{"id":14547,"date":"2020-10-27T09:57:39","date_gmt":"2020-10-27T08:57:39","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=14547"},"modified":"2020-10-27T09:57:39","modified_gmt":"2020-10-27T08:57:39","slug":"el-olmo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/el-olmo\/","title":{"rendered":"El olmo"},"content":{"rendered":"

Una apuesta por la alegr\u00eda<\/strong><\/p>\n

Crec\u00ed en la Alameda de la ciudad de Chieri. Cada primavera me regalaba miles de hojas nuevas; anticipo de mi fresca sombra estival. Luego, el viento fr\u00edo del oto\u00f1o desnudaba mis ramas. Viv\u00eda al ritmo de las estaciones. Mis profundas ra\u00edces se aferraban a la tierra.<\/p>\n

Recuerdo aquel d\u00eda de feria. Sonaba la m\u00fasica. Cuellos almidonados en camisas blancas. Revuelo de enaguas y faldas. Y de pronto, llegaron ellos. Les acompa\u00f1aba una algarab\u00eda de gargantas enardecidas.<\/p>\n

Se detuvieron a mis pies. Contemplaron mi tronco. Se\u00f1alaron mi copa. Y, como quien pronuncia un conjuro, se desafiaron: \u00abQuien ponga los pies en la rama m\u00e1s alta ser\u00e1 el vencedor definitivo del juego y de las apuestas\u00bb.<\/p>\n

Les observ\u00e9. Uno de ellos era un saltimbanqui profesional acostumbrado a rodar de feria en feria. Junto a \u00e9l se hallaba su contrincante, un joven estudiante llamado Juan Bosco. Sus anchos hombros recib\u00edan las palmadas de aliento de sus compa\u00f1eros. Apuesta tras apuesta, Juan Bosco hab\u00eda derrotado al saltimbanqui en la carrera, en el salto, en la habilidad con la varita\u2026 Yo era la \u00faltima oportunidad para que aquel charlat\u00e1n de feria recuperara el dinero perdido: o todo\u2026 o nada. \u00a1240 liras en juego!<\/p>\n

Comenz\u00f3 la prueba. Le toc\u00f3 el turno al saltimbanqui. Cuerpo menudo y enjuto. Escupi\u00f3 sobre las palmas de sus manos. Las frot\u00f3. Trep\u00f3 con sorprendente agilidad. Cuando lleg\u00f3 a lo m\u00e1s alto, mis finas ramas se cimbrearon. Tem\u00ed que se rompieran\u2026 El saltimbanqui desafi\u00f3 el peligro. Coloc\u00f3 en ellas sus pies. En su rostro se dibuj\u00f3 una sonrisa; antesala del triunfo. Descendi\u00f3. Y, con gesto burl\u00f3n, indic\u00f3 el camino vertical de mi tronco al joven estudiante.<\/p>\n

Juan Bosco observ\u00f3 la rama a la que hab\u00eda llegado su contrincante. Not\u00e9 en su rostro una mueca de desaliento. Inici\u00f3 la ascensi\u00f3n. Trep\u00f3. Se detuvo junto a la rama sobre la que hab\u00eda puesto sus pies el saltimbanqui. Un paso m\u00e1s y se quebrar\u00eda.<\/p>\n

Cientos de ojos estaban clavados en \u00e9l. Silencio expectante.<\/p>\n

Y, cuando todo parec\u00eda perdido, Juan Bosco agarr\u00f3 el tronco con sus manos\u2026 gir\u00f3 su cuerpo con un supremo esfuerzo. Y levant\u00f3 los pies por el aire hasta colocarlos un metro m\u00e1s arriba que su competidor. Venci\u00f3.<\/p>\n

Aplausos de la multitud. Alegr\u00eda de los compa\u00f1eros. Rabia y desolaci\u00f3n en el pobre saltimbanqui.<\/p>\n

D\u00edas despu\u00e9s regres\u00f3 Juan Bosco con sus amigos. Se\u00f1alaban mi copa una y otra vez. Les escuch\u00e9 decir que hab\u00edan perdonado la deuda al saltimbanqui a cambio de una comida. Re\u00edan y eran felices. Juntos formaban La Sociedad de la Alegr\u00eda<\/em>. Me un\u00ed a ellos, y una sonrisa nueva anid\u00f3 entre mis ramas centenarias.<\/p>\n

Nota: 1832. Juan Bosco, estudiante en Chieri, acepta el desaf\u00edo de un saltimbanqui profesional. Le vencer\u00e1 en todas las pruebas, incluida la ascensi\u00f3n a la copa de un olmo. El saltimbanqui perder\u00e1 todas las apuestas. Perdonar\u00e1n la deuda al charlat\u00e1n de feria a cambio de una comida para <\/em>La Sociedad de la Alegr\u00eda en la fonda <\/em>El Muletto. (M.O. 1\u00aa D\u00e9cada. n\u00ba 12).<\/em><\/p>\n

Fuente: Bolet\u00edn Salesiano<\/em><\/strong><\/p>\n

<\/div>\n