahora con mucho respeto la sabidur\u00eda de las ancianas de Nulvi, en Cerde\u00f1a, cuando me recitaban un refr\u00e1n de sus mayores: \u201cI peccattucci di gola si pagano nella vecchiaia<\/em> \/ Los pecadillos de gula se exp\u00edan en la vejez\u201d.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cAdi\u00f3s, adi\u00f3s, mi cansado, peque\u00f1o y profundo r\u00edo de la vida, cu\u00e1nto he amado tu incesante rumor, cu\u00e1nto me ha gustado arrojarme y ba\u00f1arme entre tus tibias ondas\u201d.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cLa reina y yo\u201d.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 He pensado una y otra vez por qu\u00e9 aquella \u201creina\u201d o aquellas \u201cmilhojas\u201d eran tan importantes para m\u00ed, por qu\u00e9 sigo recordando aquellos escaparates en los que me deten\u00eda el sugerente olor de la confiter\u00eda y el de la magna y castiza pasteler\u00eda y la frustraci\u00f3n de no haber podido consumar mis objetos de deseo. Y la verdad, no soy capaz de hallar ninguna explicaci\u00f3n razonable.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hecho es que, tiempo despu\u00e9s, he visitado La Mallorquina<\/em>, a donde llevo a mis amigos como detalle, \u201cdulce detalle\u201d, y hasta nos hemos acercado al obrador, situado en el mismo recinto. All\u00ed destacan todas las \u201creinas\u201d del mundo, que tanto anhelaba en mi infancia. Pero la mayor\u00eda de las veces salgo sin probarlas. Es m\u00e1s, no siento el menor impulso de llevarme envuelta ni una sola \u201cmilhojas<\/em>\u201d.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo cual sugiere, amigo Javier, que es much\u00edsimo m\u00e1s importante abrigar un deseo que realizarlo<\/em>. Cuando uno alcanza la materializaci\u00f3n de sus deseos, \u00e9stos siempre se desvanecen, se diluyen y pasan a no significar absolutamente nada: ausencia total.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mi infancia estuvo llena de deseos insatisfechos, de peque\u00f1eces, de ilusiones. Los t\u00edteres de El Retiro, las pelis del Olimpia<\/em>: Pinocho, Dumbo, los viajes imaginarios al mar desde la estaci\u00f3n de Atocha (Madrid, Alicante<\/em>, Zaragoza), el conejo gui\u00f1ol Pichirichi<\/em> de Don Ignacio Urtasun. Todo mi mundo era muy simple y me sent\u00eda fuerte y muy protegido por certezas \u00fanicas: Dios (representado en un tri\u00e1ngulo y en medio de un ojo). \u201cDios te ve\u201d, dec\u00eda mi abuela, \u201cNo hagas nada de lo que tengas que arrepentirte. \u00c9l siempre es bueno\u201d. Mejor que la nube esa, o las nubes esas de hoy \u00bfno? Mi familia. Mis amigos. Mis rutinas. La felicidad era escuchar<\/em> por la radio jugar al Atl\u00e9tico de Bilbao<\/em> con la mejor delantera del mundo formada por Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza (todav\u00eda me acuerdo), perderme en bici con mi padre los s\u00e1bados y tomar una o dos ca\u00f1as de cerveza (\u201cAl ni\u00f1o hay que destetarle a base de cerveza\u201d) o ir a pescar alg\u00fan cangrejo tambi\u00e9n con \u00e9l. Pero nunca, nunca olvidar\u00e9 aquel deseo, aquel sentimiento de que mi mayor dicha estaba en una \u201creina\u201d.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Javier, es hoy pero que muy pueril mi estridente sequ\u00eda, pero el tiempo, mi tiempo, que se acaba, parece todav\u00eda un ni\u00f1o que sonr\u00ede y te quiere acercar al o\u00eddo su modo de empezar.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que no se escribe, se pierde sin remedio, digan lo que digan los que dicen. 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