Se me vino la noche del 13 de julio encima, tan callando.<\/p>\n
Mis ruidosos pensamientos me trajeron hoy a San Benito, proclamado por P\u00edo XII y Pablo VI, \u201cPadre y Patr\u00f3n de Europa\u201d. Y es que \u00e9l y sus monjes colaboraron de forma contundente y definitiva a poner los cimientos de esa enorme realidad, todav\u00eda tambaleante, que llamamos Europa.<\/p>\n
Europa, el grito que nos salva de la guerra.<\/p>\n
A fuerza de gritar Europa en sue\u00f1os, nos volvemos roncos por las cenizas y lascas que han acabado en esos sue\u00f1os. Y el gran San Benito protector se convirti\u00f3 en un soldadito centinela contra el torrente del incendio comunista o nazi que se fue deslizando por la cuesta inclinada de nuestro siglo \u00faltimo.<\/p>\n
Europa, atm\u00f3sfera de ruinas respiradas.<\/p>\n
Europa, corres con la estatua abogada de San Benito hacia las fronteras del Mediterr\u00e1neo como \u00faltimas barreras o primeras. Cualquiera de por all\u00ed, sin poder hacer nada, sin darse cuenta, se cr\u00eda construido por muros frente a tanta invasi\u00f3n.<\/p>\n
Europa, te recuerdo unas palabras de San Agust\u00edn:<\/p>\n
– \u201c\u00bfPor qu\u00e9 te apoyas en ti, que no puedes tenerte en pie?\u201d.<\/p>\n
Lleva puestos los mismos ropajes s\u00f3lo el tiempo suficiente, porque se volver\u00e1n harapos.<\/p>\n
Europa, eres delicada y quebradiza, contradiciendo tu robusta constituci\u00f3n cristiana y cultural. Posees la fragilidad de lo indomesticable.<\/p>\n
Te corresponde, como buen guerrero, la vulnerabilidad, que te sume tantas veces en lagunas febriles, que multiplican tu hermosura, codicia constante de tus enemigos, entre el manantial de tus arenas de oro.<\/p>\n
Amigo Javier, sobre mi escritorio un estilete cae del coraz\u00f3n de San Benito.<\/p>\n
– \u00bfPadre San Benito \u2013le digo\u2013 se podr\u00eda acabar con la vida de Europa con la misma facilidad con la que se corta el tallo de una flor?<\/p>\n
– Se podr\u00eda. Al m\u00ednimo roce Europa sangra. A menudo se ha fatigado y los emperadores del \u201cSacro Romano Imperio\u201d y los mismos obispos de roma se lo reprocharon con dureza, a pesar de lo magn\u00e1nima que resultaba su extenuaci\u00f3n.<\/p>\n
– Circunstancia, Padre, que no ha hecho sino aumentar la hondura de su parte inmortal.<\/p>\n
– Por eso, desde el principio, amigo Paco, los benedictinos intentamos transmitirle la necesaria raci\u00f3n de disciplina, trabajo y sentido de equipo.<\/p>\n
– Pero t\u00fa no eras una persona junto a la que se cosechara el reposo. Incluso lo m\u00e1s liviano, en ti, carec\u00eda de ligereza.<\/p>\n
– \u00bfT\u00fa crees?<\/p>\n
– Yo creo, Padre San Benito, que los monjes con tantas horas de oraci\u00f3n s\u00f3lo pod\u00edais fingir una gran calma que estaba destinada a emboscar el desasosiego que nuestra presencia babil\u00f3nica pod\u00eda provocar. No s\u00e9. Ay\u00fadame t\u00fa.<\/p>\n
Lo escruto, entornando los ojos, esperando que alguna noticia venga a mi encuentro. Dice:<\/p>\n
– Mira, lo nuestro fue y es, sobre todo, algo que podr\u00edamos llamar la \u201cracionalizaci\u00f3n del misterio cristiano\u201d, tarea que hoy ya no podr\u00edamos emprender, ni tampoco la m\u00e1s poderosa multinacional.<\/p>\n
– \u00bfMe est\u00e1s diciendo que la m\u00e1s avanzada cibern\u00e9tica se queda peque\u00f1a ante tu poder\u00edo \u201celectr\u00f3nico\u201d?<\/p>\n
– Se queda peque\u00f1a, Paco. Porque el motor de mi m\u00e1quina es, ni m\u00e1s ni menos, que el coraz\u00f3n. Un motor muy olvidado en aras del racionalismo industrial, oye, en el que parece reducirse al hombre a un engranaje b\u00e1sico, pero engranaje.<\/p>\n
