Me duelen todos los huesos. Todos. Da igual, amigo Javier.<\/p>\n
Enderezo la espalda, echo hacia atr\u00e1s los hombros. Ahora ordenar\u00e9 mis pensamientos de nuevo y pondr\u00e9 en orden alfab\u00e9tico mis miedos, pienso.<\/p>\n
Hoy quiero una pincelada sobre los comedores de honra.<\/p>\n
Es que son muchos, es que son tantos. \u00a1Al abordaje!<\/p>\n
Pero entonces mi mente se queda inm\u00f3vil, incapaz de enfilar el camino angosto de los pensamientos: vac\u00eda.<\/p>\n
Es que los can\u00edbales de honra tienen un sentido muy patrimonial de la verdad, de todo, hasta de la entonaci\u00f3n, del retint\u00edn. Andan a su arenga, a su parlamento, a su homil\u00eda, a su tertulia. Todos esperan, piensan ellos, brillantes piezas, con pedigr\u00ed de patriota y caballero, de orador y diputado, de cura y profeta, de periodista y comunicador.<\/p>\n
Seg\u00fan mi experiencia, amigo Javier, muchos ni\u00f1os, tambi\u00e9n j\u00f3venes y hasta mayores, que crean que eso es progreso, simpatizan con ellos porque los ven como l\u00edderes que \u201cjuegan\u201d a serlo. Lo hacen en serio, faltar\u00eda m\u00e1s, y ah\u00ed est\u00e1 la gracia: disfrutan y de qu\u00e9 manera en los aprietos y metiendo en vereda a los dem\u00e1s. Hasta llegan a erigirse en pont\u00edfices de nuestro bendito idioma, document\u00e1ndolo. Es lo suyo.<\/p>\n
Andan todos a su arenga, a su discurso, a su homil\u00eda, a su columna. Hasta a su tono, a su gemido, o a su berrido. Porque el tono es mensaje. Y adem\u00e1s todos esos g\u00e9neros literarios, y otros, suelen ser transversales \u2013y hasta virales- es decir, contagiosos en la red con car\u00e1cter multiplicativo.<\/p>\n
Pero son muchos los patriotas, diputados, periodistas, pol\u00edticos, curas, ciudadanos, los que hemos perdido el caballero, los que hemos perdido el jinete, como dir\u00eda Sir John Falstaff, cuando tas\u00f3 en un euro la libertad de prensa. Y la verdad, demasiados espa\u00f1oles, quiz\u00e1s todos, empezando por los soldados, hemos sido demasiado arengados. En el franquismo la arenga se encadenaba a las orejas caus\u00e1ndoles saba\u00f1ones y ahora se encadena m\u00e1s a la bocas para producir verborrea, insultos o \u201cpalabros\u201d, quer\u00eda decir palabras maldichas a posta. En ambos casos, la metamorfosis civil\/incivil de la arenga es el discurso apod\u00edctico, el de \u201caplauso y am\u00e9n\u201d, el que no permite r\u00e9plica, \u00a1caramba!<\/p>\n
Hace alg\u00fan tiempo presenci\u00e9 la comida de honra<\/em>, que es la parte m\u00e1s sabrosa del ser humano por parte de un \u201csanto var\u00f3n\u201d de una Orden religiosa. Pero, Padre, le interrump\u00ed. \u201c\u00bfRecuerda la Carta de Santiago<\/em>?\u201d. \u201c\u00bfAquella de no hay fe sin obras?\u201d, dijo.<\/p>\n Se le\u00eda en su rostro como una arruga, una corona de sombra en sus ojos hundidos.<\/p>\n Creo \u2013me atrev\u00ed a a\u00f1adir- que dice algo as\u00ed: \u201cSi alguno se hace ilusiones de ser religioso de verdad, pero no controla su lengua se enga\u00f1a a s\u00ed mismo y su religiosidad no vale para nada\u201d.<\/p>\n \u00a1Mentira! \u00a1Eso es mentira! \u00a1Existe la ira de Dios! \u2013atron\u00f3 su reverencia.<\/p>\n Y su voz fue ahogada por las toses de los presentes, que por cierto no eran refinados carraspeos de \u00f3pera sino como toda una resaca de mar de fondo. Asaetado por las miradas de algunos de sus c\u00f3mplices, tuve el arranque de acercarme a \u00e9l y susurrarle al o\u00eddo que me encontraba indispuesto\u2026 por apret\u00f3n. \u201c\u00a1Vaya en paz!