{"id":71704,"date":"2022-03-08T08:45:51","date_gmt":"2022-03-08T08:45:51","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=71704"},"modified":"2022-03-08T08:45:51","modified_gmt":"2022-03-08T08:45:51","slug":"dos-corazones-de-plata","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/dos-corazones-de-plata\/","title":{"rendered":"Dos corazones de plata"},"content":{"rendered":"

El brillo de la gratitud<\/strong><\/p>\n

Somos dos peque\u00f1os corazones de plata. Vimos la primera luz en la joyer\u00eda de Oliviero Botecchi, afamado orfebre turin\u00e9s. Nos parecemos como dos gotas de agua.<\/p>\n

Aquel d\u00eda de verano aguard\u00e1bamos turno en el taller para ser engarzados en alguna diadema, gargantilla o pulsera. Confi\u00e1bamos iniciar una vida aristocr\u00e1tica: paseos se\u00f1oriales, fiestas nocturnas\u2026 orgullo, dinero, champagne. Salones iluminados. Distinguidas damas con cutis de porcelana. Reflejos de poder. Y de tanto en tanto, la envidia escondida tras una mirada indiscreta.<\/p>\n

Cuando aquellos dos muchachos obreros entraron en la joyer\u00eda, el dependiente corri\u00f3 temeroso a avisar al due\u00f1o. Ellos permanecieron en silencio, apretando su gorra obrera entre las manos. Contemplaban cada rinc\u00f3n. Era la primera vez que sus gastadas alpargatas de esparto pisaban las losas de un santuario consagrado al lujo.<\/p>\n

Nuestro due\u00f1o -cuando comprob\u00f3 que los chicos no entra\u00f1aban peligro- les trat\u00f3 con desd\u00e9n. No era el tipo de clientes que conviene a una joyer\u00eda. Concretaron su petici\u00f3n: deseaban comprar dos peque\u00f1os corazones de plata. Hablaban con el temor de los humildes.<\/p>\n

Fue entonces cuando el due\u00f1o de la joyer\u00eda nos tom\u00f3 de la mesa\u2026 Nos coloc\u00f3 sobre un pa\u00f1o de terciopelo azul y mostr\u00f3 a los chicos obreros. Sus ojos brillaron de entusiasmo. El orfebre les pidi\u00f3 un precio bajo. Ten\u00eda prisa por cerrar la compra… Los pobres nunca son bienvenidos a la mesa de la opulencia.<\/p>\n

Los muchachos que nos hab\u00edan adquirido se llamaban F\u00e9lix y Carlos. Hab\u00edan estado un a\u00f1o ahorrando para comprarnos. Nos sentimos halagados. Musitaban nuestro pr\u00f3ximo destino: \u00e9ramos regalo de gratitud a Juan Bosco, joven sacerdote. Perplejidad. Desacostumbrado destino el del agradecimiento.<\/p>\n

La jornada anterior a la fiesta, Carlos y F\u00e9lix nos contemplaron por \u00faltima vez. Hablaron entre ellos. Se desvel\u00f3 el secreto intuido.<\/p>\n

Carlos record\u00f3 c\u00f3mo, siendo peque\u00f1o aprendiz de barbero, fue despedido del trabajo al quedar hu\u00e9rfano\u2026 Lloraba en la acera. Don Bosco se le acerc\u00f3 y le dijo: \u201cVen conmigo. Soy un pobre sacerdote. Pero aunque tan s\u00f3lo tuviera un pedazo de pan, lo compartir\u00eda contigo\u201d.<\/p>\n

F\u00e9lix era un peque\u00f1o que sufr\u00eda gritos, palizas y malos tratos\u2026 Mir\u00e1ndonos, record\u00f3 aquel d\u00eda que Don Bosco le sugiri\u00f3: \u201cPase lo que pase, yo te har\u00e9 de padre. Si te maltratan, huye. Mi madre y yo te acogeremos\u201d. Y as\u00ed fue.<\/p>\n

Al escucharles, nuestros cuerpos de plata brillaron con intensidad de estrellas y latieron con el latido del agradecimiento.<\/p>\n

De esta historia han pasado muchos a\u00f1os. Fuimos el regalo perfecto para Don Bosco. Ahora nos hallamos en el fondo de un caj\u00f3n de su escritorio.<\/p>\n

El tiempo nos ha cubierto con una p\u00e1tina oscura. Es el destino de los objetos de plata cuando no se nos cuida. Pero estamos resignados. Con los a\u00f1os hemos aprendido que Don Bosco no nos limpiar\u00e1 nunca. Est\u00e1 muy ocupado en sacar brillo y curar las heridas de corazones de los muchachos que acoge cada d\u00eda. Los corazones de plata debemos esperar.<\/p>\n

Junio 1849. La v\u00edspera de la fiesta de San Juan Bautista, F\u00e9lix Reviglio y Carlos Gastini, muchachos acogidos por Don Bosco en el Oratorio, le regalaron dos peque\u00f1os corazones de plata como muestra de gratitud. Con este gesto se inici\u00f3 una tradici\u00f3n repetida cada a\u00f1o (MBe III, 212-214).<\/em><\/p><\/blockquote>\n

Fuente:<\/strong><\/em><\/p>\n

Bolet\u00edn Salesiano<\/a><\/p><\/blockquote>\n