{"id":14362,"date":"2020-10-08T18:22:18","date_gmt":"2020-10-08T16:22:18","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=14362"},"modified":"2020-10-08T18:22:18","modified_gmt":"2020-10-08T16:22:18","slug":"encontrando-oro-en-ciudad-real","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/encontrando-oro-en-ciudad-real\/","title":{"rendered":"Encontrando oro en Ciudad Real"},"content":{"rendered":"

\u201cPiensa el sentimiento \u2013dec\u00eda Unamuno\u2013, siente el pensamiento\u201d. Siempre, siempre, el pensador bilba\u00edno asomado a las puertas del misterio para vislumbrar lo desconocido.<\/p>\n

En alg\u00fan momento la memoria<\/em> abre la escotilla equivocada.<\/p>\n

Gente clavada a mis venas y ronca de vida.<\/p>\n

Aquella tarde\/noche de noviembre de 1961 llego al Hospicio de San Francisco<\/em> de Ciudad Real. Es la primera vez que llamo a la puerta de un Hospicio. Y ya quiero ver todos. Quedo electrizado delante de la fachada de la Casa-Cuna<\/em> y Maternidad<\/em>. Buena construcci\u00f3n, murmuro, buena construcci\u00f3n. Contundente edificio, murmuro, contundente edificio. Buena madera, murmuro, buena madera. Para m\u00ed no hay arquitectura comparable a la naval. La nuestra, me digo a m\u00ed mismo entusiasmado, deber\u00eda ser como un barco (varado en el puerto, pero en salida). Desde muy peque\u00f1o hac\u00eda barcos de papel y los enviaba con cuidado, hasta con mimo, por el cauce del Manzanares<\/em>\u2026 hasta el mar. S\u00f3lo que en cualquier remolino de mala muerte eran engullidos por el agua.<\/p>\n

\u201c\u00bfSentimiento puro?\u201d Quien en ello crea \u2013prosigue Unamuno\u2013, de la fuente del sentir nunca ha llegado a la vida y honda vena\u201d.<\/p>\n

Al final las experiencias personales son las que van identificando los desenga\u00f1os y las esperanzas.<\/p>\n

Vuelvo a llamar a la puerta con la mano entera.<\/p>\n

Esa mano vac\u00eda me incorpora el misterio. La ilusi\u00f3n de que hay algo al otro lado de la puerta.<\/p>\n

Y me miro la mano. La palma de la mano.<\/p>\n

Claro que hay algo.<\/p>\n

Las manos de tres, seis chiquillos y las de la Hija de la Caridad que me reciben.<\/p>\n

– \u00a1Salesianos! \u00a1Alesianos! \u00a1Que llegan los Alesianos!<\/p>\n

Voces, gritos, aplausos.<\/p>\n

– San Francisco<\/em> siempre ha sido tierra de asilo<\/em> \u2013dice la Sor, con la voz animada de quien disfruta una vida.<\/p>\n

\u00bfPor qu\u00e9 dijo aquello ha Hija de San Vicente de Pa\u00fal?<\/p>\n

Le pregunto al aire. Le pregunto a las acacias. Le pregunto a una trinidad de gorriones colgados de unos cables. Le pregunto a mi conciencia.<\/p>\n

Observo. Observar\u00eda durante mis tres a\u00f1os de \u201cmaestrillo\u201d en La Mancha.<\/p>\n

Casa-Cuna<\/em> y Maternidad<\/em> no estaba estructurada para morir, sino para nacer y vivir. En mis o\u00eddos comienza a retumbar como un latido sordo, un fragor marino (\u00bfser\u00e1 un nuevo barco? Es cierto, una nueva andadura), el sonido de los remolinos de la sangre en mi cabeza. No es para nada desagradable: es excitante, Javier. Jam\u00e1s me hab\u00eda sentido tan excitado como en esos momentos.<\/p>\n

Casa-Cuna<\/em> y Maternidad<\/em>.<\/p>\n

Sor Marcelina cu\u00e1ntas casas tuvo que o\u00edr. Cu\u00e1ntas tuvo que aguantar. Cu\u00e1nto llor\u00f3 en los quir\u00f3fanos. Cu\u00e1nto cant\u00f3 en las cunitas. Resistiendo el ultim\u00e1tum del coraz\u00f3n: vivir, s\u00f3lo por vivir, Sor, o me saco los ojos; por \u00e9stas, Sor, los ojos. La mano herida, con callos de tanto apretar y no cejar.<\/p>\n

