{"id":78620,"date":"2022-06-08T12:25:48","date_gmt":"2022-06-08T10:25:48","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=78620"},"modified":"2022-06-08T18:54:51","modified_gmt":"2022-06-08T16:54:51","slug":"libro-vasco-conseguido","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/libro-vasco-conseguido\/","title":{"rendered":"LIBRO VASCO CONSEGUIDO"},"content":{"rendered":"
Con esponjosa calma<\/strong><\/p>\n <\/p>\n Dicen que el mar es la esencia de la vida. Lo le\u00ed, creo, en una p\u00e1gina de Josep Pla. \u00c9l se refer\u00eda al Mediterr\u00e1neo.<\/p>\n El mar.<\/p>\n Qu\u00e9 dif\u00edcil es cualquier relaci\u00f3n seria con el mar.<\/p>\n Mi vida con la ciudad de Donostia<\/em> es una historia cumplida, incluso en esa agua del Paseo de Salamanca, pero no puede serlo. Hay planes. Hay proyectos. Hay ecos de ausencias que se hacen fuertes y lejanas, y ajenas, y desconsideradas. El Cant\u00e1brico tambi\u00e9n es eso, premonici\u00f3n y ausencia invasora. El alba se desliza suave y de alguna manera guarnece.<\/p>\n Ugalde irrumpe por una de las aceras con dos resoplidos adecuados a las exigencias de subir las escaleras que van de la calzada a los miradores. En la misma mano sostiene la lata de cerveza y un cigarrillo que desprende algo de ceniza.<\/p>\n – Qu\u00e9, disfrutando el paisaje \u2013dice m\u00e1s de tanteo que de saludo.<\/p>\n – M\u00e1s o menos, Mart\u00edn. Es la primera vez que me siento aqu\u00ed hoy.<\/p>\n Ayer el mar era un aquelarre y hoy es una pradera. El agua, con la calma, suele ir de lo negro a lo gris. Es alucinante.<\/p>\n – As\u00ed es este cabr\u00f3n, que, a veces casi casi te gusta. Ya ver\u00e1s, esta tarde o ma\u00f1ana ser\u00e1 otra cosa. El mar en calma tiene siempre algo de aviso, premonici\u00f3n, mal augurio\u2026<\/p>\n – El mar es espera.<\/p>\n – Nada importa demasiado aqu\u00ed. Nada que no sea mirar el agua con curiosidad.<\/p>\n – La quietud aqu\u00ed no es templanza, Mart\u00edn, sino derrota.<\/p>\n – Presentas libro, \u00bfno?<\/p>\n – En la biblioteca Doctor Camino<\/em> esta tarde.<\/p>\n Tengo los ojos fijos en el horizonte, que es parte del regalo diario de ver el mar en el Paseo de Salamanca<\/em>, una especie de falso infinito que parece ser final o antes del mundo.<\/p>\n – Voy a por otra cerveza, \u00bfquieres? \u2013la voz de Ugalde ha vuelto a su condici\u00f3n propia, recia, de un arranque r\u00e1pido y seco, propio de gargantas encurtidas por muchas horas de silencio.<\/p>\n – Venga, te acompa\u00f1o \u2013le respondo espont\u00e1neo a la inesperada invitaci\u00f3n.<\/p>\n – Voy yo, Paco, t\u00fa qu\u00e9date por aqu\u00ed paseando. Vigila este mar embravecido por si aparece Moby Dick \u2013y me palmea el hombro derecho en un gesto de complicidad.<\/p>\n El mar tiene que ver con lo indomable.<\/p>\n El mar es el fruto de su propio impulso.<\/p>\n Me gusta mirar el oc\u00e9ano desde aqu\u00ed. Mi capacidad de abstracci\u00f3n no conoce l\u00edmites. Durante seis meses tuve con el mar de Donostia<\/em> una historia de confianza diaria, porque desde el Archivo Municipal<\/em> de la ciudad y de su cercano puerto brotaron las condiciones ideales para dar sentido a mi universo, a parte de mi tesis doctoral, al libro que hoy presento: San Sebasti\u00e1n: Revoluci\u00f3n liberal y Segunda Guerra carlista (1868 \u2013 1876)<\/em>.