{"id":64504,"date":"2021-06-22T13:04:50","date_gmt":"2021-06-22T11:04:50","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=17866"},"modified":"2021-06-22T13:04:50","modified_gmt":"2021-06-22T11:04:50","slug":"sesenta-docenas-de-rosarios","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/sesenta-docenas-de-rosarios\/","title":{"rendered":"Sesenta docenas de rosarios"},"content":{"rendered":"
Aprendiendo a rezar una nueva Avemar\u00eda<\/strong><\/p>\n \u00abAve Mar\u00eda, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in muli\u00e9ribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus<\/em>\u2026\u00bb. Una y otra vez repet\u00edamos a coro el Avemar\u00eda en lat\u00edn. Y es que los rosarios que nacemos en la Ciudad del Vaticano, debemos partir desde aqu\u00ed con la lecci\u00f3n bien aprendida.<\/p>\n Entre los muros del sagrado lugar core\u00e1bamos, una y otra vez, las plegarias que ser\u00edan musitadas por los fieles. Ojos entornados. Cadencia mon\u00f3tona. Y el suave rozar de sus piadosos dedos sobre nuestras cuentas.<\/p>\n \u00c9ramos varios centenares de rosarios destinados a ser regalo del Papa a los fieles: alto privilegio que llenaba de orgullo a nuestras cuentas de color rojo.<\/p>\n \u00abAve Mar\u00eda, gratia plena, Dominus tecum<\/em>\u2026\u00bb. Tras muchos d\u00edas de intenso aprendizaje, logramos repetir el Avemar\u00eda sin equivocaciones. El eclesi\u00e1stico que nos iniciaba en los rezos, pronunci\u00f3 la palabra esperada: Satis!<\/em> (\u00a1Suficiente!).<\/p>\n Comenzamos entonces a preguntarnos por nuestro destino. \u00bfRecalar\u00edamos entre los muros de una catedral, en los de un monasterio o en un templo parroquial? \u00bfSer\u00edamos un recuerdo para los peregrinos o consuelo para los enfermos? Preguntas sin respuesta.<\/p>\n Viajamos durante varios d\u00edas encerrados en dos grandes cajas. Por fin nos depositaron en la parte trasera de un edificio. Perplejidad. Aquel lugar no era ni una catedral ni una iglesia. Parec\u00eda un pobre cobertizo.<\/p>\n Tras varios d\u00edas de espera, lleg\u00f3 la sorpresa. Nos despert\u00f3 el ritmo de una m\u00fasica que crec\u00eda en intensidad. Se le unieron las voces de cientos de ni\u00f1os y j\u00f3venes. Risas, algazara, cantos y alegr\u00eda.<\/p>\n De pronto, ces\u00f3 la m\u00fasica. Se hizo el silencio. Un joven sacerdote, llamado Juan Bosco, se dirigi\u00f3 a los muchachos. Cuando anunci\u00f3 nuestra presencia, todos prorrumpieron en un sonoro aplauso. Vitorearon al Papa. Agradecieron su regalo.<\/p>\n Y, sin saber c\u00f3mo, nos vimos ante una larga hilera de muchachos. Cada uno esperaba su rosario. Viendo la ilusi\u00f3n que ten\u00edan, temimos defraudarles. Nosotros, los rosarios del Papa, no est\u00e1bamos preparados para aquellas vidas j\u00f3venes. Nos hab\u00edan educado para la gravedad de los rezos adultos. Hab\u00edan adiestrado a nuestras cuentas para deslizarse a impulsos de dedos cargados de a\u00f1os. \u00bfQu\u00e9 hacer?<\/p>\n Decidimos tomar prestada la voz de nuestros j\u00f3venes due\u00f1os para aprender a rezar con ellos.<\/p>\n Y nos convertimos en plegaria por la madre que muri\u00f3 hace tiempo. Secamos las l\u00e1grimas de sus ojos, hartos de contemplar el sufrimiento a pesar de tener pocos a\u00f1os. Fuimos s\u00faplica y petici\u00f3n de perd\u00f3n. Nuestras cuentas rojas esbozaron sonrisas de acci\u00f3n de gracias por el pan y la polenta diaria. Rezamos por Don Bosco, coraz\u00f3n y latido del Oratorio. Incluso nos transformamos en arado para sembrar de futuro la vida de aquellos chavales\u2026<\/p>\n Y as\u00ed fue c\u00f3mo nuestras cuentas rojas aprendieron la cadencia de un Avemar\u00eda nueva que era plegaria joven y camino hacia la ternura y el auxilio de la Madre del Cielo.<\/p>\n Nota:<\/em><\/strong> Noviembre 1848. El papa P\u00edo IX, injuriado y perseguido, huye de Roma disfrazado de sacerdote. Se refugia en la ciudad de Gaeta. Los muchachos del Oratorio recaudan 33 liras que env\u00edan al Papa. Concluido su exilio, P\u00edo IX, agradecido, les env\u00eda sesenta docenas de rosarios de cuentas rojas. Se repartir\u00e1n en una gran fiesta organizada por Don Bosco el 21 de julio de 1850. (MBe IV,73-78)<\/em>.<\/p>\n Fuente: Bolet\u00edn Salesiano<\/strong><\/em><\/p>\n