{"id":19866,"date":"2021-12-07T12:58:38","date_gmt":"2021-12-07T11:58:38","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=19866"},"modified":"2021-12-07T12:58:38","modified_gmt":"2021-12-07T11:58:38","slug":"el-carro","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/el-carro\/","title":{"rendered":"El carro"},"content":{"rendered":"

Transportando esperanza<\/strong><\/p>\n

Por aquel tiempo era yo el carro de un pobre campesino que ganaba el sustento cultivando los escasos terrenos que pose\u00eda en las colinas de I Becchi.<\/p>\n

Aquel a\u00f1o se hab\u00eda malogrado la cosecha. No hab\u00eda doradas mazorcas que transportar al granero. El invierno se presentaba fr\u00edo y m\u00edsero.<\/p>\n

Yo permanec\u00eda arrumbado en la parte trasera de la casa de Juan Becchis, que as\u00ed se llamaba mi due\u00f1o. Mi amo, maldec\u00eda una y otra vez a la oruga del ma\u00edz que hab\u00eda malbaratado tallos y mazorcas.<\/p>\n

Todav\u00eda recuerdo aquella ma\u00f1ana de octubre. Un muchacho recorr\u00eda las casas de la aldea. Llamaba de puerta en puerta. Mendigaba un poco de trigo, ma\u00edz, patatas, queso\u2026 Pretend\u00eda pagarse los estudios en la ciudad de Chieri con lo que recogiera de la p\u00fablica caridad. Era Juan Bosco, el hijo de Margarita de I Becchi. Todos le conoc\u00edan por su bondad y habilidad en realizar juegos para entretener a los chiquillos los domingos. Pronto comenzaron a llenarse los dos sacos en los que depositaba las provisiones que le procuraban los aldeanos.<\/p>\n

El chico llam\u00f3 tambi\u00e9n a la puerta de nuestra casa. Mi due\u00f1o le mir\u00f3 con pena. Movi\u00f3 negativamente la cabeza. Se disculp\u00f3. Nuestro granero estaba vac\u00edo. No ten\u00eda nada con qu\u00e9 ayudarle\u2026 Le despidi\u00f3 con resignaci\u00f3n.<\/p>\n

Cuando el chico march\u00f3, mi due\u00f1o sigui\u00f3 trabajando. De pronto, al pasar junto a m\u00ed, se ilumin\u00f3 su rostro. Se acerc\u00f3. Puso su encallecida mano sobre el aro de hierro que recubre mis ruedas. Y, como quien ha encontrado la soluci\u00f3n, se fue en busca del muchacho.<\/p>\n

A la ma\u00f1ana siguiente, aparej\u00f3 la mula. La unci\u00f3 al tiro. Chirriaron mis ruedas. Mi anquilosada alma de carro recuper\u00f3 vida y movimiento.<\/p>\n

Nos detuvimos ante la casa de Juan Bosco. Cargaron sobre m\u00ed un peque\u00f1o ba\u00fal con el ajuar del chico, un saco de ma\u00edz y otro de trigo\u2026 Mi due\u00f1o no par\u00f3 de silbar alegres canciones durante el trayecto hasta Chieri. Hab\u00eda descubierto la forma de ayudar a aquel muchacho que quer\u00eda estudiar para ser sacerdote. Retornamos al anochecer.<\/p>\n

Luego, yo regres\u00e9 a la rutina de los carros campesinos. Olvid\u00e9 el viaje. Rodaron los a\u00f1os al comp\u00e1s de los giros de mis ruedas.<\/p>\n

Sin embargo, ayer todo volvi\u00f3 a comenzar. No s\u00e9 c\u00f3mo fue. Pero aquel muchacho, ya sacerdote y vestido de sotana, llam\u00f3 a la puerta de mi due\u00f1o. Sonre\u00eda como anta\u00f1o. Pero esta vez no ven\u00eda solo. Le acompa\u00f1aba un grupo de chicos pobres de Tur\u00edn. Y mi due\u00f1o, al no tener nada mejor que ofrecerles: aparej\u00f3 la mula y la unci\u00f3 al tiro. Subi\u00f3 a los chicos sobre m\u00ed. Emprendimos viaje por las colinas y valles cercanos. Durante todo el d\u00eda no se escuch\u00f3 el quejumbroso chirriar de mis ejes. Lo tapaban los cantos alegres de los chicos de Don Bosco. Llev\u00e9 la vida sobre m\u00ed. Fui todo lo feliz que un viejo carro puede serlo.<\/p>\n

Nota:<\/em><\/strong> El campesino Juan Becchis, no teniendo nada con qu\u00e9 ayudar al muchacho Juan Bosco que mendigaba de puerta en puerta para poder estudiar y ser sacerdote, \u201cse present\u00f3 con su carro y le llev\u00f3 de balde a Chieri el ba\u00fal de ropa y los sacos de trigo y ma\u00edz\u201d (MBe I, 212).<\/em><\/p><\/blockquote>\n

Fuente: Bolet\u00edn Salesiano<\/strong><\/em><\/p>\n

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