Y no cejar, aunque aullase como un lobo. Y no parar.<\/p>\n

Y musitar mil palabras hacia adentro y sentir el murmullo de su deshablar. \u00a1Mira que no habr\u00e1 hablado sola en su vida Sor Marcelina!<\/p>\n

Limpiaba todos los miedos. Velaba todos los sue\u00f1os.<\/p>\n

Cantaba a todas las vidas. Colgaba de los cuellos todas las medallitas de La Milagrosa<\/em>.<\/p>\n

Aquella tarde sobre el umbral de \u201cSan Francisco\u201d pens\u00e9 el sentimiento<\/em> de fundar<\/em>, a mi manera, mi vida en Ciudad Real y sent\u00ed el pensamiento de que para m\u00ed la tierra deseada, la tierra inc\u00f3gnita estaba al otro lado de la puerta de la Casa-Cuna<\/em> y Maternidad<\/em>.<\/p>\n

Cada brizna de aire era una apuesta.<\/p>\n

Cada ni\u00f1o me explica el contenido de su nombre.<\/p>\n

Son rostros nerviosillos e inestables, propensos a emociones.<\/p>\n

– \u00bfY t\u00fa, c\u00f3mo te llamas? – \u00bfY t\u00fa? – \u00bfY t\u00fa? – \u00bfY t\u00fa?<\/p>\n

-Yo, el Donoso, y soy de Puertollano.<\/p>\n

– Yo, Jes\u00fas, pero me llaman \u201cel Madrile\u00f1o\u201d.<\/p>\n

– Yo, Antonio, pero me llaman \u201cel Visi\u201d.<\/p>\n

– Yo, Jos\u00e9 Mar\u00eda, pero me llaman \u201cCriminal\u201d.<\/p>\n

En mis o\u00eddos vibra el zumbido del mundo, el ruido del entrechocar de los milenios. Se queda ah\u00ed de pie, en medio del aire fulgurante, en el oro rojo de un sol casi acabado. Todo est\u00e1 bien, todo es apropiado, el lento girar del atardecer en La Mancha. \u201cCriminal\u201d. Me quedo con su nombre: Jos\u00e9 Mar\u00eda.<\/p>\n

Amigo Javier, todo se hac\u00eda sustancial, eterno, necesario. Todo parec\u00eda estar cargado de existencia. Como si por unos instantes hubiera atinado a ver el oculto dise\u00f1o de las cosas, de los ni\u00f1os, de los garzones, de sus madres, de Sor Marcelina. Y pens\u00e9: este momento pasar\u00e1, y pasar\u00e1n los d\u00edas y los a\u00f1os, y un d\u00eda morir\u00e9. Pero yo sab\u00eda que ese recuerdo me iba a acompa\u00f1ar hasta el fin de mi vida. Que cuando mis d\u00edas se acaben \u2013en ello estoy\u2013 a\u00f1orar\u00eda esos momentos. Como ciertamente ha sucedido y te estoy contando.<\/p>\n

Cabeceo sin fuerzas apenas, abrumado por la invasi\u00f3n de tantas manos, pero m\u00e1s por la invasi\u00f3n de la memoria<\/em>, con los ojos clavados en mi maleta de cart\u00f3n piedra<\/em>, la misma que llev\u00e9 al seminario en 1951, y adem\u00e1s todas las c\u00e9lulas de mi cuerpo, recordando ese pasado ajeno tan cercano: los destinos de los compa\u00f1eros<\/em> (- Yo voy al bachillerato de Salamanca; yo al de Santander; yo al de Orense; yo a Ar\u00e9valo, soy personal de formaci\u00f3n, \u00bfsabes? \u00a1cu\u00e1nta gilipollas!, la presencia de mi padre Rom\u00e1n en la estaci\u00f3n de Ferrocarril de Delicias<\/em>, enfrente de la casa de los Espinosa, calle Bustamante 7. Y, para despedirme (\u201cHijo, tu padre resisti\u00f3 el vac\u00edo en la guerra. Soy un anticuerpo contra el Vac\u00edo. Me gusta donde te env\u00edan. Empiezo a creer en tu vocaci\u00f3n. S\u00e9 digno del oro que te acaban de entregar), el sofoco prolongado de la tarde en un vag\u00f3n de tercera, el olor a tierra quemada de los rastrojos perpendiculares a las v\u00edas y las oleadas de carbonilla desde la m\u00e1quina para anidar en las pestanas de los ojos y en la comisura de los labios.<\/p>\n

