{"id":15089,"date":"2020-12-01T11:29:28","date_gmt":"2020-12-01T10:29:28","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=15089"},"modified":"2020-12-01T11:29:28","modified_gmt":"2020-12-01T10:29:28","slug":"el-boceto","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/el-boceto\/","title":{"rendered":"El boceto"},"content":{"rendered":"

Reflejos de una madre<\/strong><\/p>\n

Me cabe el honor de ser la \u00fanica imagen de Mam\u00e1 Margarita. Desde mi silencio te ofrezco la mirada de aquella buena mujer, madre de Don Bosco y de los chicos del Oratorio.<\/p>\n

Los historiadores te contar\u00e1n que nac\u00ed del pincel de Giuseppe Rollini, pintor de renombre. Te dir\u00e1n que fui el mejor regalo que hicieron a Don Bosco. Describir\u00e1n su emoci\u00f3n al contemplar el rostro de su madre, fallecida diez a\u00f1os atr\u00e1s\u2026 Pero esa no es toda la verdad. Bajo los pigmentos del \u00f3leo que ahora contemplas subyace la historia de un humilde boceto: mi historia.<\/p>\n

Soy una l\u00e1mina de papel grueso sobre la que dibujan los artistas. Todav\u00eda recuerdo aquella tarde. Mam\u00e1 Margarita trajinaba en la cocina. Se afanaba por repetir el milagro de la multiplicaci\u00f3n del pan y la polenta. Se aproximaba la hora de la cena.<\/p>\n

Fue entonces cuando lleg\u00f3 mi due\u00f1o. Se llamaba Bartolom\u00e9. Era un joven del Oratorio que so\u00f1aba con ser pintor. Vest\u00eda blusa gris y gorra de artista. En su mano sujetaba un carboncillo. Yo me hallaba en el interior de su cartapacio.<\/p>\n

Todav\u00eda no s\u00e9 c\u00f3mo convenci\u00f3 a Mam\u00e1 Margarita. Pero la buena madre detuvo el ajetreo. Se sent\u00f3. Ajust\u00f3 su cabeza a la posici\u00f3n que le ped\u00eda el novel retratista. Pos\u00f3 para \u00e9l.<\/p>\n

Todav\u00eda me parece escuchar el suave rozar del carboncillo sobre mi cuerpo de papel. La mano de Bartolom\u00e9 trazaba l\u00edneas firmes. El rumor del carboncillo se confund\u00eda con el tenue bullir de las ollas sobre los fogones.<\/p>\n

Y se produjo el milagro. El tocado de tela que cubr\u00eda la cabeza de Mam\u00e1 Margarita se traslad\u00f3 a mi superficie. Aparecieron las finas guedejas de su cabello. Las difuminadas arrugas de su frente reflejaron la fortaleza de aquella mujer casi anciana.<\/p>\n

De pronto, Bartolom\u00e9 se detuvo. Not\u00e9 c\u00f3mo sus manos me dec\u00edan: aunque seas una l\u00e1mina de papel te voy a convertir en un reflejo de vida.<\/p>\n

Acto seguido, no s\u00f3lo dibuj\u00f3 los ojos de Mam\u00e1 Margarita: plasm\u00f3 en ellos la ternura de una madre. No s\u00f3lo deline\u00f3 sus labios: esboz\u00f3 entre ellos sus palabras de educadora.<\/p>\n

Cuando el joven pintor me mostr\u00f3 a Mam\u00e1 Margarita, percib\u00ed en ella una satisfacci\u00f3n apenas contenida. Yo ya no era una l\u00e1mina de papel. Me hab\u00eda transformado en el latido de su coraz\u00f3n de madre.<\/p>\n

De pronto, en medio del abrazo agradecido de la despedida, Bartolom\u00e9 se detuvo. Me tom\u00f3 apresuradamente. Y traz\u00f3 un \u00faltimo detalle: las peque\u00f1as cuentas redondas del min\u00fasculo collar de bisuter\u00eda que adornaban el cuello de Mam\u00e1 Margarita. Era el recuerdo de aquel collarcito de oro que anta\u00f1o vendiera para comprar el pan de los chicos del Oratorio.<\/p>\n

Nota: Mayo de 1855. Bartolom\u00e9 Bellisio, un joven del Oratorio que quiere ser pintor, dibuja un boceto en el que retrata fielmente a Mam\u00e1 Margarita. Doce a\u00f1os despu\u00e9s del fallecimiento de la buena madre, Giuseppe Rollini pintar\u00e1 el \u00f3leo que ahora contemplas inspir\u00e1ndose en el boceto de aquel novel artista. (MBe IV, 369; XVII, 408).<\/em><\/p>\n

Fuente: Bolet\u00edn Salesiano, mayo de 2020<\/strong><\/em><\/p>\n

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