{"id":70317,"date":"2022-02-16T13:00:38","date_gmt":"2022-02-16T13:00:38","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=70317"},"modified":"2022-02-16T09:37:15","modified_gmt":"2022-02-16T09:37:15","slug":"madrid-el-beso-del-pueblo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/madrid-el-beso-del-pueblo\/","title":{"rendered":"MADRID, EL BESO DEL PUEBLO"},"content":{"rendered":"

Continuaci\u00f3n…<\/h3>\n

SALESIANOS, PRINCIPIOS DEL SIGLO XX<\/h3>\n

RICALDONE Y EL CAPIT\u00c1N DE FRAGATA<\/strong><\/p>\n

Pedro Ricaldone, el salesiano que llegar\u00eda a superior general, hab\u00eda participado en el IX Cap\u00edtulo General, celebrado en Valsalice\u2013Tur\u00edn, en septiembre de 1901.<\/p>\n

Pase\u00f3 su coraz\u00f3n como otros salesianos el suyo, por aquel Valle de los Sauces y en aquella cima alta y fecunda de su vida, aprovech\u00f3 para visitar Parma.<\/p>\n

All\u00ed los salesianos, encabezados por Carlos Baratta, en uni\u00f3n del soci\u00f3logo cat\u00f3lico Estanislao Solari, llevaban adelante el llamado Cen\u00e1culo de San Benedicto<\/em>, compuesto por j\u00f3venes universitarios y profesionales del campo.<\/p>\n

Ricaldone subi\u00f3 hacia las estancias del retirado capit\u00e1n de fragata lleno de curiosidad por ver c\u00f3mo el Movimiento Agrario Solariano<\/em> revitalizaba la agricultura de Italia.<\/p>\n

– Ricaldone, qu\u00e9 alivio tratar con vos \u2013<\/em>le recibi\u00f3 amable Solari.<\/em><\/p>\n

– Mis congratulaciones por vuestra genial intuici\u00f3n y vuestras experiencias; ya no pod\u00e9is llegar m\u00e1s alto en el campo de la agricultura.<\/em><\/p>\n

Para Solari la clave de la soluci\u00f3n de la cuesti\u00f3n social<\/em> consist\u00eda en revitalizar la tierra, con la inducci\u00f3n gratuita del nitr\u00f3geno (\u00e1zoe) atmosf\u00e9rico y con la racional anticipaci\u00f3n del abono mineral.<\/p>\n

– El genio es durar, querido don Pedro, algo que nuestra rep\u00fablica de Parma y nuestra Iglesia han sabido hacer. Nuestra teor\u00eda agraria asume ambiciones de sistema social te\u00f3rico y pr\u00e1ctico.<\/em><\/p>\n

– Me han dicho que cont\u00e1is con estrategias concretas.<\/em><\/p>\n

– Digamos que una Escuela de Agricultura, una incipiente Biblioteca de estudios y vamos a iniciar una Revista de Agricultura.<\/em><\/p>\n

– Pero \u00bfa qu\u00e9 debo el honor de vuestro requerimiento? \u2013<\/em>pregunt\u00f3 el mismo hombre que se hab\u00eda negado a ver a tantas personas ilustres.<\/em><\/p>\n

– Mi querido Solari, \u00bfqui\u00e9n duda que el problema verdadero de Espa\u00f1a, especialmente de Andaluc\u00eda, es el agrario?<\/em><\/p>\n

– No s\u00f3lo en Espa\u00f1a, padre, y en Italia y en Francia, y en Europa, \u00bfa qu\u00e9 buscar tantas soluciones para evitar el desquiciamiento social, econ\u00f3mico y pol\u00edtico, cuando la soluci\u00f3n rudimentaria, aunque dif\u00edcil en la pr\u00e1ctica, es sencillamente la religi\u00f3n y la tierra?<\/em><\/p>\n

Recosido Ricaldone de ilusi\u00f3n y de intrepidez, recosido por esa costura humilde, incesante y sombr\u00eda que es la imaginaci\u00f3n, pase\u00f3 despacio, solo, aspirando todo lo que pod\u00eda haber de puro en el aire de la Escuela de Solari<\/em> en Parma y en las que los salesianos de Italia hab\u00edan abierto en Ivrea, Lombriasco, Canelli… y atado a esa estaca del vivir, pensaba introducir el Movimiento en Espa\u00f1a, ahora que era provincial de Andaluc\u00eda.<\/p>\n

– Italia es mi patria, se\u00f1or Solari.<\/em><\/p>\n

– Pero su familia es for\u00e1nea. Cuando una gata se mete en un horno para dar a luz, lo que pare no son panes, sino gatos. Nunca le considerar\u00e1n italiano del todo. Est\u00e1 bien que busquemos fortuna para la cuesti\u00f3n social en Espa\u00f1a. All\u00ed le esperan los regeneracionistas, padre Ricaldone \u2013<\/em>a\u00f1adi\u00f3 con una punta de gozo Solari, como si conociera de repente a Joaqu\u00edn Costa.<\/em><\/p>\n

 <\/p>\n

OBERTI Y SUS BORLAS<\/strong><\/p>\n

Los caf\u00e9s del centro de Madrid estaban repletos de clientes.<\/p>\n

La diversi\u00f3n cotidiana y la distracci\u00f3n para la gente eran dar una vuelta por las calles de San Jer\u00f3nimo o Arenal. Pero aquella tarde del mes de enero de 1902 hab\u00eda sido distinto. Nada menos que el Conde de San Bernardo, ministro de Estado, hab\u00eda acaparado la atenci\u00f3n.<\/p>\n

El se\u00f1or conde sol\u00eda caminar por las calles con el rostro impasible del que est\u00e1 acostumbrado a la curiosidad ajena. Algunos colegas y compa\u00f1eros de trabajo murmuraban que estaba orgulloso de su estatura, incluso que se sent\u00eda superior a los dem\u00e1s.<\/p>\n

