Fray Juan de la Cruz, esa anguila del Esp\u00edritu Santo.<\/p>\n
Fray Juan, esa nostalgia de la transgresi\u00f3n.<\/p>\n
Fray Juan, esa convivencia con la duda.<\/p>\n
A Fray Juan le tentaba siempre el amor con sus espinas y sus tercos ara\u00f1azos. A Fray Juan el arte de amar\/ars amandi<\/em> le hace sangrar la noche de los ojos abiertos, que es el horizonte de su mirada.<\/p>\n Fray Juan, esa anguila de Dios, tan escurridizo siempre por entre todas las intrigas humanas.<\/p>\n Fray Juan, ese recodo festivo que se puede denominar movida m\u00edstica espa\u00f1ola<\/em>. \u00c1vila era la gabarra de un tiempo en el que Teresa de Jes\u00fas<\/em> fija su primera astronom\u00eda religiosa y literaria, llena de \u00edmpetus y estilos nuevos.<\/p>\n Teresa y Juan viven sus nostalgias encendidas de cielo.<\/p>\n Fray Juan, ese razonador, pero muy impulsivo, Juan de Yepes \u00c1lvarez (Fontiveros 1542 \u2013 \u00dabeda 1591) vincula toda su vida y su obra a Santa Teresa, que le llama \u201cmi Senequita\u201d. Cuando la Santa le explica que todos sus ideales de perfecci\u00f3n puede encontrarlos en la Orden reformada, \u00e9l s\u00f3lo le pone una condici\u00f3n. Y esta condici\u00f3n de Fray Juan es: \u201cQue no tarde mucho<\/em>\u201d.<\/p>\n Juan y Teresa, esos dos p\u00e1jaros fugitivos dispuestos a desaguar en naves diferentes. Sus \u201cc\u00e1nticos\u201d y \u201cmemorias\u201d renacentistas yacen en las bibliotecas del mundo entero, mientras las roncas sirenas de sus barcos se avistan en la niebla de todos los puertos literarios.<\/p>\n Fray Juan, condensador del zarpazo m\u00edstico del amor a Dios.<\/p>\n Fray Juan, el cantor de cantores, enredado en los agrestes patios de los conventos, all\u00ed donde se ensancha el ruido, estridente y rompedor, de su coraz\u00f3n. Navegante de muchas soledades, est\u00e1 tan enamorado de Dios, que se hace para \u00e9l insoportable la desolaci\u00f3n de la rutina y del chisme.<\/p>\n Embrujado en los bosques distantes de las parameras castellanas, Fray Juan gime su amor por veredas y caminos oscuros hasta las monumentales Medina del Campo, Ar\u00e9valo y \u00c1vila. Es la magia de penetrar los sue\u00f1os.<\/p>\n Me recuerda a John Donne, aunque, claro, nunca quiere preguntar por qui\u00e9n doblan las campanas. \u00c9l sabe, pero que muy bien, que doblan por el amor enardecido y que no desvanece nunca.<\/p>\n Amigo Javier, San Juan de la Cruz, va a construir el universo m\u00edstico m\u00e1s impresionante de la historia del Cristianismo. Pero en octubre de 1589 escribe a Do\u00f1a Juana de Pedraza desde Segovia \u00e9stas tampoco \u201cm\u00edsticas palabras\u201d: \u201c\u00bfQu\u00e9 piensa, Se\u00f1ora, que es servir a Dios sino no hacer males, guardando sus mandamientos y andando en sus cosas como pudi\u00e9ramos? Como esto haya, \u00bfqu\u00e9 necesidad hay de otras aprensiones, ni otras luces ni jugos de ac\u00e1 o de all\u00e1, en que ordinariamente nunca falten tropiezos y peligros al alma, que con sus entenderes y apetitos se enga\u00f1a y se embelesa y sus mismas potencias le hacen errar?\u201d.<\/p>\n Cualquiera dir\u00eda que Fray Juan es un fraile taciturno, asceta, austero, poco amigo de efluvios y deliquios. Pero recuerda las palabras del \u201crom\u00e1ntico\u201d por excelencia, el gran amador de los m\u00e1s altos vuelos m\u00edsticos, que fue su colega hom\u00f3nimo, Juan, el Evangelista, que a la hora de vivir\/narrar<\/em> el amor de Dios (\u00a1magn\u00edfica ocasi\u00f3n para salidos poemas!) dice sin m\u00e1s: \u201camar a Dios es cumplir sus mandamientos\u201d. Y ya.<\/p>\n Y es que estos dos Juanes<\/em> \u2013que no \u201cDon Juanes\u201d, aunque tambi\u00e9n\u2013 tienen un truco magn\u00edfico, como un im\u00e1n. Se empieza por ah\u00ed, por \u201ccumplir\u201d. Y se acaba por amar, por amar del todo, por navegar hacia aquella ribera de \u201cla noche dichosa\u201d, donde \u201cen secreto, que nadie ve ve\u00eda \/ ni yo miraba cosa \/ sin otra luz y gu\u00eda \/ sino la que en el coraz\u00f3n ard\u00eda\u201d.