\u201d, a\u00f1adi\u00f3 sotto voce<\/em>. Y yo murmur\u00e9 entre dientes un lat\u00edn: Deo gratias! \u00a1Gracias a Dios!<\/em><\/p>\n Pero hoy y aqu\u00ed quisiera presentar una denuncia con nombres y apellidos, o no, mejor an\u00f3nima por canibalismo contra esos comedores de honra<\/em>. Aqu\u00ed, creo yo, amigo Javier, las denuncias an\u00f3nimas siempre han gozado de mucho prestigio. Parece que son las que tienen mayor credibilidad. Las primeras que se suelen tramitar. No s\u00e9. Porque all\u00ed, es decir, en todas partes hubo su Inquisici\u00f3n. Si ya se dec\u00eda en Medea<\/em> que la verg\u00fcenza vol\u00f3 de Grecia al \u00e9ter. Hoy vuela desde cada rinc\u00f3n de la tierra a la nube. Hay que ver la energ\u00eda que tiene que mover todo este tinglado. Necesita, digo yo, de globales cantidades de honra ajena<\/em>. Un d\u00eda hay que alimentarse de un diputado, otro de un juez, luego de un periodista, quiz\u00e1s de un sacerdote\u2026 sin duda de los mejores<\/em>. En la posverdad a eso se llama democracia, en no s\u00e9 qu\u00e9 Orden a eso se llamaba religiosidad. Menos mal que con mucha antelaci\u00f3n, Santiago, el ap\u00f3stol \u201cgallego\u201d, ya se hab\u00eda enterado de lo que es ser religioso o ser can\u00edbal.<\/p>\n Y, en fin, Javier, quiero se\u00f1alarte una peste que se extiende y que puede hacer odioso no el escribir, sino el oficio de escritor, no las pol\u00e9micas sino la mezquindad por la que se polemiza y el canibalismo gregario y pandillero: la jugosa comida de honra<\/em> de los colegas. Ya, ya s\u00e9 que escribir es de alguna manera envidiar. Pero, hombre de Dios, as\u00ed como uno debe procurar elegir sus amistades, conviene esmerarse y muy mucho en las envidias. \u00bfPor qu\u00e9 envidiar al sufrido escritor del duod\u00e9cimo derecha de Concha Espina 32 o al aprendiz de historiador del quinto, 7 izquierda, de Marqu\u00e9s de la Valdavia 2 si puedes envidiar a Quevedo, Gald\u00f3s, V\u00e1zquez Montalb\u00e1n? \u00a1Qu\u00e9 verdad es \u201cque los envidiosos y los tontos provienen del mismo sitio!\u201d (Santa Teresa de Jes\u00fas). De una envidia dom\u00e9stica y medio artesanal hemos pasado a una ambiental, con tendencia a universal.<\/p>\n Se trata de devorar, devorar, no de compartir. Cuando era joven \u201clos vascos\u201d me concedieron siete premios literarios de reconocido prestigio en la sociedad vasca. Hab\u00eda que presentarse con seud\u00f3nimo, que tiene algo de juego, de lencer\u00eda, de estilo depurado, vol\u00e1til, ligero, ingenioso \u2013(wit). Y as\u00ed lo hice naturalmente. Por eso, ni \u00e9l Ciudad de Ir\u00fan<\/em> (2 veces distintas), ni el Ciudad de Donostia<\/em>, llamado \u00c1ngel Apraiz<\/em> (otras 2 distintas) ni el Miguel de Unamuno<\/em> (1 vez) se lo dieron a Paco de Coro, sino a sus seud\u00f3nimos: Azkoitia<\/em>, Leiz\u00e1rraga<\/em> y Vasconcelos<\/em>\u2026 es decir a un jugoso estofado de Azkoitia<\/em>, a un abundante churrasco de Leiza<\/em>, o a unas exquisitas kokotxas<\/em> de Donostia<\/em>. As\u00ed, los devoradores de honra pod\u00edan cumplir con sus insaciables jugos g\u00e1stricos. L\u00e1stima que estofado, churrasco y kokotxas<\/em> fueron s\u00f3lo de papel para mayor irritaci\u00f3n de esos c\u00edclopes de la historia y de esos titanes de la literatura. \u00a1O sea!<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Me duelen todos los huesos. Todos. Da igual, amigo Javier. Enderezo la espalda, echo hacia atr\u00e1s los hombros. 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