El p\u00fablico se agolpaba en el Ateneo<\/em>. Ocurr\u00eda algo inusual. El se\u00f1or ministro presentaba su op\u00fasculo: El problema del pan<\/em>.<\/p>\n

– Se\u00f1ores, hasta ahora no hemos usado m\u00e1s que paliativos para combatir la crisis agr\u00edcola. Veo en el Sistema Solari el medio eficaz para lograr del campo el m\u00e1s alto grado de fertilidad con los m\u00ednimos gastos.<\/em><\/p>\n

Record\u00f3 una de las divisas de los Borgia<\/em>: Verba non facta<\/em>, frase que pod\u00eda entenderse de dos maneras, seg\u00fan donde se pusiera la coma. As\u00ed pod\u00edan ser las promesas quiz\u00e1s en la corte de Alejandro VI, de Julio II o de Le\u00f3n X, y as\u00ed ser\u00edan las suyas.<\/p>\n

El ministro de Estado se aferr\u00f3 a la posibilidad de poner todo su talento al servicio del Sistema Solari<\/em>. La concurrencia del Ateneo<\/em>, sin disimulo, le aplaudi\u00f3.<\/p>\n

Para Ricaldone el puerto de sus deseos estaba ya a la vista y con la palmada de afecto del mismo ministro, nada menos.<\/p>\n

\u00a1Zas! Se le hab\u00eda ca\u00eddo, de golpe, el velo de los ojos, y tras \u00e9l apareci\u00f3 una mirada azul, ancha, ovoidal, casi coqueteante con el Sistema Solari<\/em> de agricultura.<\/p>\n

Ricaldone tuvo siempre algo conspiratorio en el entrecejo y se acerc\u00f3 a labradores y propietarios de haciendas agr\u00edcolas y meti\u00f3 carne cruda a la prosa de sus libros.<\/p>\n

– La cuesti\u00f3n social hoy \u2013<\/em>dijo\u2013 se agita en el mundo, est\u00e1 \u00edntegramente ligada a la suerte de la agricultura, como que \u00e9sta fomenta la industria, de la vida al consumo y es la principal fuente de riqueza para un pa\u00eds.<\/em><\/p>\n

– Han venido unas se\u00f1oras a pedirme que fundemos en Vitoria y en C\u00e1diz \u2013<\/em>a\u00f1adi\u00f3 Oberti.<\/em><\/p>\n

– \u00bfY eso, don Ernesto? No querr\u00e1s quitarme a m\u00ed las borlas de C\u00e1diz y a Aime las de Huesca.<\/em><\/p>\n

– Don Pedro, usted siempre con sus cosas.<\/em><\/p>\n

– Perd\u00f3n, Oberti. Es la reforma de los salesianos en Espa\u00f1a, que hemos acordado en Valsalice y que trato de incorporar lo antes posible.<\/em><\/p>\n

– Pierde cuidado, Pedro, todas las borlas para ti. Por cierto, en la pr\u00f3xima semana social de Madrid, el ministro de Estado y el todo Madrid piensan invitarte para una conferencia sobre las teor\u00edas solarianas.<\/em><\/p>\n

Pedro Ricaldone, despu\u00e9s de pasar por la citada Semana Social<\/em> de 1906, entraba al servicio de toda la Espa\u00f1a agraria, dirigiendo la Biblioteca Solariana<\/em>, que llegar\u00eda a constar de 118 vol\u00famenes para 1928. Mientras, Ernesto Oberti entraba en la casa del procurador de los salesianos, en Roma. Iron\u00edas del destino que ya no afectaban a Oberti, arrasado por la nueva e inesperada vuelta en la rueda de su amiga fortuna. El 28 de octubre de 1904 expiraba en brazos del procurador general, Juan Marenco.<\/p>\n

 <\/p>\n

LA LUCECITA DEL DESPACHO<\/strong><\/p>\n

Oberti, en uno de sus golpes de audacia, se hab\u00eda ganado en un par de a\u00f1os el barrio de Las Injurias que hubiera querido perderle.<\/p>\n

La lucecita de su despacho era el aldebar\u00e1n dom\u00e9stico que reg\u00eda y apacentaba el sue\u00f1o y los sue\u00f1os de los primeros chicos internos y la noche del suburbio. La lucecita de su despacho, el despacho de Oberti, era el aldebar\u00e1n venturoso y creativo de Mar\u00eda Paz S\u00e1nchez, Guillermo Rolland, Fernando Bauer, Mart\u00ednez Berrueco, Juan Bautista Tormo, Juan R\u00edos. La lucecita de su despacho, despacho de Oberti insomne, reg\u00eda los sue\u00f1os de los chicos y j\u00f3venes, que educados en los colegios salesianos de Espa\u00f1a, se encontraban en Madrid en pensiones del tres al cuarto, mientras frecuentaban la Universidad Central.<\/p>\n

Hab\u00eda que hacer algo.<\/p>\n

– Mi querido Ernesto, \u00bfpor qu\u00e9 no abrir una Academia\u2013Pensi\u00f3n para nuestros exalumnos?<\/em><\/p>\n

– Los de Utrera revolotean cerca de nosotros, pero… sin rumbo fijo.<\/em><\/p>\n

– Pod\u00eda daros una pista.<\/em><\/p>\n

Ernesto Mart\u00ednez, ingeniero ge\u00f3grafo, buen amigo de Oberti, capt\u00f3 un destello extra\u00f1o en los ojos del salesiano.<\/p>\n

– Despu\u00e9s de lo que hemos caminado juntos \u2013<\/em>confi\u00f3 Oberti\u2013, necesito estar seguro de que me ayudar\u00e9is en la empresa.<\/em><\/p>\n

