{"id":84159,"date":"2022-10-05T11:36:06","date_gmt":"2022-10-05T09:36:06","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=84159"},"modified":"2022-10-05T11:36:06","modified_gmt":"2022-10-05T09:36:06","slug":"la-multa-2","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/la-multa-2\/","title":{"rendered":"La multa"},"content":{"rendered":"
Un viento, este Francisco<\/strong><\/p>\n Los puretas<\/em> que habitan fuera de mi c\u00f3digo, de mi inter\u00e9s y de mi escenario, cuando llegan estas fechas, pueden llamar a mi puerta, junto a Jorge Luis Borges, abrazados \u201ca la vasta y vaga y necesaria muerte\u201d.<\/p>\n El caso es que mis padres ten\u00edan un maravilloso ba\u00fal, cubierto con una bonita colcha en su alcoba. Abrirlo de vez en cuando, en compa\u00f1\u00eda de mam\u00e1, era peregrinar a la misma Granada, o al d\u00eda de los Reyes Magos, o casi casi, a los cumplea\u00f1os.<\/p>\n Las tinieblas, Se\u00f1or, son una de tus maravillas<\/em>.<\/p>\n Una tarde de invierno, que se march\u00f3 la luz, cosa frecuente en posguerra, mam\u00e1 encendi\u00f3 una lamparilla, y engoznados a la omnipotencia del rostro de mi madre, nos dispusimos los tres a la solemne apertura del ba\u00fal.<\/p>\n – Chicos, esta tarde es tarde de ba\u00fal.<\/p>\n Esas palabras derritieron instant\u00e1neamente mis castillos sobre el ba\u00fal como la cera.<\/p>\n – Guardad en vuestra memoria este momento como uno de los recuerdos m\u00e1s preciosos de la vida.<\/p>\n – Mam\u00e1 \u2013dijo mi hermano Rom\u00e1n\u2013 qu\u00e9 guapa est\u00e1s en esta foto.<\/p>\n – \u00a1Y qu\u00e9 grande es! \u2013a\u00f1ad\u00ed yo.<\/p>\n – Y \u00e9stas, y \u00e9stas, cu\u00e1ntas, mam\u00e1, est\u00e1s vestida de mora.<\/p>\n – \u00bfEs en La Alhambra?<\/p>\n – \u00bfFuiste mora, mam\u00e1?<\/p>\n – \u00bfIremos a Granada alg\u00fan d\u00eda?<\/p>\n – S\u00ed, mam\u00e1, tenemos que ir\u2026 a ver a la abuela.<\/p>\n Mam\u00e1 sonre\u00eda y no dec\u00eda nada.<\/p>\n Su boca era una cinta quemada de silencio.<\/p>\n – Descalzaos, chicos. Poneos c\u00f3modos sobre la alfombra.<\/p>\n Me puso en alerta un papel. S\u00ed, s\u00ed, un papel. Parec\u00eda un diploma.<\/p>\n – Mam\u00e1, dice que un tal Alejandro\u2026<\/p>\n – S\u00ed, hijos, es la partida de bautismo de vuestro hermano mayor.<\/p>\n – \u00bfAlejandro? \u00bfPero no soy yo, mam\u00e1?<\/p>\n La emoci\u00f3n me embarga.<\/p>\n Mi apetito por la curiosidad fue siempre insaciable.<\/p>\n He perseguido la emoci\u00f3n sin descanso hasta hoy.<\/p>\n – Alejandro muri\u00f3, chicos, hace varios a\u00f1os, antes de nacer t\u00fa, Paco, en 1940.<\/p>\n – Pero, c\u00f3mo, mam\u00e1.<\/p>\n – Naci\u00f3, hijo, muerto.<\/p>\n – Pero, mam\u00e1, nacer se nace vivo; c\u00f3mo se va a nacer muerto.<\/p>\n – Mam\u00e1, si naci\u00f3 muerto, por qu\u00e9 lo bautizaron.<\/p>\n – Porque antes de nacer estuvo vivo en m\u00ed un tiempo. Lleg\u00f3 una enfermedad y se lo llev\u00f3.<\/p>\n – \u00bfLa enfermedad entonces fue una bendici\u00f3n?<\/p>\n – Por eso lo bautizamos, porque estuvo vivo y para que fuera al cielo.<\/p>\n – Este papel lo certifica, \u00bfno?<\/p>\n – Por eso se llama certificado<\/em> de bautismo. Certificado de que estuvo vivo y de que est\u00e1 al fin donde un cristiano desea estar.