Le miro.<\/p>\n
Nos miramos.<\/p>\n
La reciprocidad de miradas se extiende como semilla de flores.<\/p>\n
– Padre San Benito, all\u00e1 por 1970, hice un curso de \u201cm\u00edstica\u201d en la Gregoriana de Roma, impartido por el monje de Clairvaux, Jean Leclerq, el autor de El amor a las letras y el deseo de Dios<\/em>. Nos dijo que t\u00fa descubriste, pusiste en marcha y potenciaste la aplicaci\u00f3n t\u00e9cnica de la m\u00edstica sin que \u00e9sta naufragara.<\/p>\n – \u00bfDemasiado? Pero\u2026<\/p>\n – Pero, Padre San Benito, cuando tantas veces se habla de esa alternativa entre verticalismo u horizontalismo, como si hubiera que elegir entre Dios o el mundo, entre el cielo o la tierra, uno se acuerda que hace m\u00e1s de mil a\u00f1os \u2013mil\u2013 t\u00fa, un monje muy espabilado y muy santo, emprendedor y m\u00edstico, solucionaste el problema de una vez por todas.<\/p>\n – Bueno, no s\u00e9. Quiz\u00e1 el horario aproximado que empezamos a seguir. Nuestra \u201cregla benedictina\u201d es primitiva: cuatro horas para rezar, cuatro horas para estudiar, seis y media para trabajar manualmente, ocho y media para dormir y una para comer. Cuenta, y ver\u00e1s que suman 24.<\/p>\n Doy un ligero suspiro y sacudo la cabeza.<\/p>\n – \u00bfLa cosa no te gusta?<\/p>\n – La cosa me parece elemental, incluso dura y despreciativa.<\/p>\n Se oye girar la rueda dentada en la cabeza perspicaz de San Benito.<\/p>\n – Esa mezcla, amigo Paco, produce l\u00edderes naturales, de aquellos que en medio de la multitud toman la palabra y se los llevan a todos tras de s\u00ed.<\/p>\n – Nunca he hecho nada similar, Padre San Benito, pero a lo largo de la vida he conocido hombres as\u00ed, tambi\u00e9n entre los m\u00edos: Jos\u00e9 Luis Carre\u00f1o, Luis Chiandotto, Virgilio Battezzati, y, a menudo, me he percatado de cu\u00e1nto peso y superioridad me faltan a m\u00ed para ser como vosotros.<\/p>\n Miro a San Benito, el de los ojos del cielo y las hojas de los \u00e1rboles, fijamente.<\/p>\n – Descend\u00edamos, Paco, a honduras con ritos sin demasiada solemnidad, a lo sumo un \u00f3rgano para nuestra liturgia sentida. \u201cHay que ser muy mediocre para no imaginarse muerto cada ma\u00f1ana\u201d (Lidell). Nos acost\u00e1bamos con la \u00faltima luz del d\u00eda y nos levant\u00e1bamos poco antes del alba.<\/p>\n – Perdona, Padre San Benito, forzado por la \u201cregla\u201d, se fabricaba su propia sombra, respetando su posici\u00f3n de guardi\u00e1n. No hay regreso, pienso, este viaje vuestro carece de simetr\u00eda, es s\u00f3lo de ida.<\/p>\n San Benito me escucha, me sabe escuchar.<\/p>\n Transmite su calentura al fr\u00edo y habla con el silencio hasta entender la plenitud del ser en lo absoluto.<\/p>\n – \u00bfEntonces?<\/p>\n – Entonces, quiero decirte que ah\u00ed est\u00e1 el invento de la vida, de un orden que no mata la imaginaci\u00f3n, de un misterio cuadriculado sin cuadr\u00edcula alguna y de una m\u00edstica aplicada al pan nuestro de cada d\u00eda, que horneamos nosotros mismos hoy. Reb\u00e9late, amigo Paco, contra la tentaci\u00f3n de tu propia fuerza. Cae, oye, cae, por piedad. El pan seco pesa menos. Orar sin cesar, chico, orar. Mide a Dios con un pa\u00f1uelo de bolsillo y ora. Los insectos tambi\u00e9n rezan.<\/p>\n Amigo Javier:<\/p>\n Bien entrada la noche del d\u00eda 13 de julio mud\u00e9 mi desgana en ebullici\u00f3n.<\/p>\n El hacedor de Europa siente el pecho inquieto, porque lo golpea el coraz\u00f3n perdido y la agresividad encendida en la continuidad de mil a\u00f1os.