{"id":76007,"date":"2022-05-03T09:12:01","date_gmt":"2022-05-03T09:12:01","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=76007"},"modified":"2022-05-03T09:12:06","modified_gmt":"2022-05-03T09:12:06","slug":"la-primera-estatua-de-la-virgen","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/la-primera-estatua-de-la-virgen\/","title":{"rendered":"La primera estatua de la Virgen"},"content":{"rendered":"

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Nac\u00ed humilde. Me crearon las manos de un artesano sin renombre que se ganaba la vida modelando estatuas de la Virgen de la Consolaci\u00f3n, la patrona de Tur\u00edn. El artesano que me fabric\u00f3 remoj\u00f3 abundantes trozos de papel. A\u00f1adi\u00f3 engrudo de harina y cola. Verti\u00f3 yeso en la masa. Me model\u00f3 con gestos rutinarios. No hab\u00eda emoci\u00f3n en sus manos. Cuando mi cuerpo sec\u00f3, decor\u00f3 mi rostro\u2026 Me vi convertida en una sencilla estatua de cart\u00f3n piedra.<\/p>\n

D\u00edas despu\u00e9s un joven sacerdote me adquiri\u00f3 por 27 liras. Me imagin\u00e9 sobre el altar de alguna iglesia. So\u00f1\u00e9 devotas plegarias musitadas a media voz\u2026 Pero nada fue as\u00ed.<\/p>\n

Cuando el joven sacerdote me desembal\u00f3, me inundaron los v\u00edtores de cientos de ni\u00f1os y j\u00f3venes. Se arremolinaban llenos de alegr\u00eda… Con horror comprob\u00e9 c\u00f3mo aquellos chicos se afanaban por tocarme. Tem\u00ed por mi integridad. Las estatuas de cart\u00f3n piedra quedamos malheridas con el m\u00e1s leve golpe\u2026<\/p>\n

Don Bosco, que as\u00ed se llamaba el sacerdote, me coloc\u00f3 en la hornacina de un pobre cobertizo que hac\u00eda las veces de iglesia. Lo hizo con cari\u00f1o y respeto. Intu\u00ed que hab\u00eda llegado al mejor de los lugares. Terminaron por convencerme aquellos muchachos que, arrodillados ante m\u00ed, rezaban como quien conversa con una madre. Los hice un lugar junto a mi Hijo Jes\u00fas.<\/p>\n

Todav\u00eda sonr\u00edo al recordar aquel d\u00eda en el que llegaron hasta m\u00ed varios chicos mayores. Me bajaron de la hornacina. Sent\u00ed la caricia recia de sus manos encallecidas. \u00bfA d\u00f3nde me llevaban?<\/p>\n

Me colocaron sobre unas andas. Me adornaron con guirnaldas y flores. Comenz\u00f3 la procesi\u00f3n por los prados que rodeaban al Oratorio. Se disputaban el honor de llevar las andas. Tem\u00ed. Un traspi\u00e9 ser\u00eda mi final. Pero los muchachos, ajenos a mis preocupaciones, hac\u00edan de su alegr\u00eda, oraci\u00f3n.<\/p>\n

Durante m\u00e1s de diez a\u00f1os compart\u00ed sus esperanzas, sequ\u00e9 sus l\u00e1grimas, escuch\u00e9 sus cantos\u2026 sobreviv\u00ed a sus procesiones. Pero el drama de mi vida ocurri\u00f3 al abrigo de la noche.<\/p>\n

Don Bosco hab\u00eda decidido demoler el cobertizo: necesitaban espacio. Me baj\u00f3 de la hornacina. Me deposit\u00f3 sobre el suelo. Reinaba la oscuridad. Escuch\u00e9 pasos sigilosos. Unas finas manos me tomaron. Me envolvieron con ricas telas. Un lujoso carruaje que me traslad\u00f3 lejos\u2026 muy lejos.<\/p>\n

Cuando vi la luz, me hallaba en otra ciudad. Una familia noble cuidaba de m\u00ed\u2026 Me trataban como la mejor reliquia de los primeros a\u00f1os del Oratorio. Pero yo no quer\u00eda ser una reliquia. \u00a1Yo deseaba estar junto a los chicos del Oratorio!\u2026<\/p>\n

Muchos a\u00f1os despu\u00e9s regres\u00e9 al Oratorio\u2026 donde permanezco hasta el d\u00eda de hoy. Recibo a gentes de todos los pa\u00edses. Muchos ojos se fijan en m\u00ed. Muchos labios me dirigen una oraci\u00f3n. Pero nunca olvidar\u00e9 a aquellos muchachos de Don Bosco. Para ellos nunca fui un recuerdo del pasado, sino una Madre que los quer\u00eda y ayudaba a transformar el sufrimiento en esperanza; la educaci\u00f3n en oportunidad de futuro.<\/p>\n