– Me ten\u00e9is a vuestra disposici\u00f3n.<\/em><\/p>\n

Ernesto Mart\u00ednez Berrueco se inclin\u00f3 con su impecable elegancia que era cortes\u00eda y afecto, exentos de servilismo.<\/p>\n

La lucecita del despacho de Oberti era el aldebar\u00e1n dom\u00e9stico que reg\u00eda los sue\u00f1os confusos, viciosos y desvelados de estudiantes en la Central, que llegaron de Sevilla, M\u00e1laga, Utrera, de Vigo, B\u00e9jar, o Santander, de Barcelona, Gerona, o Sarri\u00e1.<\/p>\n

El sue\u00f1o enredado de Oberti con la vigilia de su amigo Berrueco abri\u00f3 la Academia\u2013Pensi\u00f3n<\/em> de San Luis, en la calle Magdalena 1, muy cerca de Ronda de Atocha 17.<\/p>\n

Oberti ten\u00eda extendido un gran plano de Madrid sobre la mesa.<\/p>\n

El avance de los salesianos en la villa crec\u00eda.<\/p>\n

Antonio Castilla le susurra confidencias. Un viejo reloj de p\u00e9ndulo daba las horas. Era como el coraz\u00f3n cansado e incansable de Oberti dando las suyas.<\/p>\n

– Carvallo les dar\u00e1 antropolog\u00eda. Mayorino religi\u00f3n. Eduardo las introducciones a las ingenier\u00edas… y ser\u00e1 el director.<\/em><\/p>\n

Hab\u00eda nacido el primer Colegio Universitario<\/em> de los salesianos en Espa\u00f1a.<\/p>\n

La lucecita del despacho de Oberti, despacho de un creador, segu\u00eda sumergida en sue\u00f1os inmensos y mar\u00edtimos, italianos, que son sue\u00f1os de chicos y garzones catequizados, honrados, preparados y \u00fatiles para la sociedad.<\/p>\n

 <\/p>\n

NUESTRAS GOTAS DE LECHE<\/strong><\/p>\n

En las tardes del Oratorio de San Francisco de Sales<\/em>, entre chicos desnutridos y h\u00e9roes de barro, que no consent\u00edan que nadie las quitase de encima la mierda de la calle, que era su p\u00farpura y su armi\u00f1o, los salesianos iban creciendo.<\/p>\n

Oberti se retir\u00f3 temporalmente a Roma, donde vivi\u00f3 pocos meses junto al procurador general de los salesianos, hasta que el c\u00e1ncer de h\u00edgado hizo las paces con su rostro.<\/p>\n

Los hechos de Oberti en Madrid eran ya los de Zabalo, Castilla, Olivazzo y Balzario, Crescenzi. Estos y otros salesianos estaban tan compenetrados con la personalidad de Oberti que segu\u00edan su trayectoria en las Rondas y en Carabanchel como la br\u00fajula que s\u00f3lo mira hacia su norte.<\/p>\n

– \u00bfPor qu\u00e9 no llevas a Pepito a la Gota de Leche?<\/em><\/p>\n

– En nuestra familia tenemos los chicos en los salesianos. Es lo mejor que pod\u00eda pasarnos.<\/em><\/p>\n

– Pero en el centro del doctor Ulecia te ense\u00f1an a criar a los chicos.<\/em><\/p>\n

– Y en los salesianos a que crezcan.<\/em><\/p>\n

– \u00bfQui\u00e9n gana?<\/em><\/p>\n

La Consuelo alz\u00f3 la voz intencionadamente para que la oyese Pepito.<\/p>\n

– Pepito se quedar\u00e1 en los salesianos mientras crece. Y Julito, el mamoncillo, lo llevaremos a la Gota. As\u00ed ganan todos.<\/em><\/p>\n

Ahora la Consuelo baj\u00f3 la voz y lanz\u00f3 la pregunta a Pepito.<\/p>\n

– En qu\u00e9 piensa mi rey de Lavapi\u00e9s.<\/em><\/p>\n

– Pues en el partido del Real Madrid, mam\u00e1.<\/em><\/p>\n

La Consuelo se acerc\u00f3 a Pepito, pero not\u00f3 que a\u00fan deb\u00eda purgar los marujeos con la Lorenza de Tribulete, porque Pepito hizo como los chicos cuando no quieren ser abordados: cambi\u00f3 de conversaci\u00f3n y gir\u00f3 la cara hacia un lado.<\/p>\n

Las j\u00f3venes madres de Lavapi\u00e9s y de las Rondas, de la Latina o del Retiro, viv\u00edan al costado del Centro de Madrid y sus bodas de esparto y hambre ten\u00edan a los lados unos maridos, arrimados a talleres, f\u00e1bricas y oficios de mala muerte.<\/p>\n

La elevad\u00edsima tasa de mortalidad infantil, en Madrid y en Espa\u00f1a, era debida, en gran parte, a los deficientes cuidados que los ni\u00f1os recib\u00edan en sus casas. Por eso nac\u00eda la preocupaci\u00f3n del doctor Ulecia por divulgar las normas de higiene, alimentaci\u00f3n y cuidados indispensables para criar ni\u00f1os sanos: La Gota de Leche<\/em> (1905).<\/p>\n

A su manera, los salesianos de la Ronda de Atocha y de Carabanchel, sumaban el crecimiento de estos chicos libres y honestos, trabajadores y decentes, nada beatos y con verdes ganas de vivir, con sus escuelas y talleres; y en esto eran unos m\u00e1s de la generaci\u00f3n del 98 y m\u00e1s que todo el 98. Porque a la Escuela y Despensa<\/em> de Joaqu\u00edn Costa y todos los regeneracionistas, los salesianos un\u00edan el Catecismo<\/em>, en la escuela de don Bosco. Que con don Miguel de Unamuno confirmaban, sin saberlo, que donde no hay funci\u00f3n de nutrici\u00f3n, no hay funci\u00f3n de relaci\u00f3n<\/em>.<\/p>\n