<\/p>\n – Penetrar en tus monasterios, padre San Benito, es penetrar en una vastedad desconocida, para mirar, con ojos doloridos, los rincones m\u00e1s destacados del alma europea y abrazar las torres de Dios. Los cipreses de Silos, Montserrat, El Paular, Samos, Leyre, Valvanera, Estibaliz, Lazkao, Santa Cruz del Valle de los Ca\u00eddos, son altos, robustos de llamas, astros y madreselvas.<\/p>\n – Supe, Paco, de tu obstinaci\u00f3n compartida entre El Paular<\/em> y Burgohondo<\/em>, del 1975-78, en fines de semana con los muchachos de Salesianos-El Paseo<\/em> para alabar los pueblos y las cosas sencillas, lejos de presunciones y soberbias.<\/p>\n – Cierto, nuestros \u201cfindes\u201d en El Paular<\/em> durante tres d\u00edas y alg\u00fan puente de cuatro consolidaban amistades. Hab\u00eda casi tiempo de habituarse y querer vivir all\u00ed para siempre. Volver a partir el domingo para Madrid conten\u00eda una pizca de exilio. De hecho ech\u00e9 de menos por espacio de un par de a\u00f1os o m\u00e1s a Cavero, Arcas, Acu\u00f1a, Higuera, Agust\u00edn, A\u00f1ez, Mond\u00e9jar, Ferriol, Ocer\u00edn, Puebla, Cob, Castrillo, Peletero, Guerrero, Los gemelos, Nieto, Esp\u00e1riz, Mingo, Sanfiz, Zugasti, Casado, Avi\u00f1\u00f3, Avello, Molina, Patricio, Madera, Leiva\u2026<\/p>\n – \u00bfY tu venida, casi, peri\u00f3dica al monasterio de la Santa Cruz del Valle<\/em>?<\/p>\n – Padre San Benito, la Santa Cruz<\/em> es un trozo de herencia. Es el punto de uni\u00f3n con nuestra fe cristiana. Siento la obligaci\u00f3n de conocer y hacer conocer lo que ella significa y de apoyarnos en ese signo. Nuestro aliento se carga de una dureza que contiene bendiciones a la vida y maldiciones que comporta esa vida, una calma y tambi\u00e9n un impulso.<\/p>\n – Y te acercaste al musgo espeso de las piedras seculares de mis monasterios de Montserrat<\/em>, Estibaliz<\/em> y Lazkao<\/em>\u2026<\/p>\n – Cierto, cierto, en los tres monasterios para consolidar, con voz l\u00edmpida y aguda, mis seis exposiciones de las que fui comisario y factotum: Los Jud\u00edos<\/em>, Los Inquisidores<\/em>, Los Carlistas<\/em>, Los Masones<\/em>, Los Ej\u00e9rcitos<\/em>, La Historia postal de la primera guerra carlista<\/em> y sus respectivos libros\u2013cat\u00e1logo en Vitoria-Gasteiz, con Sancho el Sabio<\/em>. Miraba a lo lejos, m\u00e1s all\u00e1 del presente de la Kutxa Vital<\/em> y por eso acud\u00eda a tus monasterios: sus bibliotecas, sus archivos, sus museos. En mis o\u00eddos sonaba el gregoriano y el zumbido del florecimiento de sus \u00e1rboles. El canto de tus monjes se convert\u00eda en una lengua, en la que s\u00f3lo es posible alabar. Ella sabe coger las heridas en la mano.<\/p>\n – Amigo Paco, \u201cNo estamos aqu\u00ed por ning\u00fan fin, a menos que podamos inventarlo\u201d, le hace decir a uno de sus personajes Kurt Vonnegut<\/em>. Me parece que ah\u00ed va la cosa de nuestros monjes, pero de otro modo: estamos aqu\u00ed para un fin muy concreto, y ese fin marcado por muerto buen Dios tenemos que reinvent\u00e1rnoslo cada d\u00eda. Nosotros lo hicimos. Yo lo hice. No marqu\u00e9 un camino, sino un modo<\/em> de hacer caminos. Un fundador no marca un camino, sino un modo<\/em> de hacer caminos. Al colgar el art\u00edculo de hoy este estilete cay\u00f3 del coraz\u00f3n de San Benito.<\/p>\n Se oye girar la rueda dentada de la cabeza del santo como recalculando la ruta.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Se me vino la noche del 13 de julio encima, tan callando. 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