{"id":62733,"date":"2021-09-29T13:44:06","date_gmt":"2021-09-29T11:44:06","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=18788"},"modified":"2021-09-29T13:44:06","modified_gmt":"2021-09-29T11:44:06","slug":"los-pilares-de-mi-tierra","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/los-pilares-de-mi-tierra\/","title":{"rendered":"LOS PILARES DE MI TIERRA"},"content":{"rendered":"

CATEDRAL VIEJA DE VITORIA-GASTEIZ<\/strong><\/p>\n

Mi decisi\u00f3n fue fulgurante. R\u00e1pida. Como un mazazo. En los a\u00f1os 70 encarn\u00e9 una de las formas de investigaci\u00f3n, bajo la sombra alargada de los jesuitas de la Gregoriana<\/em>. Lo que iba a hacer en mi vida ser\u00eda una forma de estar y de hacer historias. Y eso fue valiente, sin pensarlo demasiado. No ced\u00ed a casi nada. Soport\u00e9 salivazos de cara y silencios alargados. De principio a fin hay en mis trabajos secuencias de vida personal, sin radio, sin televisi\u00f3n, sin entretenimientos, sin vacaciones.<\/p>\n

Del uso valiente y l\u00fadico<\/em> del estudio al atrevimiento de las consultas de archivos nacionales o extranjeros. Del labor\u00edo de algunos documentos a la exploraci\u00f3n del alma de mis estudiados.<\/p>\n

Las circunstancias me llevaron a Vitoria, cuando se llamaba solo as\u00ed: Vitoria<\/em> y sin mayores pretensiones, los jesuitas Villoslada y Batllori me invitaron a echar la vista hacia algunos rincones del siglo XIX para intentar entender el Pa\u00eds Vasco<\/em> actual desde m\u00e1s arriba.<\/p>\n

Puede ser una tesis doctoral<\/em> distinta, que burle supersticiones sentimentales y mejor a\u00fan morales. Estar al tanto de algo, permite esquivar el fanatismo.<\/p>\n

El equipaje que puede dejar en cada doctorando este tinglado<\/em> que a\u00fan est\u00e1 en el aire no s\u00f3lo es el relleno natural de los documentos, del documento<\/em>. Tiene que ver con emociones, da\u00f1os, pasiones, con rabia, alivios. Tambi\u00e9n con la sensaci\u00f3n de leyes injustas, persecuciones y de estar en el alero, con la incertidumbre como curva de horizonte.<\/p>\n

De momento lo que me aguarda es Vitoria como bendici\u00f3n.<\/p>\n

De momento lo que me espera es la tregua necesaria de silencios y estudios antes de traer al espect\u00e1culo de la Universidad p\u00fablica<\/em> y sus c\u00e1tedros mi equipaje de investigaci\u00f3n y pensamiento.<\/p>\n

Ese equipaje, crecedero, ser\u00e1 invisible y tendr\u00e1 que ver con la expectaci\u00f3n, con la inseguridad m\u00e1s absoluta, con esquivar siempre las arenas movedizas del presente real en Euzkadi<\/em>, tan complicado.<\/p>\n

El acierto de Vitoria fue meter lo ins\u00f3lito en lo cotidiano sin consultar con nadie. Ten\u00eda que arriesgar. Hacer que con los documentos en la mano las cosas sean lo que no se espera de ellas; y por eso mismo, tremendas. Por encubiertas. Por descolocadas. Porque s\u00ed. Porque desde la ventana<\/em> de cualquier legajo vivir es aquello con lo que a\u00fan se puede so\u00f1ar. Era un momento espl\u00e9ndido para volver sobre Vitoria, la Vitoria del siglo XIX, entrado en siglo XX.<\/p>\n

Me encamino al Archivo del Ayuntamiento primero.<\/p>\n

Era un buen plan.<\/p>\n

La directora gir\u00f3 su silla para mirarme mejor.<\/p>\n

– Me ha dicho Francisco R. De Coro.<\/p>\n

– Pilar Ar\u00f3stegui. Parecer\u00e1 que tengo cierta prisa \u2013dijo.<\/p>\n

– Puedo aprender r\u00e1pido \u2013observo.<\/p>\n

Inclin\u00f3 la cabeza m\u00ednimamente para mirar mejor.<\/p>\n

Permanec\u00ed inm\u00f3vil.<\/p>\n

– \u00bfY bien? \u2013me pregunta Pilar\u2013, \u00bfen qu\u00e9 podemos servirle?<\/p>\n