 <\/p>\n

LA REINA SUPERVIVIENTE<\/strong><\/p>\n

Los salesianos met\u00edan viento al pueblo de Madrid y sus chicos y garzones no sal\u00edan de sus patios, sin saber muy bien porqu\u00e9.<\/p>\n

Parec\u00eda como si los salesianos los hubieran bautizado de nuevo.<\/p>\n

Y en 1907, 1908 y 1909, los salesianos empezaron a recibir visitas. Brillante y destacada la de Mar\u00eda Cristina. La Reina madre, aparec\u00eda vestida como de espuma, con ojos gris-gamuza, y quienes llevaban dentro republicanos cauterizados de corrala y solar, intu\u00edan, de pronto, aquello de Proust, aunque ninguno le leer\u00eda: La nobleza comporta unos valores po\u00e9ticos a los que ella misma es ajena<\/em>.<\/p>\n

Ni los chicos de estos barrios ni sus padres iban a cambiar de coraz\u00f3n pol\u00edtico, pero todos se enamoraron un poco de aquella mujer, hecha de moar\u00e9 y de la infanta Mar\u00eda Teresa, hecha de tul, que la acompa\u00f1aba.<\/p>\n

Los ojos de la infanta pod\u00edan templar y rasar el coraz\u00f3n alborotado y travieso de los chicos madrile\u00f1os.<\/p>\n

Me lo tem\u00eda.<\/p>\n

Mar\u00eda Teresa de Baviera, libre y descalza de prejuicios, se enganch\u00f3 a los rezos de los chiquillos en la iglesia de Mar\u00eda Auxiliadora.<\/p>\n

El 12 de octubre de 1907 se inaugur\u00f3 oficialmente la Ronda de Atocha 17, gracias a la generosidad del banquero y senador Guillermo Rolland y sus hijos sobre todo.<\/p>\n

A Ram\u00f3n Zabalo, segundo provincial de Madrid, le toc\u00f3 acoger cortejos y presidir ceremonias. La Iglesia Cat\u00f3lica, con su formidable m\u00e1quina de publicidad, elevaba a don Bosco aquel a\u00f1o al rango de venerable.<\/p>\n

– Majestad, bienvenida a su casa.<\/em><\/p>\n

– Padre Zabalo me han dicho que sois un superviviente<\/em><\/p>\n

Zabalo enrojeci\u00f3.<\/p>\n

– Majestad, s\u00f3lo un casero vasco de Urnieta.<\/em><\/p>\n

– Un superviviente, como yo. Enhorabuena. Dios sabe lo que ser\u00e9is capaz de hacer cuando teng\u00e1is mi edad y hay\u00e1is pasado por lo que yo he pasado.<\/em><\/p>\n

– Perdonad, Majestad.<\/em><\/p>\n

– Os perdonar\u00e9 cuando de verdad lo necesit\u00e9is. Esos impuestos de alcantarillado…<\/em><\/p>\n

– Sois nuestra madre.<\/em><\/p>\n

– Una superviviente, como Su Majestad.<\/em><\/p>\n

La amenaza perfumada de la Reina Madre se sobrepon\u00eda como mancha de aceite sobre la muchachada de la Ronda de Atocha que cantaba, a grito pelado, aquello de: Don<\/em> Bosco ritorna<\/em>. Don Bosco vuelve.<\/p>\n

Parec\u00edan las voces de divisiones acorazadas que volvieran de una guerra para tomar Madrid.<\/p>\n

 <\/p>\n

EL MEJOR REPORTERO DE DON BOSCO<\/strong><\/p>\n

El 5 de julio de 1910 fallec\u00eda Miguel Rua, el que desde 1888, hab\u00eda sucedido a don Bosco. Hasta 1888 parec\u00eda estar mudo: sin tantas reuniones como \u00e9l, sin tanta algarab\u00eda del correo, sin tantas visitas, sin tantos suplicantes. Pero toda la Congregaci\u00f3n ven\u00eda a sus dedos, alargaba sus dedos y rozaba su naturaleza.<\/p>\n

– Doctor, se excedi\u00f3 usted en el diagn\u00f3stico de Balzario.<\/em><\/p>\n

– Solamente puse por escrito su enfermedad: tisis.<\/em><\/p>\n

– Con exceso de celo. A m\u00ed no se me oculta que comemos mal.<\/em><\/p>\n

– En algunas cosas tengo m\u00e1s imaginaci\u00f3n\u00a0 que usted, don Rua.<\/em><\/p>\n

– Bueno, doctor, Balzario ir\u00e1 a Espa\u00f1a. Ya ver\u00e1 usted imaginaci\u00f3n. <\/em><\/p>\n

Alrededor de Miguel Rua todo giraba, todo se abat\u00eda, todo se levantaba, mientras \u00e9l permanec\u00eda en la quietud y el desasimiento.<\/p>\n

Cuando a \u00e9l llegaban los salesianos de Madrid, restallantes y flam\u00edgeros, hundidos o marchitos, Rua les estaba esperando, sentado, con los recuerdos de don Bosco vivos.<\/p>\n

