{"id":14671,"date":"2020-11-03T16:00:45","date_gmt":"2020-11-03T15:00:45","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=14671"},"modified":"2020-11-03T16:00:45","modified_gmt":"2020-11-03T15:00:45","slug":"el-fusil","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/el-fusil\/","title":{"rendered":"El fusil"},"content":{"rendered":"

Otra fuerza y precisi\u00f3n<\/strong><\/p>\n

Brillante por fuera y bien engrasado por dentro. Colgado del hombro de mi due\u00f1o. Dispuesto a entrar r\u00e1pidamente en acci\u00f3n para atajar la delincuencia. Reprimiendo los desmanes de rufianes y facinerosos. Salvaguardando el orden… As\u00ed transcurr\u00edan mis d\u00edas.<\/p>\n

Era yo un moderno fusil al servicio de un guardia municipal de Tur\u00edn. En el interior de mi largo ca\u00f1\u00f3n de acero guardaba un secreto que me enorgullec\u00eda: mis estr\u00edas. Mis antecesores hab\u00edan quedado obsoletos: la parte interna de sus ca\u00f1ones era lisa y disparaban de forma imprecisa. Mis estr\u00edas garantizaban disparos de gran precisi\u00f3n.<\/p>\n

Siempre recordar\u00e9 un extra\u00f1o servicio que compart\u00ed con mi due\u00f1o.<\/p>\n

Era el mes de mayo. Mi propietario, ataviado con su uniforme, patrullaba las calles del centro de la ciudad. Proteg\u00eda a los ciudadanos de rateros y maleantes.<\/p>\n

Recibi\u00f3 una orden desde el Ayuntamiento: deb\u00eda trasladarse urgentemente al suburbio de Valdocco para vigilar a un grupo de mozalbetes.<\/p>\n

Se estremeci\u00f3 mi cuerpo. Me imagin\u00e9 enfrentado a alguna banda de j\u00f3venes delincuentes: hijos de la miseria; amamantados con el vino barato de las tabernas; adiestrados en la escuela del robo, la navaja y la extorsi\u00f3n.<\/p>\n

Llegamos. Me aprest\u00e9 a detectar el m\u00e1s m\u00ednimo desorden. Divis\u00e9 con sorpresa a un centenar de muchachos que jugaban en un prado. Sonre\u00edan, corr\u00edan y voceaban. Zancos, aros y pa\u00f1uelos al viento. Diversi\u00f3n con orden y sentido.<\/p>\n

De pronto se escuch\u00f3 la voz de una peque\u00f1a campana. Cesaron los juegos. A la indicaci\u00f3n de un joven sacerdote \u2013al que llamaban Don Bosco\u2013, los muchachos atravesaron el umbral que conduc\u00eda a un modesto cobertizo.<\/p>\n

Mi due\u00f1o se acerc\u00f3 hasta la puerta. Vigilaba respetuosamente. Aupado a lo alto de su hombro contempl\u00e9 a los chicos. Atend\u00edan a Don Bosco. Prest\u00e9 atenci\u00f3n. Entre las paredes de aquel peque\u00f1o cobertizo resonaban palabras que mis o\u00eddos de fusil nunca hab\u00edan escuchado: alegr\u00eda, nuevas oportunidades, trabajo, dignidad, fe, amistad, perd\u00f3n\u2026 En vano intent\u00e9 comprender su significado.<\/p>\n

Pero, a medida que las palabras de Don Bosco penetraban por las estr\u00edas de mi ca\u00f1\u00f3n, crec\u00eda en m\u00ed el deseo de transformarme. \u00a1Cu\u00e1nto me hubiera gustado abandonar para siempre las absurdas tareas que enorgullec\u00edan mis d\u00edas: \u00a1disparar con precisi\u00f3n, herir, te\u00f1ir de sangre la vida, castigar, reprimir\u2026!<\/p>\n

Horas despu\u00e9s mi due\u00f1o concluy\u00f3 el servicio de vigilancia. Abandonamos Valdocco. Regresamos al centro de la ciudad.<\/p>\n

Han transcurrido varios a\u00f1os. Sigo patrullando las calles. De tanto en tanto resuenan en mi interior aquellas palabras que anta\u00f1o escuchara en el Oratorio. Frecuentemente me pregunto, \u00bfpor qu\u00e9 las palabras de Don Bosco siempre tuvieron m\u00e1s fuerza y precisi\u00f3n que las balas disparadas por los fusiles?<\/p>\n

Nota: mayo de 1846. El alcalde de Tur\u00edn env\u00eda guardias municipales al Oratorio para vigilar y espiar todo lo que all\u00ed se hace y dice. Los guardias quedan admirados y emocionados por las palabras de Don Bosco y por su forma de actuar con los j\u00f3venes (MBe II, 336-338).<\/em><\/p>\n

Fuente: Bolet\u00edn Salesiano<\/strong><\/em><\/p>\n

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