<\/p>\n Mam\u00e1 siempre era portadora de signos de luz, de vida.<\/p>\n Yo intentaba entender a mi madre porque ven\u00eda de la misma orilla.<\/p>\n En sus trabajos dom\u00e9sticos hab\u00eda un compromiso fabuloso con la realidad, s\u00f3lo que esa realidad parec\u00eda un simple cuarto de jugar.<\/p>\n – Chicos, nada es s\u00f3lo lo que vemos.<\/p>\n – Como mucho es s\u00f3lo una representaci\u00f3n.<\/p>\n – El Manzanares no es lo que vemos del r\u00edo, pues al fondo hay m\u00e1s, mucho m\u00e1s.<\/p>\n – \u00bfEl espejo del ba\u00f1o?<\/p>\n – El espejo es m\u00e1s que lo que refleja.<\/p>\n – \u00bfUn vaso?<\/p>\n – Es m\u00e1s que lo que puede contener.<\/p>\n – \u00bfUna nube?<\/p>\n – \u00bfLos vecinos?<\/p>\n – \u00bfLos amigos?<\/p>\n – Son todos mucho m\u00e1s de lo que vemos.<\/p>\n – \u00bfDe d\u00f3nde vienen los ni\u00f1os?<\/p>\n – \u00a1De Par\u00eds!<\/p>\n – \u00bfY qui\u00e9n los trae?<\/p>\n – \u00a1La cig\u00fce\u00f1a!<\/p>\n – A ti, Paco, te trajo San Francisco.<\/p>\n – \u00bfSan Francisco?<\/p>\n – Y a ti, Rom\u00e1n, tambi\u00e9n.<\/p>\n – Se lo ped\u00eda todos los d\u00edas, todos, y llegasteis sanos y salvos. \u00c9l apart\u00f3 la enfermedad.<\/p>\n – Con Alejandro, y Antonio y David no lleg\u00f3 a tiempo.<\/p>\n Me parece seguir escuchando la voz de mi madre, hundida en el pozo de su ser y del haber sido y \u201cde la vasta y vaga y necesaria muerte\u201d.<\/p>\n – A vosotros os trajo el viento de San Francisco.<\/p>\n Amigo Javier, estar al tanto de algo as\u00ed, desde peque\u00f1os, permite esquivar el fanatismo, aunque no te lo creas. Es una forma de descreer.<\/p>\n Descreer as\u00ed, junto a tu madre, es una manera, directa y limpia, de tener fe en lo verdaderamente importante. Sirve para burlar sentimientos y m\u00e1s todav\u00eda supersticiones morales de cualquier tipo de religi\u00f3n.<\/p>\n El viento de Francisco.<\/p>\n Un viento, este Francisco.<\/p>\n \u201cSan Francisco era un hombre flaco, peque\u00f1o y vivaracho; fino como un hilo y vibrante como la cerda de un instrumento m\u00fasico y en sus movimientos semejante a las flechas del arco. En su exterior debe haber aparecido semejante al esqueleto fr\u00e1gil y oscuro de una hoja de oto\u00f1o bailando eternamente ante el viento; pero, en realidad, el viento era \u00e9l\u201d.<\/p>\n Esto escribi\u00f3 de Francisco el agudo Ch\u00e9sterton que tanto am\u00f3 y estudi\u00f3 figuras tan aparentemente dispares y tan realmente cercanas como Domingo de Guzm\u00e1n, Tom\u00e1s de Aquino y Francisco de As\u00eds.<\/p>\n Hermano viento \/ Hermano r\u00edo.<\/p>\n Hermano espejo \/ Hermano vaso.<\/p>\n Hermana vida \/ Hermana muerte.<\/p>\n – A vosotros os trajo el viento de San Francisco.<\/p>\n Con el hermano Francisco<\/em> uno aprende a no divinizar absolutamente nada. Lo que ves casi nunca es lo que crees, y as\u00ed todo derecho derecho hasta re\u00edrte mucho, porque para el de As\u00eds hasta un leproso importa mucho m\u00e1s que cualquiera de los dioses. El hermano Francisco se\u00f1ala a los solemnes, a los magn\u00edficos, a los vanidosos, a los violentos, a esos adultos que se retiran peligrosamente a sus despachos interiores y de ah\u00ed no salen.