– Don Rua, 10.000 chicos han estudiado ya en la Ronda de Atocha.<\/em><\/p>\n

– Cuatrocientos garzones tenemos en Carabanchel.<\/em><\/p>\n

– Docenas de universitarios se preparan en Magdalena, 1.<\/em><\/p>\n

– Crece la Asociaci\u00f3n de Mar\u00eda Auxiliadora.<\/em><\/p>\n

– Don Rua, avanzan las obras de Atocha.<\/em><\/p>\n

– Hasta 2.000 chiquillos frecuentan el Oratorio los domingos.<\/em><\/p>\n

La actualidad de los salesianos en Madrid \u2013quit\u00e1ndose la palabra de la boca, atropell\u00e1ndose y desminti\u00e9ndose\u2013 galopaba por delante de todos ellos. El t\u00edsico Balzario pegar\u00eda tir\u00f3n durante 31 a\u00f1os. Olivazzo, el ardiente, incendiar\u00eda cielos y suelos. Crescenzi, listo y pillo, tendr\u00eda innumerables hijos<\/em> salesianos.<\/p>\n

Para Miguel Rua, el hoy era el ayer: don Bosco. Para Rua, el hoy era el futuro: don Bosco.<\/p>\n

La actualidad de Madrid mareaba a los salesianos. Los gastaba, los mord\u00eda y los contagiaba con su rabioso presente.<\/p>\n

Alfonso XIII abr\u00eda la Gran V\u00eda. Por fin. Gald\u00f3s estrenaba Casandra<\/em>. Sin \u00e9xito. Ruperto Chap\u00ed estrenaba La magia de la vida<\/em>. P\u00f3stuma.<\/p>\n

Miguel Rua hab\u00eda resistido muchos embates y muchas complicaciones.<\/p>\n

Cuando los salesianos de Madrid se acercaban a \u00e9l, con sus largas hemorragias resta\u00f1adas, con sus temblores abolidos, con sus caricias compartidas, \u00e9l siempre dec\u00eda:<\/p>\n

– La Congregaci\u00f3n es hermosa e imprescindible.<\/em><\/p>\n

– Don Rua, corren tiempos dif\u00edciles.<\/em><\/p>\n

– No lo olvides, Zabalo, la Congregaci\u00f3n es hermosa.<\/em><\/p>\n

– Amenazan con quitarnos las propiedades, hasta nuestro propio estado.<\/em><\/p>\n

– Nadie va a derrotarnos, la Congregaci\u00f3n es imprescindible.<\/em><\/p>\n

Miguel Rua, el mejor reportero de la aventura de don Bosco, se marchaba en silencio. Hab\u00eda estado en el silencio.<\/p>\n

 <\/p>\n

LA INFANTA DE LOS SALESIANOS<\/strong><\/p>\n

Mar\u00eda Teresa de Baviera, actual, beligerante, arriesgada y fina llegaba mucho m\u00e1s a los chicos y garzones del Madrid popular y jaranero, audaz y golfo, de lo que se imagina. Se la ha identificado demasiado e injustamente, con la gloria oficial, sin tener en cuenta que fue cooperadora salesiana<\/em>, la presidenta de la Junta de cooperadores<\/em> de Madrid, de mensaje cercano y devoci\u00f3n popular.<\/p>\n

Penetrada de la intensidad de su amor a los dem\u00e1s, encabez\u00f3 esta Junta<\/em> de los salesianos de la Ronda de Atocha, adonde se acercaba, cuando pod\u00eda, para entretenerse con toda la chiquiller\u00eda de estos barrios. Entonces toda su dulzura le atacaba de golpe.<\/p>\n

– Es fe\u00edlla, pero sabe estar.<\/em><\/p>\n

– Tiene la misma naricilla que su padre.<\/em><\/p>\n

– La cuesti\u00f3n es, chicas, si aguantar\u00e1 el pr\u00f3ximo parto.<\/em><\/p>\n

Por hablar que no quedara. Las comadres de Argumosa, Avemar\u00eda y Progreso ten\u00edan que darle a la sinhueso<\/em>.<\/p>\n

– Que viva la infanta Mar\u00eda Teresa.<\/em><\/p>\n

– Que viva la \u201cinfanta de los salesianos\u201d.<\/em><\/p>\n

Mar\u00eda Teresa no era sino una presencia m\u00e1gica en la Ronda, una sucesi\u00f3n de gestos, de sonrisas, de miradas, el irse manifestando de aquella infanta de Espa\u00f1a, inesperadamente majestuosa como su madre.<\/p>\n

Doscientos chicos recib\u00edan educaci\u00f3n gratuita, por los a\u00f1os de mil novecientos y pico corto en estas escuelas populares. Mar\u00eda Teresa fue un poco el coraz\u00f3n propulsor y el suelo que, a veces, les faltaba, el agua dulce sobre el salobre de las calles del Distrito de La Latina o Retiro.<\/p>\n

Y como los racimos de cerezas se engarzan entre s\u00ed, Mar\u00eda Teresa de Baviera tiraba de las marquesas de Perija\u00e1 y Casa\u2013Laiglesia, de las se\u00f1oras de Guedea, Trillo, Niculant, para confiarles sus secretos de piedad y caridad<\/em>, que don Bosco tanto estimulara.<\/p>\n

Los salesianos la recib\u00edan con toda la esperanza de sus apellidos, apretada en el coraz\u00f3n y en la cartera.<\/p>\n

– Mira que casarse con su primo Carlos.<\/em><\/p>\n

– Menuda planta que tiene el de Baviera.<\/em><\/p>\n

– Nada. Hijos tontos.<\/em><\/p>\n

– Pero \u00a1Por qu\u00e9 asombrarse! \u00bfSi la pobre no ha visto de cerca m\u00e1s que a sus primos y al obispo de Si\u00f3n?<\/em><\/p>\n

Acodada en el reclinatorio de la iglesia de los salesianos, ped\u00eda a Mar\u00eda Auxiliadora por la suerte de sus embarazos, por su marido, por ella misma.<\/p>\n

– Rendidos a tus plantas, Reina y Se\u00f1ora, los cristianos te aclaman su Auxiliadora.<\/em><\/p>\n