No era capaz de limpiar tanta sorpresa y me fui abriendo paso.<\/p>\n

\u00bfLimpiar la sorpresa?<\/p>\n

Se lo pregunt\u00e9 a Sor Marcelina y se lo pregunt\u00e9 al aire. De nuevo. Al fin y al cabo, est\u00e1bamos all\u00ed ya, en Ciudad Real, por culpa de la sorpresa. Se trata de una temporada fuera de Madrid, en tierra apartada, despu\u00e9s de la muerte de mi madre. Ten\u00eda que velar por los chicos del Hospicio como \u201cun anticuerpo contra el Vac\u00edo\u201d, hab\u00eda dicho mi padre.<\/p>\n

Y pens\u00e9: que tengo veinte a\u00f1os, que en abril cumplo veintiuno y termino Magisterio<\/em> y que me tengo que tallar<\/em> para la mili y quiz\u00e1 ya nunca vuelva a ser tan feliz como soy ahora. El mundo se ha detenido aqu\u00ed en Casa-Cuna<\/em> y Maternidad<\/em> y los objetos est\u00e1n impregnados de vida. Tan s\u00f3lidos, tan pesados, tan \u00edntimos, tan m\u00edos. La misma respiraci\u00f3n parec\u00eda haberse quedado en suspenso. Tuve admiraci\u00f3n. Me intimid\u00e9 por dentro ante tantos ni\u00f1os y muchachos, porque la infancia y la adolescencia son la mezcla de lo hermoso y de lo complicado. Y de emociones que colonizan el espacio del cerebro hasta darle un sentido.<\/p>\n

– \u201c\u00a1Empiezo a creer en tu vocaci\u00f3n, hijo! \u00a1Se digno del oro que te acaban de entregar!\u201d.<\/p>\n

Vino a recibirme Don Benigno Castej\u00f3n Bl\u00e1zquez.<\/p>\n

Clima emocional hondo.<\/p>\n

Empiezo a serenarme. Voy perdiendo la clarividencia del momento y retorna mi simple humanidad y observaci\u00f3n. Recordamos el encuentro de Don Bosco con Bartolom\u00e9 Garelli, el 8 de diciembre de 1841, a modo de Buenas Noches<\/em> y rezamos un Avemar\u00eda<\/em> como punto de partida. La fiereza caldea mi cuerpo con m\u00e1s eficacia que el taz\u00f3n de leche humeante, ofrecido por Sor Marcelina. Ahora iba a empezar para m\u00ed lo importante: ante m\u00ed se extend\u00eda la Casa-Cuna <\/em>y Maternidad<\/em>, que no estaba estructurada para morir, sino para nacer, crecer, vivir. Como mi escuela, como mi adulta escuela primaria.<\/p>\n

Los rayos de sol de la pared dejaron en ese momento de ser la esencia del sol para ser simples rayos, y en las arrugas de las s\u00e1banas del Hospicio de San Francisco<\/em> ya no cab\u00eda para m\u00ed el mundo. Y pens\u00e9: cada vez que recuerde Ciudad Real<\/em> procurar\u00e9 recordar que hubo una tarde\/noche en la que fui capaz de detener el tiempo.<\/p>\n

Abrumado, en fin, por la invasi\u00f3n de la memoria, ya con el correr del tiempo, percib\u00ed el estallido de la plenitud de Benigno Castej\u00f3n Bl\u00e1zquez<\/em> e inscrib\u00ed su nombre y su biograf\u00eda en el Diccionario Biogr\u00e1fico Espa\u00f1ol<\/em> de la Real Academia de la Historia<\/em>.<\/p>\n

\u201cPiensa el sentimiento, \u2013poetizaba Unamuno\u2013 siente el pensamiento\u201d. Cuando alguien le insinuaba a Rub\u00e9n Dar\u00edo que los versos unamunianos eran muy \u201cpesados\u201d, contestaba: \u201cTambi\u00e9n el hierro y el oro lo son\u201d. Como la tozuda realidad del Hospicio de San Francisco<\/em> de Ciudad Real: \u201cOro, oro puro, a gloria de San Vicente de Paul, hasta 1961 y a gloria de San Juan Bosco a partir de 1962. Am\u00e9n\u201d.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

\u201cPiensa el sentimiento \u2013dec\u00eda Unamuno\u2013, siente el pensamiento\u201d. Siempre, siempre, el pensador bilba\u00edno asomado a las puertas del misterio para vislumbrar lo desconocido. En alg\u00fan momento la memoria abre la escotilla equivocada. Gente clavada a mis venas y ronca de vida. 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