En el teatro de la vida de mi barrio tambi\u00e9n interesa lo inesperado. Mi barrio sorprende siempre.<\/p>\n
Vuelvo de la Colegiata de San Isidro, cuando unas voces en Plaza de Lavapi\u00e9s me provocan una inquietud el\u00e9ctrica. A este prop\u00f3sito recuerdo a Mam\u00e1 Nona, mi abuela, valiente como Agustina de Arag\u00f3n, cortar el pescuezo a un pato para comer. El \u00e1nade se le fue de las manos y nos sobrevol\u00f3 sin cabeza. \u00a1Puf! Mi abuela me aleccion\u00f3: \u201cTen\u00eda mucha electricidad dentro\u201d.<\/p>\n
\u00bfTodo lo que estaba pasando en Lavapi\u00e9s tiene una explicaci\u00f3n el\u00e9ctrica?. Veamos, amigo Javier.<\/p>\n
Dos predicadores, de voz tonante y ademanes invasores, pretend\u00edan conquistar toda la atenci\u00f3n de la plaza.<\/p>\n
– Estamos aqu\u00ed por amor\u2026 El amor y la verdad son Jesucristo\u2026 Acercaos, \u00c9l es la salvaci\u00f3n\u2026 Se acercan los \u00faltimos d\u00edas, ya est\u00e1n aqu\u00ed.
\n– Aleluya, aleluya, demos gracias a Dios.<\/p>\n
En un primer movimiento natural me dej\u00e9 envolver por las voces.<\/p>\n
– Integraos en la naturaleza, sondead sus secretos inviolables. Jesucristo est\u00e1 cerca. Ya viene.<\/p>\n
Los dos predicadores chillaban mortificantes:
\n– Os traigo la buena noticia.<\/p>\n
Pasan tres abuelillos, manteniendo una distancia de seguridad. \u201cFarsantes\u201d, dice uno. \u201cCaraduras\u201d, a\u00f1ade otro. \u201cA trabajar\u201d, concluye un tercero. Absorto en su m\u00f3vil camina un chavalote como si hubiese abierto una trampilla entre las manos. Media docena de amas de casa, inducidas a correr, penetran con sus carritos en Carrefour, sin mirar a los predicadores. Un grupo de obreros eligen la calle Ave Mar\u00eda para continuar su camino sin tropiezos innecesarios. Es la hora de la comida. Seguramente los consejos apocal\u00edpticos y, a voces, les deb\u00edan de parecer intromisiones.<\/p>\n
\u201cEl poder esencial lo ejerce la mirada\u201d, dijo Guill\u00e9n.<\/p>\n
Y sigo mirando \u00a1ah! Y oyendo. Mirando, \u00bfsabes?<\/p>\n
– Venid, ya est\u00e1n aqu\u00ed los \u00faltimos d\u00edas. La verdad no se encuentra en las iglesias. Todos mienten. Todos os mienten.<\/p>\n
Los predicadores atravesaban fases de apogeo y decadencia, esplendor y de descr\u00e9dito. Su voz inmisericorde ca\u00eda, extra\u00f1o, sobre nuestro mundo denso y genuino. Pero aquella quejumbre de pla\u00f1ideras antiguas, me sonaban a savonarolas<\/em> discretos.<\/p>\n – Ya est\u00e1n aqu\u00ed los \u00faltimos d\u00edas.<\/p>\n \u00a1Qu\u00e9 lata, con los \u00faltimos d\u00edas! Pero a partir de lo de \u201clas iglesias\u201d el ritual cambi\u00f3 de sentido para m\u00ed. Las palabras de los predicadores lograron matar todo el andamiaje de su canci\u00f3n para dejar paso a mi duende furioso. Sin duda que todo ese discurso est\u00e1 lastrado por el extrav\u00edo, gira en una monta\u00f1a rusa, con sus correspondientes ribetes de costumbrismo rom\u00e1ntico, pero responde a una manera muy singular de entender el enmara\u00f1ado mundo actual. Y de vivirlo.<\/p>\n Los predicadores, yo pienso, est\u00e1n fuera de la realidad. Puede que hasta sufran trastornos de la raz\u00f3n y obren con incoherencia coherente. Puede. Act\u00faan como grandes disimuladores, como h\u00e1biles juglares de otros mundos. \u00bfDepredadores sueltos? La polic\u00eda los observa desde Tribulete. Nada. La mirada del depredador es de mucha precisi\u00f3n, pero tiene una grand\u00edsima \u00e1rea de ceguera. No sabe absolutamente nada de lo que ocurre fuera del objeto de su obsesi\u00f3n. Por eso los predicadores no nos ven y siguen con la matraca de \u201clos \u00faltimos d\u00edas\u201d, mientras nosotros intentamos salir adelante \u201clos pen\u00faltimos d\u00edas\u201d, los m\u00edos duran ya setenta y siete a\u00f1os.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" En el teatro de la vida de mi barrio tambi\u00e9n interesa lo inesperado. Mi barrio sorprende siempre. Vuelvo de la Colegiata de San Isidro, cuando unas voces en Plaza de Lavapi\u00e9s me provocan una inquietud el\u00e9ctrica. A este prop\u00f3sito recuerdo a Mam\u00e1 Nona, mi abuela, valiente como Agustina de Arag\u00f3n, cortar el pescuezo a un […]<\/p>\n","protected":false},"author":10,"featured_media":3532,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[363],"tags":[],"yoast_head":"\n