Las voces de los chicos hac\u00edan subir la verdad a la superficie.<\/p>\n

Mar\u00eda Teresa necesit\u00f3 de sus auxilios para parir a sus hijos: Luis Alfonso, Mercedes y Pilar. De este parto fallecer\u00eda.<\/p>\n

 <\/p>\n

LA LEY DEL CANDADO<\/strong><\/p>\n

– Nosotros vemos a Canalejas todos los d\u00edas y no sabemos nada de proyectos de \u201cley mordaza\u201d.<\/em><\/p>\n

– \u00bfHasta cu\u00e1ndo se va a ignorar el papel anticlerical de esa ley?<\/em><\/p>\n

– Vosotros sois intelectuales <\/em>\u2013dec\u00eda Romanones masticando un puro viejo que hab\u00eda mojado de co\u00f1ac\u2013, vosotros est\u00e1is aqu\u00ed en el Ateneo pensando todo lo que hay que pensar.<\/em><\/p>\n

– Canalejas y yo creemos en la separaci\u00f3n Iglesia\u2013Estado. Cada quien en lo suyo.<\/em><\/p>\n

Canalejas, cat\u00f3lico convencido y practicante, hasta el punto de obtener licencia pontificia para albergar una capilla en su propia casa, fue motejado de enemigo de la Iglesia, por la extrema derecha clerical, con motivo de las discusiones, en torno a esta famosa Ley del Candado<\/em>, sancionada, por fin, al t\u00e9rmino de 1910, en los dos primeros debates.<\/p>\n

Pero ah\u00ed es nada y tal y qu\u00e9 s\u00e9 yo la que se arm\u00f3.<\/p>\n

La Ley del Candado encontr\u00f3 tal oposici\u00f3n en la extrema derecha, que \u00e9sta desencaden\u00f3 una tormenta de indignaci\u00f3n: los cat\u00f3licos vascos amenazaron con una guerra civil y sometieron al presidente a campa\u00f1as alternativas de vilipendio y halago en los c\u00edrculos aristocr\u00e1ticos.<\/p>\n

– \u00bfQu\u00e9 pretende la ley?<\/em><\/p>\n

– Pues el control de las actividades pol\u00edticas por parte de determinadas asociaciones, congregaciones y \u00f3rdenes religiosas. Nada m\u00e1s.<\/em><\/p>\n

– Pero va demasiado deprisa, Su Se\u00f1or\u00eda.<\/em><\/p>\n

– Se apoya en la letra del Concordato vigente para evitar s\u00f3lo la proliferaci\u00f3n de esas asociaciones.<\/em><\/p>\n

Com\u00edan los tres en el fresco rev\u00e9s de mayo de 1911, servidos con prontitud. Binelli, provincial de los salesianos, habl\u00f3 despu\u00e9s de un pensativo silencio:<\/p>\n

– En resumen, Canalejas busca alguna forma de provocaci\u00f3n.<\/em><\/p>\n

– Tambi\u00e9n ahogar la vida civil de los conventos.<\/em><\/p>\n

– Puede que las dos cosas.<\/em><\/p>\n

– Rodolfo, el marqu\u00e9s de Comillas, quiere que nos defendamos.<\/em><\/p>\n

– \u00bfNo parece un alarde innecesario?<\/em><\/p>\n

– Mas bien peligroso.<\/em><\/p>\n

– Vete en nombre de don Bosco y habla.<\/em><\/p>\n

Hubo un largo silencio. Rodolfo Fierro Torres, salesiano colombiano, escritor e historiador, sab\u00eda callar a tiempo, dejarle la \u00faltima palabra al otro. Era una sabidur\u00eda, quiz\u00e1 tambi\u00e9n una iron\u00eda, que se aprende con el tiempo.<\/p>\n

Religiosos historiadores, fil\u00f3sofos, te\u00f3logos y canonistas fueron enviados a la Comisi\u00f3n segunda del Parlamento para defender el trayecto de las Congregaciones en Espa\u00f1a.<\/p>\n

Entre ellos Fierro Torres, el salesiano.<\/p>\n

Cientos de muchachos de las Rondas y de los Carabancheles eran un cansancio de esquinas, un desboque de camisetas sudadas, un sofoco de junio y ex\u00e1menes.<\/p>\n

– Esos muchachos son mis poderes \u2013<\/em>pens\u00f3 el salesiano.<\/em><\/p>\n

 <\/p>\n

LA CAJA DE AVISPAS<\/strong><\/p>\n

A las 5 de la tarde del 13 de junio de 1911 se abr\u00eda la sesi\u00f3n.<\/p>\n

La presid\u00eda Santiago Alba, presidente de las Cortes.<\/p>\n

El salesiano Rodolfo Fierro, a solas con su sotana y cuatro papeles, se planteaba por d\u00f3nde tirar.<\/p>\n

Entre los amigos que apoyaban, Mar\u00edn L\u00e1zaro, Severino Aznar, Alfonso Sangro, Norberto Torcal, Rufino Blanco, Angel Herrera, el marqu\u00e9s de Comillas. Entre los enemigos.<\/p>\n

– Puaf…, los enemigos son enfermedades. Las enfermedades s\u00f3lo se curan con entusiasmo. Es mejor ser derrotado en la lucha a morir de tisis, bajo el flexo.<\/em><\/p>\n

S\u00f3lo hab\u00eda ya un estrado.<\/p>\n

Hab\u00edan pasado por \u00e9l, el jesuita Astray, el carmelita Gonz\u00e1lez Rojas, el escolapio Calasanz Rabassa… Era su turno.<\/p>\n

Rodolfo Fierro entend\u00eda que los tiempos cambian, con o sin revoluci\u00f3n, y que la historia no se para.<\/p>\n

La agitaci\u00f3n reinaba en la sala.<\/p>\n

– \u00a1Qu\u00e9 t\u00edo flacucho! \u00a1Que le den garbanzos!<\/em><\/p>\n

Fierro sent\u00eda pasar la historia por su coraz\u00f3n, como un cuchillo de acero fr\u00edo y doliente.<\/p>\n