<\/p>\n Esos despachos los convierten en cavernas<\/em>. Esa combinaci\u00f3n es imbatible y permite aguantar lo que haga falta, hasta la victoria, su victoria.<\/p>\n \u00bfDe verdad?<\/p>\n Tengo la sospecha de que estamos rodeados de cavernas. Y no s\u00e9 si Francisco es la soluci\u00f3n, aunque puede ser la multa<\/em>.<\/p>\n Un viento, este Francisco.<\/p>\n Los amigos de su padre, maese Pietro Bernardone, rico comerciante en pa\u00f1os, se re\u00edan en sus propias barbas: \u201c\u00a1Vaya un chico que te ha salido! \u00a1En dos d\u00edas te hunde el negocio con tantas generosidades y dispendios!\u201d.<\/p>\n Delgadito y escurridizo; h\u00e1bil, generoso y divertid\u00edsimo, guaperas y jefe de basca tumultuosa, provocador y tuno de los tunos, Francisco con veinticinco a\u00f1os sienta la cabeza. Pero de la forma m\u00e1s inopinada y contraria a los intereses del padre.<\/p>\n Deja las juergas y galanteos, se pone a reconstruir iglesias \u201cpor expreso mandato del Se\u00f1or Jes\u00fas\u201d, seg\u00fan \u00e9l; besa a los leprosos, reparte a manos llenas y para nada parece sentirse interesado en el debe y el haber de la f\u00e1brica de pa\u00f1os y tintes.<\/p>\n Un d\u00eda, el domine Pietro, harto de tanta extravagancia, toma al muchacho, lo arrastra literalmente por las calles de As\u00eds y lo encierra en la ratonera de su casa. Desesperado denuncia al obispo las locuras extravagantes de su hijo, ese loco y freake<\/em> consentido.<\/p>\n Es el momento. Garaia da<\/em>.<\/p>\n \u201cSiempre a un mayor gozo, precede un mayor dolor\u201d (San Agust\u00edn).<\/p>\n Francisco, el mozo juerguista y bullebulle hace lo incre\u00edble para regocijo y diversi\u00f3n de sus paisanos. Se despoja de sus ropas. Y, totalmente desnudo, sale de As\u00eds y sigue su camino.<\/p>\n Perdura la voz de mi madre de aquella tarde, m\u00e1s que su rostro.<\/p>\n Desapareci\u00f3 el ba\u00fal, impregnado de hechizos.<\/p>\n Hoy mi vejez sonr\u00ede al mundo desde su aceptaci\u00f3n de la multa<\/em>.<\/p>\n Mi padre, mi madre, mi hermano Rom\u00e1n, y mis \u201chermanos no nacidos\u201d, mis t\u00edos y primos, aunque nombrados y bautizados ya marcharon. Mi viaje hacia ese invierno parece haberse detenido en este oto\u00f1o dom\u00e9stico que deslumbra.<\/p>\n Quiero contemplar la altiva belleza de mi madre, con seis partos, y de todas las madres de posguerra, que sufrieron la guerra, envueltas en toquillas, faldones y velos negros, que ol\u00edan a gnomos intocables, a hadas infantiles, a enanos simp\u00e1ticos, que atisbaban, felices todas, una vida eterna.<\/p>\n Nada, nada, es s\u00f3lo lo que ves, como mucho una representaci\u00f3n.<\/p>\n Hoy se vende el propanol como champ\u00e1n.<\/p>\n Ver\u00e1s el d\u00eda en que se enteren los dioses lo que entend\u00eda mi madre Nieves y las madres de posguerra por ba\u00fal, por r\u00edo, por vaso, por nube, por viento<\/em>.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Un viento, este Francisco Los puretas que habitan fuera de mi c\u00f3digo, de mi inter\u00e9s y de mi escenario, cuando llegan estas fechas, pueden llamar a mi puerta, junto a Jorge Luis Borges, abrazados \u201ca la vasta y vaga y necesaria muerte\u201d. 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