<\/p>\n Este mar de los vascos me provoca a veces la sensaci\u00f3n de estar en la entra\u00f1a de la investigaci\u00f3n, del trabajo, del vivir propio, de la felicidad. Tambi\u00e9n del abismo. Casi, casi, rodeado de agua por todas partes ocupo uno de los sitios m\u00e1s significativos donde todo contin\u00faa.<\/p>\n Empez\u00f3 en la pepita de Vitoria-Gasteiz<\/em>, la catedral vieja de Santa Mar\u00eda<\/em> y contin\u00faa aqu\u00ed en el Cant\u00e1brico<\/em>. Quisiera que me vieran aqu\u00ed, solo, en los miradores de estos paseos robados al mar, frente al oc\u00e9ano, mis padres, Nieves y Rom\u00e1n, y, mis maestros Chiandotto y Javierre, en esta otra manera de ser yo frente a un paisaje donde todo var\u00eda constantemente, desde la fuerza de los vientos, la espuma de las aguas al sabor del pescado del mercado de la Bretxa<\/em>.<\/p>\n Ugalde anuncia el regreso. Trae en una mano dos latas Keler<\/em>. Camina silbando. Abre la suya, estira su cuello hacia atr\u00e1s, al final del trago chasquea la lengua contra el paladar y abre la boca exagerando la satisfacci\u00f3n. Como buen vasco, no disimula su predilecci\u00f3n por el sigilo y por lo oculto. O sea.<\/p>\n Ugalde, el periodista, el escritor, el pol\u00edtico.<\/p>\n El dinamizador del euskera, el tejedor del nacionalismo, el impulsor del peri\u00f3dico Deia<\/em>, sin confrontaci\u00f3n alguna. Que nadie se afirma negando.<\/p>\n Exhibe una sonrisa leve por la esquina de la boca. Con imprevista fuerza reduce la lata de cerveza con una mano y la arroja en la papelera.<\/p>\n – Con esos tragos que das la cerveza te va a durar hasta Madrid \u2013habla de nuevo a espaldas a m\u00ed\u2013. Lo dif\u00edcil no es saber ad\u00f3nde tienes que ir, sino encontrar el camino\u2026 La putada es esa, amigo.-<\/p>\n – Soy propenso, Mart\u00edn, a exhibirme a lo grande: hablar, gritar, cerrar de golpe una conversaci\u00f3n, hasta callar profundamente o soportar largas semanas contra la mesa de trabajo. La contradicci\u00f3n es parte de mi car\u00e1cter. La observaci\u00f3n es parte de mi oficio.<\/p>\n La contradicci\u00f3n.<\/p>\n La observaci\u00f3n.<\/p>\n – En fin, Paco, no s\u00e9. Quiz\u00e1 tampoco sea para tanto, s\u00f3lo que desde aqu\u00ed las cosas se ven inmensas o peque\u00f1as, diminutas, depende.<\/p>\n S\u00f3lo miro el mar.<\/p>\n En mis silencios guardo el monte Urgull, Igueldo, la Isla de Santa Clara. Desde aqu\u00ed parece que todo se camufla.<\/p>\n – Piensa bien, oye, piensa bien. Estar en el mar tambi\u00e9n se parece a estar borracho.<\/p>\n – Es decir.<\/p>\n – A la tercera copa puedes resolver cualquier problema, pero con la resaca todo vuelve a ser lo que es, y si me apuras, a algo bastante peor \u2013Ugalde habla en parte para s\u00ed mismo, de alguna manera convenci\u00e9ndose\u2013. El mar da seso y lo quita; y ense\u00f1a que, m\u00e1s all\u00e1 de lo que creas, careces de un lugar propio. Bueno, eso es vivir, \u00bfno?<\/p>\n – El qu\u00e9.<\/p>\n – Pues darte cuenta de que lo \u00fanico importante es lo que a veces no sabes que tienes\u2026 o lo que deseas tener.