– \u00a1Silencio, se\u00f1ores! <\/em>\u2013dijo el presidente.<\/em><\/p>\n

– Traigo la representaci\u00f3n de mis compa\u00f1eros de la Sociedad Salesiana: mi deseo ser\u00eda traer a este palenque una r\u00e1faga de paz, una corriente de armon\u00eda.<\/em><\/p>\n

No se hab\u00eda dado cuenta. \u00c9l \u2013que acababa de entrar en otro mundo\u2013 empezaba a acaparar a los presentes. No se anduvo por las ramas.<\/p>\n

– El elocuente representante de la intransigente izquierda, en nombre de la igualdad y la fraternidad, aboga por la extirpaci\u00f3n de las Asociaciones religiosas; yo, se\u00f1ores diputados, en nombre de la igualdad humana y de la fraternidad, abogo porque nos respetemos mutuamente. <\/em>(Murmullos de aprobaci\u00f3n.<\/em>)<\/p>\n

Fierro baj\u00f3 un poco la cabeza para evitar las miradas del se\u00f1or Dorado, las interrogaciones.<\/p>\n

– No vengo a combatir; vengo a hablar de la Sociedad Salesiana. <\/em>(En la mesa, se\u00f1ales de aprobaci\u00f3n.<\/em>)<\/p>\n

Prosigui\u00f3, alis\u00e1ndose la sotana e interpelando con un leve orgullo, que era f\u00e1cil percibir.<\/p>\n

– Los salesianos, por expresa voluntad de don Bosco, no nos entrometemos en la pol\u00edtica. Y os dir\u00e9 la raz\u00f3n. En nuestras casas admitimos sin distinci\u00f3n a todos los hijos del pueblo, y entre los hijos del pueblo los hay republicanos, radicales, dem\u00f3cratas, liberales, conservadores, carlistas, integristas, etc. Y medrados estar\u00edamos si fu\u00e9ramos a resolver ese avispero que denominan pol\u00edtica. <\/em>(Risas y aprobaci\u00f3n.<\/em>)<\/p>\n

Ya no s\u00f3lo los santos civiles de los cuadros asist\u00edan reverentes a aquella in\u00e9dita confesi\u00f3n, sino todos los presentes. Fierro, sin pausas, prosegu\u00eda:<\/p>\n

– \u00bfY qu\u00e9 hacemos para realizar nuestra misi\u00f3n? Como los hijos del rico ya est\u00e1n suficientemente atendidos, Juan Bosco reivindica para s\u00ed la clase media y la que despectivamente se llama clase \u00ednfima. All\u00e1 bajamos nosotros, porque anhelamos levantarla, porque sabemos que tambi\u00e9n en ella brilla la dignidad humana, porque buscamos efectiva, pr\u00e1cticamente, la igualdad humana, imponi\u00e9ndonos sacrificios para lograrla. <\/em>(Aplausos constantes.<\/em>)<\/p>\n

Se cort\u00f3 en seco la adulaci\u00f3n y el compadreo del co\u00f1ac o del inter\u00e9s. Don Santiago Alba se retrepaba sobre el sill\u00f3n. Se ve\u00eda que el salesiano dominaba la situaci\u00f3n.<\/p>\n

 <\/p>\n

VESTIR DE PAISANO<\/strong><\/p>\n

Fierro era el orador de la palabra r\u00e1pida, que pasaba del juego intelectual a la r\u00e9plica popular, de un casticismo un pel\u00edn pasado, que era el de su juventud, a una trama tejida de im\u00e1genes.<\/p>\n

– Cuatro clases de instituciones tenemos en Espa\u00f1a para llevar nuestra misi\u00f3n. Vosotros habr\u00e9is visto, particularmente los d\u00edas festivos, chiquillos rodando por el arroyo, con peligro de que los arrolle un tranv\u00eda… Pues bien, a esos pilluelos los recogemos en reuniones que llamamos oratorios\u2013festivos, no porque se vaya all\u00ed a rezar \u00fanicamente, sino porque toda acci\u00f3n grande, sea religiosa, industrial o social, empieza con una mirada al cielo. <\/em>(\u00a1Muy bien!<\/em>)<\/p>\n

Fierro se hac\u00eda soluble en lo que dec\u00eda. Al final, siempre el orador se salva en el discurso como el alfarero en sus alfarer\u00edas.<\/p>\n

– Esto es a\u00fan poco; tenemos Escuelas populares, en las cuales se educa gratuitamente a las clases populares. Otra forma hay a\u00fan. Esos obreros de veinte y m\u00e1s a\u00f1os que vegetan en la ignorancia, \u00bfno pod\u00edan reunirse de noche y aprender a leer, a escribir, a hacer cuentas y conocer y estimar su dignidad? Pues, he aqu\u00ed, se\u00f1ores diputados de la Comisi\u00f3n, que para ello surgen Escuelas nocturnas.<\/em><\/p>\n

El placer de acertar en la Comisi\u00f3n le atra\u00eda a Fierro como a los hombres de acci\u00f3n que son lo bastante ricos para colmar todos sus deseos. Por eso el momento era un excitante para el salesiano, ni\u00f1o mimado del provincial, que, por orgullo leg\u00edtimo, resent\u00eda las ayudas de aquel.<\/p>\n

– Veo sobre el porvenir cernerse una nube densa y cargada de tormentas<\/em> \u2013dijo don Bosco\u2013 y para el obrero cre\u00f3 las Escuelas profesionales salesianas, en las que educamos cient\u00edfica, t\u00e9cnica y pr\u00e1cticamente a estudiantes y aprendices.<\/em><\/p>\n

