{"id":4688,"date":"2018-05-25T07:57:29","date_gmt":"2018-05-25T07:57:29","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=4688"},"modified":"2018-05-25T07:57:29","modified_gmt":"2018-05-25T07:57:29","slug":"titan-chiandotto-canon-de-luz","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/titan-chiandotto-canon-de-luz\/","title":{"rendered":"Tit\u00e1n Chiandotto: ca\u00f1\u00f3n de luz"},"content":{"rendered":"
En aquellos paisajes salmantinos y madrile\u00f1os de la posguerra en el siglo XX, el salesiano Luis Chiandotto sobresal\u00eda como un ca\u00f1\u00f3n de luz<\/em>. Eran los a\u00f1os 50\/60 y \u00e9l una de las revelaciones del Movimiento Juvenil Salesiano. Aquel italiano, nacido en Concordia-Veneto (Italia) en 1921, resultar\u00eda una excelente mecha para el \u00e1nimo de la Espa\u00f1a Salesiana.<\/p>\n Despu\u00e9s de hacer brillantemente sus estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca (Filosof\u00eda y Teolog\u00eda) y de ense\u00f1ar en los teologados de Madrid y Salamanca, fund\u00f3 las revistas \u201cT\u00e9cnica de Apostolado<\/em>\u201d y \u201cDirigentes\u201d<\/em> (hoy \u201cMisi\u00f3n Joven\u201d<\/em>). Lo ten\u00eda todo m\u00e1s o menos previsto, pero el Rector Mayor lo nombr\u00f3 primer inspector provincial del Pontificio Ateneo Salesiano (PAS), al trasladar su sede de Tur\u00edn a Roma en 1965. Su vida entonces dio un volantazo y enfil\u00f3 del lado del gobierno, sin dejar de vivir enteramente consagrado al estudio y al apostolado juvenil. \u201cAcepto crucem in santificatione\u201d le dijo a Don Ricceri.<\/p>\n De Italia trajo una fe profunda y compacta. Una aristocracia espiritual que se aupaba sobre la atm\u00f3sfera de un pa\u00eds que exportaba una cultura de entretenimiento y turismo. Chiandotto le fue haciendo sitio a las jornadas de estudio, a los ejercicios espirituales, a las clases de teolog\u00eda a tiempo y a destiempo. En 1948 vivi\u00f3, junto a Antonio M\u00aa Javierre, el ambiente del colegio salesiano de Salamanca, donde los ojos avizores de los muchachos descubr\u00edan en \u00e9l un hombre entusiasmado por ideales radicales y sentidos. Otro hito, pues, que ensanchar\u00e1 su estela de prodigio y afianzar\u00e1 su singular\u00edsima expresi\u00f3n entre una dulzura fuerte fuera de t\u00f3picos y una personalidad tan rotunda de un ardor humanista que le viaja por dentro.<\/p>\n Chiandotto en Espa\u00f1a entr\u00f3 en combusti\u00f3n dentro de la espiritualidad de una m\u00edstica de autor, la de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, en el que se han refugiado todos los maestros de seminarios, academias y universidades eclesi\u00e1sticas. Por entonces ya era una baliza esencial a la hora de hacer recuento de los mejores pastoralistas de su tiempo. Con su mirada viv\u00edsima, su dejo italiano y su incre\u00edble rapidez y agudeza, la suya era una seducci\u00f3n entre el oleaje fuerte y la siderurgia dulce. Un hombre que ten\u00eda por ojos dos \u00e1nimas de acci\u00f3n. Una inteligencia poderosa. Un poderoso atractivo de criatura muy libre.<\/p>\n Con su c\u00e1ncer terminal, a los 50 a\u00f1os, su magia gan\u00f3 una fuerza estremecedora. Era el Luis Chiandotto m\u00e1s poderoso e influyente. La vida fue mejor ya en el silencio, sobre las Catacumbas de San Calixto<\/em>, en Roma, en el Instituto Internacional San Tarcisio<\/em>, all\u00e1 donde alguna que otra gaviota perdida, desde las playas de Ostia, gritaba enloquecidas noticias del post Vaticano II y no dejaba ya el coraz\u00f3n bajo su martillo. Mi cuarto era pareda\u00f1o al suyo.