<\/p>\n Fray Juan ama la noche de los ojos abiertos que es el horizonte de su mirada: \u201cla noche oscura\u201d.<\/p>\n \u201cMi Senequita\u201d, \u201cmi metro y medio\u201d, recalcaba Santa Teresa.<\/p>\n Y ese \u201cmetro y medio\u201d \u2013su estatura exactamente\u2013 de Fray Juan le permit\u00eda esconderse, trepar y deslizarse, escapar, escabullirse, organizar, increpar y provocar cuando hac\u00eda falta, hacer y deshacer, pisar en el suelo con los pies descalzos y verlas venir con singular destreza.<\/p>\n Y \u201cel metro y medio\u201d iba y ven\u00eda, saltaba y volv\u00eda de las brazadas nocturnas por los p\u00e1ramos de La Alcarria.<\/p>\n Y c\u00f3mo saltaba las eras, y con el peso de amores que llevaba en el regazo y en el coraz\u00f3n, hac\u00eda verdad el dicho de Almadrones: \u201c\u00a1A buen sitio has ido a poner la era\u2026 gal\u00e1n\u201d, que me sopla Ana Rebollo.<\/p>\n \u201cLa vida que ten\u00eda dentro de s\u00ed era tanta, que era lo que le impulsaba a saltar y correr. En tierras de \u201cpan llevar\u201d, como \u00e9stas de Tendilla o de Torija, le pesa, pero el mar de sus deseos le hac\u00eda tomar carrerilla\u201d, afirman Gloria y Cristina Alonso Balaguer.<\/p>\n Ning\u00fan cuerpo humano sabe correr bien sobre las olas del deseo, es \u00e9l, Fray Juan, el \u00fanico en el mundo.<\/p>\n \u00bfEl mundo? \u00bfQu\u00e9 mundo?<\/p>\n \u00c9l mira el cielo despejado desde la Cueva de los Moros<\/em>, en Pastrana, y dice: \u00bfEse?<\/p>\n El mundo no es para \u00e9l, ni \u00c1frica, que tiene all\u00e1 enfrente; ni Europa, a sus espaldas; ni Am\u00e9rica ni Asia, ni el resto de las tierras y los oc\u00e9anos. \u00bfEl mundo?<\/p>\n El mundo es lo que rodea la noche desde su aprisco de Pastrana<\/em>, el mar de puntitos iluminados desde el horizonte hacia arriba.<\/p>\n Ese mar de puntitos iluminados que se ven tambi\u00e9n desde Y\u00e9lamos de Arriba y Y\u00e9lamos de Abajo, Budia y Romanones, San Andr\u00e9s e Iriepal, Horche y Brihuega\u2026 desde el horizonte hacia arriba, de la mano de Trini Garc\u00eda, Carmen Navarro, Carmen del Olmo, Luis Hernando, Agapito Toledano, Mar\u00eda Teresa Abad. O sea.<\/p>\n Fray Juan de la sonrisa recuperada, aunque las serpientes del desamor claven cada amanecer sus anchas mand\u00edbulas sobre sus pensamientos y poemas. No importa. Su palabra<\/em> es el fin de la torre de Babel: amor<\/em>.<\/p>\n La piel de Fray Juan est\u00e1 tupida de un vello amoratado, una capa de flores de espliego. Hoy se llama lavanda, desde que Val D\u00edez Rodrig\u00e1lvarez la catapultara al galope desbocado de los hallazgos tecnol\u00f3gicos, que han zarandeado la galaxia de los Dior<\/em>, Gucci<\/em>, Chanel<\/em>, Calvin Klein<\/em>.<\/p>\n Los ojos de Fray Juan no enfocan, atraviesan.<\/p>\n No es que te excluyan, sino que omiten fijarse en un punto.<\/p>\n La nariz de Fray Juan se frunce para oler mejor y a su alrededor se arrugan sus pecas de ciruela, sus pecas chorredas, como las de Juliancho Sevilla de peque\u00f1ajo, el hermano preferido de Nacho, mi amigo.<\/p>\n Ese \u201cmetro y medio lo levanta\u201d \u00e9l hasta alturas \u201cacojonantes\u201d, que dan mareo, all\u00e1 donde se puede dar \u201ca la caja alcance\u201d.<\/p>\n \u00bfEl Ocej\u00f3n? \u00bf2049 metros?<\/p>\n Fray Juan se conforma con una \u201cpocilga\u201d \u2013lo dice \u00e9l mismo\u2013 para vivir la experiencia reformadora del Carmelo y echa sus manos al arreglo del \u201ccuchitril\u201d de Duruelo. Lo mismo que un poco m\u00e1s tarde acepta el \u201ccobijo\u201d m\u00e1s estirado de don Luis de Toledo, en Mancera de Abajo. El mar de puntitos iluminados, desde el horizonte hacia arriba.