Como liebre intuitiva se sinti\u00f3 un poco en peligro, contuvo toda la respiraci\u00f3n, misteriosa y caliente, y dijo:<\/p>\n

– Para no asustar a los artesanos, nuestros salesianos visten de paisano.<\/em> (Risas.<\/em>)<\/p>\n

Aquellas risas lo excitaron y le dieron alas. No pod\u00eda achicarse. Su propio desconcierto le hubiera aplastado.<\/p>\n

– Siguiendo los programas elaborados por el salesiano Jos\u00e9 Bertello, realizaremos, aunque nos cueste la vida, no ya la agrupaci\u00f3n de una clase \u2013porque siguiendo el Evangelio no reconocemos clases en el concepto pagano de la palabra\u2013, ni la fraternidad de los elementos que integran una naci\u00f3n o una raza, que esto es bien poco\u2013, sino todos de consuno, la fraternidad universal.<\/em> (Murmullos…<\/em>)<\/p>\n

El clima, en la sala, pareci\u00f3 inflamarse, ponerse de monter\u00eda golfa y whisky. Afuera la calle estaba tibia, inmensa, ilustrada de verbena y farolillos a la veneciana por San Antonio de la Florida. Alg\u00fan amago de ladrido en la jaur\u00eda de la izquierda.<\/p>\n

– … la fraternidad universal<\/em> \u2013se impuso Fierro por sobre los murmullos\u2013 que hasta los socialistas invocan y que nosotros, los cat\u00f3licos, los religiosos, proclamamos con igual entusiasmo, con id\u00e9nticos anhelos y con mayor derecho. <\/em>(Aplausos en la mesa de la prensa y en el p\u00fablico.<\/em>) \u00c9sta es nuestra aspiraci\u00f3n.<\/em><\/p>\n

 <\/p>\n

EL BESO DEL PUEBLO<\/strong><\/p>\n

Todo esto hab\u00eda que culminarlo de alguna forma y Fierro decidi\u00f3 hacer lo definitivo, lo inimaginable, lo impensable, que era romper lanzas por los obreros.<\/p>\n

– Es nuestro anhelo \u2013<\/em>dijo\u2013 armar obreros… con una rama de olivo para que, fuertes en su generosidad, se la brinden a los que hoy miran como a enemigos. <\/em>(Constantes rumores de aprobaci\u00f3n.<\/em>)<\/p>\n

Hab\u00eda que concluir. Como mirando por la celos\u00eda de sus quevedos a\u00f1adi\u00f3:<\/p>\n

– No presentar\u00e9 conclusi\u00f3n ninguna: vine a informar y he cumplido mi deber. <\/em>(Se\u00f1al de aprobaci\u00f3n en la presidencia.<\/em>)<\/p>\n

\u00c9l sab\u00eda bien el valor que cada pueblo concede a lo suyo, pues alguien, antes que uno, habr\u00e1 cantado deseos y alabanzas. Fierro se cerr\u00f3 en los brazos de Espa\u00f1a con ternura de enamorado.<\/p>\n

– Y en todo caso, y en todo trance, y en todas partes, robustecemos la misma lengua y veneran las mismas glorias; haremos respetar y amar a Espa\u00f1a de todo el mundo, fomentaremos el comercio intelectual y material de Espa\u00f1a con sus hijos de allende el mar, y haremos que prefieran los vinos de Jerez a los vinos de Burdeos, y los tejidos de Catalu\u00f1a a los tejidos ingleses. \u00c9sa ser\u00e1 la suprema venganza que tome el salesiano. Y he terminado, se\u00f1ores. Mil gracias por todo. Mil gracias a todos. <\/em>(Estas \u00faltimas palabras apenas si se perciben. Gran ovaci\u00f3n en el p\u00fablico. Varios caballeros, sin distinci\u00f3n de partidos, le felicitan y abrazan, y \u00e9l, emocionado, tiene que enjugarse las l\u00e1grimas.<\/em>)<\/p>\n

El salesiano Fierro se sent\u00f3 a descansar como Dios en el octavo d\u00eda. Todo el santoral laico, de la Comisi\u00f3n, presidida por Alba se puso en pie. El discurso\/homil\u00eda conten\u00eda vidas y hechos de otros santos. Los libros de coro de los salesianos viv\u00edan de introitos callejeros de ma\u00f1anas escolares, que llegaban de calles cenicientas y vocingleras, con oficios de frailes de paisano, puestos para bandas de m\u00fasica y cantados, a grito pelado, por chiquillos en guardapolvo.<\/p>\n

Una viva llama.<\/p>\n

Como una viva llama vol\u00f3 todo el colegio de la Ronda de Atocha, con el padre Castilla a la cabeza, alrededor de Fierro.<\/p>\n

La media sonrisa de Fierro, el brillo de sus ojos pillos, produc\u00edan en salesianos y chicos augurios y cadencias de otra realidad mejor, pero \u00e9l semejaba seguir sin alteraci\u00f3n su camino, como un atleta vencedor algo aturdido por el triunfo.<\/p>\n

Alguien asegur\u00f3 que Lerroux hab\u00eda besado a Fierro en la sala.<\/p>\n

Pero lo que s\u00ed es cierto es que una se\u00f1ora se adelant\u00f3 para pasarle por el rostro un pa\u00f1uelo de seda perfumado.<\/p>\n

– Pero \u00bfqu\u00e9 hace usted se\u00f1ora?<\/em><\/p>\n

– Le quito el beso de Lerroux<\/em><\/p>\n

– D\u00e9jelo usted que es el beso del pueblo.<\/em><\/p>\n

La Ley del Candado no lleg\u00f3 a formularse, pero el aviso a la exageraci\u00f3n pol\u00edtica de la Iglesia y sus asociaciones estaba dado, que era tal vez lo que Canalejas pretend\u00eda.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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