– Se trata de la Memoria<\/em> de la Licenciatura en Historia.<\/p>\n

Se apart\u00f3 un momento.<\/p>\n

– A su disposici\u00f3n.<\/p>\n

– Pues pod\u00edamos empezar consultando las Actas del Ayuntamiento.<\/p>\n

– \u00bfTiene usted fechas concretas?<\/p>\n

– S\u00ed, se\u00f1ora.<\/p>\n

– Se\u00f1orita\u2026<\/p>\n

– Se\u00f1orita, a partir del 1868, desde el principio (enero) y saltamos al 18 de septiembre, d\u00eda de la revoluci\u00f3n \u201cGloriosa\u201d, \u00bfqu\u00e9 tal?<\/p>\n

Ahora, a muchos a\u00f1os de distancia, ahora que Pilar ni siquiera est\u00e1 aqu\u00ed, a\u00fan sigo sorprendi\u00e9ndome de la lucidez con que lo hac\u00eda todo. Quiero decir que era fant\u00e1stica en el conocimiento del archivo y en su continua puesta a disposici\u00f3n.<\/p>\n

Me ofreci\u00f3 las Actas<\/em> de 1862 que estaban m\u00e1s a mano y para empezar y no perder la primera visita, adem\u00e1s de una ficha que deb\u00eda rellenar con mis datos personales.<\/p>\n

Reparo destacado el 29 de abril de 1862<\/em>, como el d\u00eda de la fundaci\u00f3n de la di\u00f3cesis de Vitoria<\/em>, para las tres provincias<\/em> hermanas.<\/p>\n

En un arrebato soportable de obviedades, me digo a m\u00ed mismo: Paco, el meollo de mi trabajo va a radicar, a\u00f1os arriba, a\u00f1os abajo, en la \u201cerecci\u00f3n\u201d<\/em> de esta di\u00f3cesis, como la primera instituci\u00f3n parcialmente unitaria del Pa\u00eds Vasco.<\/p>\n

– \u00bfEncontr\u00f3 algo interesante, Francisco?<\/p>\n

Lo certifico con una imperceptible sonrisa. Pero como segu\u00eda guardando silencio, Pilar prosigui\u00f3:<\/p>\n

– Seguro que nos seguiremos viendo.<\/p>\n

Y nos ver\u00edamos infinidad de veces como licenciando, doctorando y coordinador cultural de \u201cSancho el Sabio\u201d.<\/p>\n

\u201cHab\u00eda que afrontar al archivero de la catedral de Santa Mar\u00eda<\/em>, la catedral vieja, pens\u00e9\u201d.<\/p>\n

– Se llama Mart\u00ednez de Marigorta. Es amable y de formas delicadas \u2013subray\u00f3 Pilar Ar\u00f3stegui.<\/p>\n

Pues en marcha.<\/p>\n

Con esta nueva investigaci\u00f3n iba a aprender a no divinizar el mundo, la vida. Oye, que lo que ves no siempre es lo que crees; y as\u00ed todo recto hasta llegar a re\u00edrse mucho y de ti mismo.<\/p>\n

Cada cosa, amigo Javier, responde a algo: deseos gastados, palabras in\u00fatiles, promesas olvidadas y caducadas. Nada, nada, suele estar en el cerebro que no est\u00e9 primero en los sentidos. Nada, absolutamente nada. Ocurre igual en la investigaci\u00f3n. Un trabajo bien escogido permite, de dentro a afuera<\/em> (no al rev\u00e9s), soportar mejor cualquier inmundicia.<\/p>\n

La catedral vieja de Vitoria-Gasteiz<\/em> se encuentra situada en la parte m\u00e1s alta de la colina sobre la que se asent\u00f3 la primitiva Gasteiz<\/em> que dio origen a la ciudad.<\/p>\n

Pues all\u00ed me dirig\u00ed, solo y a pie, para entrevistarme con el padre Jos\u00e9 Mart\u00ednez de Marigorta, en calidad de archivero\/can\u00f3nigo fabriquero<\/em>.<\/p>\n

– La verdad nuestro archivo deja mucho que desear, pero\u2026<\/p>\n

– No es el \u00fanico padre. Por desgracia, as\u00ed est\u00e1n la mayor\u00eda.<\/p>\n

– Se puede decir que el nuestro se sit\u00faa en el territorio del desperdicio.<\/p>\n

– \u00bfEs decir?<\/p>\n

– En la torre campanario. Un sitio fuera de sitio, un espacio inc\u00f3modo y feo, vulgar y evitable, pero desde luego suyo.<\/p>\n

– Doy gracias por haber encontrado el camino de los primeros documentos de este templo como catedral, \u00bfo no?<\/p>\n

