Pensando como comenzar esta comunicaci\u00f3n, r\u00e1pidamente me vienen las palabras del Papa Francisco en la homil\u00eda dirig\u00eda a los reclusos en el Jubileo de los presos en Roma: \u201cHoy celebramos el Jubileo de la Misericordia para vosotros y con vosotros, hermanos y hermanas reclusos, que una cosa es lo que merecemos por el mal que hicimos, y otra cosa distinta es el \u00abrespiro\u00bb de la esperanza, que no puede sofocarlo nada ni nadie. Nuestro coraz\u00f3n siempre espera el bien; se lo debemos a la misericordia con la que Dios nos sale al encuentro sin abandonarnos jam\u00e1s\u201d.<\/p>\n
Tengo que confesar, que mientras escuchaba al Papa en la bas\u00edlica de San Pedro, se me fue la mirada a la imagen de Don Bosco y record\u00e9 aquellas dolorosas palabras despu\u00e9s de visitar la c\u00e1rcel: \u201cMe horroric\u00e9 al contemplar cantidad de muchachos, de doce a dieciocho a\u00f1os, sanos y robustos, de ingenio despierto, que estaban all\u00ed ociosos, atormentados por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. Constat\u00e9, tambi\u00e9n, que algunos volv\u00edan a las c\u00e1rceles porque estaban abandonados a s\u00ed mismos.\u201d (Memorias del Oratorio, 111).<\/p>\n
Esta es la sensaci\u00f3n que tambi\u00e9n yo experimento cuando paso por los distintos m\u00f3dulos y me encuentro con tantos j\u00f3venes que entran y salen, como si se tratara de una espiral de la que no se pueden salir. J\u00f3venes que han llegado a delinquir por una falta de apoyo socioeducativo y, sobre todo, por la falta de afecto y cari\u00f1o.<\/p>\n
Es impactante encontrarme con chicos del barrio a los que he bautizado, les he dado la primera comuni\u00f3n, que los he tenido en el oratorio o en la Fundaci\u00f3n Don Bosco. Y quedo sorprendido al encontrarme a algunos que hace m\u00e1s de treinta a\u00f1os ya los visitaba en la c\u00e1rcel y, tras salir y entrar una y otra vez, a\u00fan est\u00e1n ah\u00ed. Y m\u00e1s duro a\u00fan, cuando me encuentro a los hijos de estos, como si se tratara de transmisi\u00f3n gen\u00e9tica.<\/p>\n
El trabajo en la prisi\u00f3n es un trabajo muy duro por lo que significa acompa\u00f1ar a tantas vidas rotas y frustradas y, al mismo tiempo, es alentador al comprobar c\u00f3mo est\u00e1n esperando una palabra que despierte en ellos esperanza, y un horizonte de libertad.<\/p>\n
Son vidas, muchas veces con pasado, pero sin ning\u00fan futuro. Vidas tan da\u00f1adas por tanto dolor que no sabes c\u00f3mo sanar esas heridas. C\u00f3mo calmar tanto sufrimiento.
\nEl papa Francisco, a prop\u00f3sito de esto dec\u00eda: \u201cPara hablar de esperanza con quien est\u00e1 desesperado, se necesita compartir su desesperaci\u00f3n; para secar una l\u00e1grima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro\u201d.<\/p>\n
Esto es lo que trato de hacer cuando me encuentro con los reclusos: compartir su desesperaci\u00f3n y tratar ser mediador de la misericordia de Dios.<\/p>\n
Trato de humanizar la misericordia en la realidad de cada uno de ellos, les ayudo a abrir horizontes nuevos en esas vidas rotas, hundidas y fracasadas y, sobre todo, procuro \u201cestar con ellos\u201d, acogerlos, escucharlos, atenderlos\u2026<\/p>\n
Cu\u00e1nta necesidad tienen de ser escuchados, de ser tratados como personas. Necesitan de alguien que se acerque a ellos, sin prejuicios y sin verlos como el delincuente que est\u00e1 cumpliendo una condena, sino como la persona que quiere salir de ese error.<\/p>\n
Por eso es tan importante ser mediador de Dios Misericordioso, facilitarles que descubran de modo personal y experiencial c\u00f3mo Dios les quiere, les perdona y les da una nueva oportunidad. Que se encuentren con ese Dios, que envi\u00f3 a su Hijo no a condenar, sino a salvar. Ser esa mano afectuosa que le ayude a levantarse y no dejarlo tirado, abandonado\u2026 Ese Pastor que va en busca de la oveja perdida arriesgando a las noventa y nueve restantes.<\/p>\n
Este es mi trabajo, que no lo hago en solitario, sino dentro del Equipo de Pastoral Penitenciaria. Un trabajo que me hace vibrar y sentirme un privilegiado, por tener la suerte de trabajar con estos destinatarios. Estando con ellos, me resulta muy familiar y cercana aquella expresi\u00f3n de Don Bosco: \u201cSois unos ladrones, me hab\u00e9is robado el coraz\u00f3n\u201d. Y es que cuando t\u00fa te das, ellos te buscan esperando esa sonrisa de complicidad que hace que se ponga en juego la pedagog\u00eda del coraz\u00f3n, esa pedagog\u00eda del amor llevado a la ternura hacia aquellos que s\u00f3lo han recibido desprecios y rechazos. Un amor que les lleva al convencimiento de saber que, aunque para muchos son molestos, para Dios son los primeros.<\/p>\n
Quiero terminar con una cita de Dostoieswsky en \u201cCrimen y castigo\u201d: \u201cSi a los gobernantes, si a la c\u00e1rcel, si a la justicia le quitamos coraz\u00f3n, la humanidad se asfixia\u201d. Se deshumaniza, pierde sentido su raz\u00f3n de ser. Aunque la justicia se pueda equivocar no se la puede despojar de sentimientos ni de humanidad. Si al hombre le quitamos el amor y la misericordia, le quedan solo los principios m\u00e1s primarios, m\u00e1s vitales, que llegan a asfixiar la humanidad, y anulan los sentimientos.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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