<\/p>\n Amigo Javier, el Antiguo Testamento ama a los pastores. El Nuevo, en cambio, prefiere a los pescadores. Jacob, Mois\u00e9s, David, cuidan los reba\u00f1os; los ap\u00f3stoles de Jes\u00fas echan la red.<\/p>\n Fray Juan, adem\u00e1s de fundador del convento de Pastrana, se convierte en mayoral de su ganado, orde\u00f1a sus vacas, se ocupa de sus abejas.<\/p>\n Duerme sobre una estera en la cocina.<\/p>\n Se interna, descalzo, por los rastrojos con los ojos fijos en un monte: \u00bfEl Ocej\u00f3n?<\/p>\n Se retira largas y penitentes horas a la Cueva de los Moros<\/em>.<\/p>\n Nada sabe Fray Juan de aquella cueva.<\/p>\n En realidad no se trata de una cueva, sino de una serie de pasadizos paralelos y t\u00faneles interconectados con m\u00faltiples salidas al exterior, que yo recorr\u00ed con Leceti el del Cedeti, con Julito C\u00e1mara, con Dani Batanero.<\/p>\n Ni sabe que nos encontramos ante un santuario rupestre que como poco se remonta a la \u00e9poca de la Edad del Hierro<\/em>, cuajada de escrituras \u00edberas, figuras geom\u00e9tricas y peque\u00f1as oquedades excavadas en la roca, a modo de ofertorios<\/em>.<\/p>\n Tampoco sabe que podr\u00eda tratarse de alg\u00fan lugar dedicado a deidades femeninas antiguas, perteneciente a un castro celtib\u00e9rico desaparecido: La Pangia<\/em>.<\/p>\n Dicen que en los meses que pas\u00f3 \u201cmedio emparedado\u201d en la oscuridad de su celdilla, en \u00dabeda, donde le ten\u00edan preso \u201clos fervores calzados\u201d, es decir, los frailes reglados (\u00a1ay, los maniqueos de la Regla, esos talibanes), Fray Juan escribe buena parte de su C\u00e1ntico espiritual<\/em> y dem\u00e1s poemas. Hoy la mayor\u00eda de investigadores encuentran huella de su prisi\u00f3n en expresiones y sensaciones, pero la verdad es que aquellos poemas pudieron ser escritos en el cielo emp\u00edrico donde la luz es m\u00e1s pura.<\/p>\n \u00bfLa Cueva de los Moros<\/em> en Pastrana?<\/p>\n Un hombre que no cuenta las horas para morir, pero sabe que la muerte se hace r\u00edo (Manrique) y un d\u00eda hunde ah\u00ed los pies y el mundo parece pesar menos, y el mundo duele nada, pudo escribirlo en La Alcarria<\/em>.<\/p>\n Su poes\u00eda es de amanecer suav\u00edsimo y de anochecer feliz. De esa verdad que asoma y salta como las chorreras de Despe\u00f1alagua<\/em>.<\/p>\n La casa de Fontiveros, la infancia, el amor, el sexo, los silencios, la vieja madurez, la luz que arde en todas las direcciones, dejan ya por legado lo que verdaderamente importa: un pu\u00f1ado de sentimientos, apresados en palabra<\/em>, donde dar las gracias, donde ense\u00f1arnos algo como si todo fuese a suceder otra vez.<\/p>\n Fray Juan, esa anguila del Esp\u00edritu Santo, tan escurrido por entre las intrigas humanas. Los percances de su fuga de la c\u00e1rcel de los Frailes Calzados (\u201c\u00a1Ay, estos del Pa\u00f1o, como los llamaba con gracejo Santa Teresa) es toda una novela de aventuras.<\/p>\n \u201c\u00bfA d\u00f3nde te escondiste \/ amado y me dejaste con gemido?\u201d, escribi\u00f3 \u00e9l mismo en aquella C\u00e1rcel. Pero no se qued\u00f3 a esperar la respuesta, que lo cort\u00e9s, no quita lo valiente. Que lo m\u00edstico, no quita lo valiente, antes bien lo potencia\u2026 y desliz\u00e1ndose de la ventana con s\u00e1banas, tercas de fuga, y tocando tierra huy\u00f3 campo a trav\u00e9s.<\/p>\n El mar de puntitos iluminados desde el horizonte hacia arriba: \u201cla noche oscura<\/em>\u201d, \u201cla feliz noche\u201d.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Fray Juan de la Cruz, esa anguila del Esp\u00edritu Santo. Fray Juan, esa nostalgia de la transgresi\u00f3n. Fray Juan, esa convivencia con la duda. A Fray Juan le tentaba siempre el amor con sus espinas y sus tercos ara\u00f1azos. A Fray Juan el arte de amar\/ars amandi le hace sangrar la noche de los ojos […]<\/p>\n","protected":false},"author":8,"featured_media":19940,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[362,363],"tags":[],"yoast_head":"\n