<\/p>\n Luis Chiandotto. Pocos salesianos con mejor leyenda. Pocos seres tan aut\u00e9nticos y tan destacados para despertar admiraci\u00f3n y discipulado sin dejarse adulterar por el artesanismo. Se acercaba la muerte. Viv\u00eda ya en una soledad concurrida de amigos, ajeno a los vaivenes absurdos del PAS, a 10 kil\u00f3metros de \u00e9l, lejos del peaje que exig\u00edan los focos. Blindado contra la mediocridad, esa figura de hombre rotundo, a medio camino entre una tragedia y mil inocencias, hac\u00eda de sus escas\u00edsimas apariciones por el mismo pasillo un lanzazo de oro en mi armadura de joven estudiante de la Gregoriana. O sea.<\/p>\n Cuando celebro los cincuenta a\u00f1os de mi ordenaci\u00f3n sacerdotal, amigo Javier, te env\u00edo esta corta pincelada de Chiandotto donde intencionadamente hablo de \u201cdespertar admiraci\u00f3n y discipulado\u201d porque eso es mentira. Chiandotto nunca despert\u00f3 admiraci\u00f3n, porque era un maestro y el maestro genera amor por la verdad, por la sabidur\u00eda, por el humanismo, nunca por s\u00ed mismo y por tanto encuentra continuadores, despierta disc\u00edpulos. S\u00f3lo el profesor narcisista -\u00a1tantos!- despierta admiraci\u00f3n, que no es m\u00e1s que codicia, pecado capital, con reuma y esclerosis que pone en peligro cualquier ecosistema educativo. \u201cA la fine, rien<\/em> \/ Al final, nada\u201d (Pascal).<\/p>\n Tit\u00e1n Chiandotto<\/em>, recuerdo tu primer encuentro en Salamanca, despu\u00e9s de cogerme por el pulso me miraste a los ojos. Me dijiste que los ojos eran las ventanas del cerebro. Me perturb\u00e9 y maravill\u00e9 a la vez. \u201cDescubre aqu\u00ed, Paco, cu\u00e1l es el sitio que buscas en la vida. Eso es el seminario<\/em>. Gasta un par de amores antes de llegar al farall\u00f3n del sacerdocio: oraci\u00f3n y estudio\u201d.<\/p>\n Tit\u00e1n Chiandotto<\/em>, visto con la distancia de los a\u00f1os, tengo que reconocerte una valerosa exactitud. Quisiste llevarme a un lugar donde fuera imposible defenderse de la verdad, e inevitable escucharla. Yo ten\u00eda veintitantos a\u00f1os, t\u00fa cincuenta y tantos y un tumor cerebral. Tuviste que decirme que la trama de cualquier vida est\u00e1 tejida con un hilo primitivo, hasta animal. Y que, por mucho que nos esforz\u00e1ramos en buscar explicaciones m\u00e1s elegantes o rebuscadas y hasta teol\u00f3gicas, el origen nuestro est\u00e1 escrito en el cuerpo, con caracteres invisibles en el alma: el coraz\u00f3n, la raz\u00f3n, hasta la necesidad del deseo.<\/p>\n Tit\u00e1n Chiandotto<\/em>, fant\u00e1stico tah\u00far, me gust\u00f3 esa soledad de tus \u00faltimos d\u00edas, con el tren ya en marcha, en tu alcoba de San Tarcisio<\/em>, pareda\u00f1a con la m\u00eda. Lo interpreto hoy como un gesto de resumen de una vida memorable. Tit\u00e1n Chiandotto, gracias<\/em>. Te estoy escribiendo una biograf\u00eda. No s\u00e9 si la acabar\u00e9. De ti depende.<\/p>\n Tit\u00e1n Chiandotto<\/em>, quiero darte un p\u00e9same distinto. Ya, ya s\u00e9 que a los muertos hay que dejaros ir. No hay que tirar de vosotros hacia abajo para nada. Hay que abrir una teja en los tejados. Y ya las almas, el alma, busca su sitio. Va un brindis por tu alma, por el alma de nuestros institutos de Teolog\u00eda (Salamanca, Carabanchel, Mart\u00ed-Codolar, Sanl\u00facar la Mayor y Roma-Pas), donde tu alma encontr\u00f3 su sitio.<\/p>\n \u00a1Por el alma, Don Luis! \u00a1Por el alma del MJS de Espa\u00f1a!<\/p>\n \u00a1Tit\u00e1n Chiandotto<\/em>, ca\u00f1\u00f3n de luz! \u00a1Por tu alma! \u00a1Por su sitio!<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" En aquellos paisajes salmantinos y madrile\u00f1os de la posguerra en el siglo XX, el salesiano Luis Chiandotto sobresal\u00eda como un ca\u00f1\u00f3n de luz. Eran los a\u00f1os 50\/60 y \u00e9l una de las revelaciones del Movimiento Juvenil Salesiano. 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