– Espere, no tienen orden. Usted es joven. Seguro que se orientar\u00e1.<\/p>\n

– Adem\u00e1s tengo su libro sobre este templo de 1862 a 1962.<\/p>\n

– Le espero a las diez todos los d\u00edas, le dejo una llave de la catedral y usted me la devuelve en mi casa sobre la una o una y media.<\/p>\n

– La catedral es suya, durante todo ese tiempo.<\/p>\n

Don Jos\u00e9 es el can\u00f3nigo fabriquero que escond\u00eda a un escritor. Estaba en todos los peri\u00f3dicos de \u00c1lava, como cronista, historiador, periodista y estaba en todos los equipos de comunicaci\u00f3n de la di\u00f3cesis de Vitoria.<\/p>\n

Nos despedimos hasta el d\u00eda siguiente.<\/p>\n

Dice Alejandro Sim\u00f3n Partal<\/em> en su primera novela, La parcela<\/em> (Caballo de Troya), que las voces perduran m\u00e1s que los rostros.<\/p>\n

Intento recordar el rostro del can\u00f3nigo fabriquero en vano. Es invisible y tiene que ver con la expectaci\u00f3n de mi primer libro.<\/p>\n

Su viaje, sea a donde sea, me exigir\u00e1 saber volar de otra manera, y mucho m\u00e1s despacio. Quiz\u00e1 aprecie mejor algunas cosas que amo y que a\u00fan no me pertenecen: el paseo por las naves de la catedral vieja de Vitoria, mirar sin prisa los pilares de la catedral, (antes, mucho antes, de que Kent Follet la use para su novela y el obispo salesiano Asurmendi y Aramend\u00eda emprenda su recuperaci\u00f3n y reforma), sus estatuas, sus altares, sus sepulcros, el caser\u00edo vitoriano, el campo, la Llanada<\/em> alavesa desde la torre; momentos que me permiten que la vida no sea por un rato fingir ni ceder.<\/p>\n

Esa catedral vieja de Vitoria-Gasteiz. Los pilares de la Tierra<\/em>.<\/p>\n

Subo todos los d\u00edas por la escalera de caracol a la torre.<\/p>\n

De diez a una de la ma\u00f1ana. Tres horas.<\/p>\n

Una mesucha. Una silla de tijera. Una bombilla Osram de 60 vatios y una lata de sardinas vaciada, \u201crecoge-aguas\u201d de las goteras en su rinc\u00f3n; que me servir\u00e1 de orinal, por todo ba\u00f1o.<\/p>\n

La investigaci\u00f3n hist\u00f3rica en 1973, da sentido, sobre todo, a la vida de quien investiga, de quien estudia. Era una estampa casi perfecta de la vida de un historiador en serio, de cualquiera de nosotros. \u00bfVerdad, Manolo Revuelta, Antonio Larios, Rafa S\u00e1nz de Diego, David Sampaio, Miguel \u00c1ngel Orcasitas, Vito Tom\u00e1s G\u00f3mez\u2026?<\/p>\n

Investig\u00e1bamos detr\u00e1s, delante, al lado, dentro o fuera de los desperdicios. A veces un legajo era salfum\u00e1n que ayudaba a desprenderse la mugre que los d\u00edas echaban encima de los ciudadanos.<\/p>\n

\u201cDe dentro afuera<\/em>\u201d, nunca al rev\u00e9s.<\/p>\n

Dentro de las cajas de cart\u00f3n de la torre estaba la vida de la catedral de Santa Mar\u00eda, de la f\u00e1brica de la catedral, a la que escucho mejor con los documentos en mis manos.<\/p>\n

El caso es, amigo Javier, que est\u00e1n justo en el lugar donde las cosas se desplazan, se abandonan, se tiran, se reciclan o se pierden para siempre.<\/p>\n

Veinte penitentes d\u00edas viv\u00ed la catedral vieja de Vitoria con una implicaci\u00f3n tan absoluta que pas\u00e9 de casi todo. Pero entonces me importaban demasiadas cosas como para dejarlas perder sin m\u00e1s, que recog\u00ed en mi primer libro: Pa\u00eds Vasco, Iglesia y revoluci\u00f3n liberal<\/em>. Vitoria-Gasteiz. 1978, 430 p\u00e1gs.<\/p>\n

Donde otros encontraron la veta de su negocio, yo encontr\u00e9, por fin, con 34 a\u00f1os, la veta de mi oficio de historiador y mi vocaci\u00f3n de escritor. Los pilares de la tierra, los pilares de mi tierra<\/em>. \u201cDe dentro afuera<\/em>\u201d.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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