{"id":15318,"date":"2020-12-15T12:26:38","date_gmt":"2020-12-15T11:26:38","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=15318"},"modified":"2020-12-15T12:26:38","modified_gmt":"2020-12-15T11:26:38","slug":"el-garbanzo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/el-garbanzo\/","title":{"rendered":"El garbanzo"},"content":{"rendered":"

Verdugo penitencial<\/strong><\/p>\n

Mam\u00e1 Margarita nos conservaba en el rinc\u00f3n m\u00e1s fresco y seco de la despensa. Permanec\u00ed encerrado en un saco durante varias semanas. Compart\u00ed horas de aburrimiento junto a multitud de hermanos m\u00edos. Ansi\u00e1bamos convertirnos en alimento para los chicos del Oratorio.<\/p>\n

Como buenos garbanzos, est\u00e1bamos orgullosos de nuestra redonda fortaleza. Por eso nos incomodaba el tr\u00e1mite al que nos someter\u00eda Mam\u00e1 Margarita antes de cocinarnos: mantenernos a remojo en agua con bicarbonato durante la noche; tedioso ritual que eliminar\u00eda nuestra dureza.<\/p>\n

Pero mi vida nunca fue como la imagin\u00e9. Aquella noche de invierno lo cambi\u00f3 todo. Al abrigo de la oscuridad, uno de los chicos de Don Bosco se acerc\u00f3 al saco que nos albergaba. Se alumbraba con un quinqu\u00e9 de aceite. Mir\u00f3 furtivamente a uno y otro lado. Introdujo su mano. Me tom\u00f3 junto con dos hermanos m\u00edos y march\u00f3.<\/p>\n

Al ver que no me pon\u00eda a remojo, me alegr\u00e9. Pero, \u00bfqu\u00e9 destino me aguardaba? Lo descubr\u00ed con las primeras luces de la ma\u00f1ana\u2026 Aquel muchacho \u2013al que todos llamaban Domingo Savio\u2013, tom\u00f3 uno de sus zapatos. Me deposit\u00f3 en su interior. Se calz\u00f3. Anud\u00f3 los cordones\u2026 Qued\u00e9 aprisionado entre el cuero del zapato y el pie del chico.<\/p>\n

\u00a1Qu\u00e9 agobio! El zapato me presionaba. Yo sent\u00eda, tras el calcet\u00edn, la fina piel del muchacho. Dese\u00e9 que la dureza de mi cuerpo se tornara suavidad para no hacerle da\u00f1o. Aguant\u00e9. Qued\u00e9 sin fuerzas. Me abandon\u00e9. Comenc\u00e9 a herir su pie. Pas\u00e9 una ma\u00f1ana horrible pensando el dolor que yo le causaba a cada paso que daba. Maldije mi suerte. La misi\u00f3n de un honrado garbanzo no es causar sufrimiento.<\/p>\n

A media ma\u00f1ana lleg\u00f3 Don Bosco, mi \u00ablibertador\u00bb. Con sonrisa amplia se acerc\u00f3 a Domingo. Al ver su rostro entristecido le pregunt\u00f3 c\u00f3mo se hallaba. El chico, con una mueca cincelada por el dolor, confes\u00f3: \u00abEs cuaresma y hago penitencia por mis pecados\u00bb. En voz baja le relat\u00f3 mi historia; la triste historia de un garbanzo convertido en verdugo penitencial.<\/p>\n

La reacci\u00f3n del sacerdote fue rotunda. Orden\u00f3 a Domingo que me sacara del zapato. Dej\u00e9 de herir su piel. Respir\u00e9 aliviado. Mientras Domingo me arrojaba junto a la tapia del patio del Oratorio, escuch\u00e9 decir a Don Bosco: \u00abHacer penitencia es tener paciencia cuando te injurian; sonre\u00edr; no andar quej\u00e1ndose del fr\u00edo o del calor\u2026 trabajar por hacer el bien\u00bb.<\/p>\n

Domingo se alej\u00f3 reconfortado. Yo qued\u00e9 en un rinc\u00f3n del patio. Semanas despu\u00e9s, la humedad y el tibio sol de primavera me hicieron germinar. Brot\u00e9 de puntillas hacia lo alto. Una nueva sabidur\u00eda orientaba tambi\u00e9n mi vida: transform\u00e9 mi dureza de garbanzo en un tallo poblado de aterciopeladas y verdes hojas.<\/p>\n

Nota: Cuaresma 1856. Domingo Savio, deseoso de hacer penitencia, castiga su cuerpo sin alimento y sin abrigo. Coloca garbanzos y astillas en sus zapatos\u2026 Don Bosco le proh\u00edbe tales mortificaciones. Le orienta hacia nuevas formas de vida espiritual (MBe V, 158). (Vida del joven Domingo Savio, cap. XV).<\/em><\/p>\n

Fuente: Bolet\u00edn Salesiano<\/strong><\/em><\/p>\n

<\/div>\n