\n

Nota:<\/em> A\u00f1o 1846. Reci\u00e9n alquilado el Cobertizo Pinardi, Don Bosco compra una estatua de cart\u00f3n piedra de la Virgen de la Consolaci\u00f3n, patrona de Tur\u00edn. Esta imagen presidir\u00e1 el Oratorio durante sus diez primeros a\u00f1os. En 1856, aprovechando obras de remodelaci\u00f3n, don Juan Fco. Giacomelli, sacerdote amigo y colaborador de Don Bosco, sustraer\u00e1 la estatua y la llevar\u00e1 a su ciudad de Avigliana \u201cporque quer\u00eda tener consigo el mejor recuerdo de los inicios del Oratorio\u201d (MBe V, 388).<\/em><\/p>\n<\/blockquote>\n

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D\u00edas despu\u00e9s un joven sacerdote me adquiri\u00f3 por 27 liras. Me imagin\u00e9 sobre el altar de alguna iglesia. So\u00f1\u00e9 devotas plegarias musitadas a media voz\u2026 Pero nada fue as\u00ed.<\/p>

Cuando el joven sacerdote me desembal\u00f3, me inundaron los v\u00edtores de cientos de ni\u00f1os y j\u00f3venes. Se arremolinaban llenos de alegr\u00eda... Con horror comprob\u00e9 c\u00f3mo aquellos chicos se afanaban por tocarme. Tem\u00ed por mi integridad. Las estatuas de cart\u00f3n piedra quedamos malheridas con el m\u00e1s leve golpe\u2026<\/p>

Don Bosco, que as\u00ed se llamaba el sacerdote, me coloc\u00f3 en la hornacina de un pobre cobertizo que hac\u00eda las veces de iglesia. Lo hizo con cari\u00f1o y respeto. Intu\u00ed que hab\u00eda llegado al mejor de los lugares. Terminaron por convencerme aquellos muchachos que, arrodillados ante m\u00ed, rezaban como quien conversa con una madre. Los hice un lugar junto a mi Hijo Jes\u00fas.<\/p>

Todav\u00eda sonr\u00edo al recordar aquel d\u00eda en el que llegaron hasta m\u00ed varios chicos mayores. Me bajaron de la hornacina. Sent\u00ed la caricia recia de sus manos encallecidas. \u00bfA d\u00f3nde me llevaban?<\/p>

Me colocaron sobre unas andas. Me adornaron con guirnaldas y flores. Comenz\u00f3 la procesi\u00f3n por los prados que rodeaban al Oratorio. Se disputaban el honor de llevar las andas. Tem\u00ed. Un traspi\u00e9 ser\u00eda mi final. Pero los muchachos, ajenos a mis preocupaciones, hac\u00edan de su alegr\u00eda, oraci\u00f3n.<\/p>

Durante m\u00e1s de diez a\u00f1os compart\u00ed sus esperanzas, sequ\u00e9 sus l\u00e1grimas, escuch\u00e9 sus cantos\u2026 sobreviv\u00ed a sus procesiones. Pero el drama de mi vida ocurri\u00f3 al abrigo de la noche.<\/p>

Don Bosco hab\u00eda decidido demoler el cobertizo: necesitaban espacio. Me baj\u00f3 de la hornacina. Me deposit\u00f3 sobre el suelo. Reinaba la oscuridad. Escuch\u00e9 pasos sigilosos. Unas finas manos me tomaron. Me envolvieron con ricas telas. Un lujoso carruaje que me traslad\u00f3 lejos\u2026 muy lejos.<\/p>

Cuando vi la luz, me hallaba en otra ciudad. Una familia noble cuidaba de m\u00ed\u2026 Me trataban como la mejor reliquia de los primeros a\u00f1os del Oratorio. Pero yo no quer\u00eda ser una reliquia. \u00a1Yo deseaba estar junto a los chicos del Oratorio!\u2026<\/p>

Muchos a\u00f1os despu\u00e9s regres\u00e9 al Oratorio\u2026 donde permanezco hasta el d\u00eda de hoy. Recibo a gentes de todos los pa\u00edses. Muchos ojos se fijan en m\u00ed. Muchos labios me dirigen una oraci\u00f3n. Pero nunca olvidar\u00e9 a aquellos muchachos de Don Bosco. Para ellos nunca fui un recuerdo del pasado, sino una Madre que los quer\u00eda y ayudaba a transformar el sufrimiento en esperanza; la educaci\u00f3n en oportunidad de futuro.<\/p>

Nota:<\/em> A\u00f1o 1846. Reci\u00e9n alquilado el Cobertizo Pinardi, Don Bosco compra una estatua de cart\u00f3n piedra de la Virgen de la Consolaci\u00f3n, patrona de Tur\u00edn. Esta imagen presidir\u00e1 el Oratorio durante sus diez primeros a\u00f1os. En 1856, aprovechando obras de remodelaci\u00f3n, don Juan Fco. Giacomelli, sacerdote amigo y colaborador de Don Bosco, sustraer\u00e1 la estatua y la llevar\u00e1 a su ciudad de Avigliana \u201cporque quer\u00eda tener consigo el mejor recuerdo de los inicios del Oratorio\u201d (MBe V, 388).<\/em><\/p><\/blockquote>

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