<\/p>\n – \u00bfLa utop\u00eda?<\/p>\n – Ahora veo que lo empiezas a entender. Precisamente desde el mar las cosas de tierra a veces parecen ajenas, pero colocadas en su sitio exacto, y esa es una buena ley, oye.<\/p>\n – Entonces son las sensaciones las que resultan enormes.<\/p>\n – Con la utop\u00eda sientes c\u00f3mo la realidad est\u00e1 esper\u00e1ndote.<\/p>\n – Y es que la utop\u00eda est\u00e1 en el horizonte.<\/p>\n – \u00bfPara qu\u00e9 sirve la utop\u00eda? Si es que la utop\u00eda sirve para algo.<\/p>\n – Y si est\u00e1 en el horizonte, tengo que caminar para alcanzarla. Si camino veinte pasos, ella se traslada veinte pasos m\u00e1s all\u00e1. O sea que jam\u00e1s yo nunca la alcanzar\u00e9. \u00bfPara qu\u00e9 sirve? Para eso, para caminar.<\/p>\n Ugalde, el periodista, el comprometido, es un confesor impecable.<\/p>\n Solo miramos, el mar.<\/p>\n Nada hay m\u00e1s amable para la imaginaci\u00f3n que contemplar c\u00f3mo las olas se llenan de sol despu\u00e9s de d\u00edas de intemperie. El Cant\u00e1brico, con su densidad voraz, desprende de vez en cuando una esponjosa calma, incluso incluso alienta la frivolidad propia que cualquier hombre acumula.<\/p>\n Volvemos al Hotel Mar\u00eda Cristina<\/em>.<\/p>\n Saludamos con familiaridad a Miren Jone Azurza<\/em>, mi periodista favorita, y a Edorta Kortadi Olano<\/em>, el mejor secretario general de Euskoikaskuntza<\/em>, que pasan haciendo yoging<\/em>.<\/p>\n Con una brisa que encalma, veo c\u00f3mo se hacen y deshacen unas hilachas de nubes.<\/p>\n En este momento podr\u00eda abandonar todo con un falso \u00e1nimo de enigma resuelto. Podr\u00eda llamar a la Editorial<\/em> Doctor Camino<\/em> y a la Kutxa<\/em> y anunciarles que no hace falta que vaya a la presentaci\u00f3n. Que don Jos\u00e9 Ignacio Tellechea Id\u00edgoras se basta y se sobra para el acto. Podr\u00eda jurar que algo de mi vida es esto, porque no debo aceptar m\u00e1s peaje que el del mar de los vascos<\/em> cuando se desata. Que \u00e9sta es una experiencia m\u00e1s directa y concreta que muchas de cuantas he vivido en Donostia<\/em>.<\/p>\n Me despido de Mart\u00edn de Ugalde<\/em> y subo por las escaleras al segundo piso de habitaciones del \u201cMar\u00eda Cristina\u201d. En el rato de charla con Ugalde, un aire renovado, casi de estreno, rodea mi cara y deja una agradable sensaci\u00f3n de ma\u00f1ana conseguida, de altura inmediata. Vivir arriba, en esa altura del Paseo Nuevo, sobre el Cant\u00e1brico, parece una posibilidad menos sombr\u00eda.<\/p>\n Todo resbala sobre mis sentidos sin dejar rastro. Recupero de mi habitaci\u00f3n el libro: San Sebasti\u00e1n: Revoluci\u00f3n liberal y Segunda guerra carlista (1868 \u2013 1876)<\/em>. Lo reviso. Lo hojeo. Lo vuelvo a dejar.<\/p>\n Al d\u00eda le queda una eternidad.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Con esponjosa calma Dicen que el mar es la esencia de la vida. Lo le\u00ed, creo, en una p\u00e1gina de Josep Pla. \u00c9l se refer\u00eda al Mediterr\u00e1neo. El mar. Qu\u00e9 dif\u00edcil es cualquier relaci\u00f3n seria con el mar. 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