{"id":84600,"date":"2022-10-11T11:35:26","date_gmt":"2022-10-11T09:35:26","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=84600"},"modified":"2022-10-11T11:35:26","modified_gmt":"2022-10-11T09:35:26","slug":"nuevo-libro-de-paco-de-coro","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/nuevo-libro-de-paco-de-coro\/","title":{"rendered":"NUEVO LIBRO DE PACO DE CORO"},"content":{"rendered":"
En un tiempo de tan baja calidad humana, la autenticidad es, sin m\u00e1s, motivo de sospecha. Pienso en San Juan Bosco<\/em> ahora que estoy terminando mi peque\u00f1o trabajo Santos y se\u00f1as<\/em>. Ciento once \u201cdisc\u00edpulos de Don Bosco\u201d para conocernos. Once cap\u00edtulos, once subcap\u00edtulos, once personajes en cada cap\u00edtulo. El once es el s\u00edmbolo de la lucha interior, de la disonancia, de la rebeli\u00f3n, del extra\u00f1o, de la transgresi\u00f3n de la ley, del pecado humano, de la rebeli\u00f3n de los \u00e1ngeles.<\/p>\n El once, el once.<\/p>\n \u201cCiento once disc\u00edpulos de Don Bosco para conocernos\u201d.<\/p>\n Doscientos a\u00f1os para descubrimos.<\/p>\n Doy por bueno lo cierto: San Juan Juan Bosco<\/em>, el chico de posguerras de Castelnuovo, es uno de los mejores acontecimientos de Italia (\u201cEl santo m\u00e1s italiano y el italiano m\u00e1s santo\u201d), de la Historia de la Iglesia del siglo XIX y de la sociedad moderna. S\u00f3lo ha necesitado depositar un sistema de educaci\u00f3n preventivo<\/em> (Raz\u00f3n, religi\u00f3n y amor) descomunal en la mucosa de la memoria de quince generaciones para dejar m\u00e1s surcos que tantos \u00eddolos de arcilla cruda.<\/p>\n Ahora que en tantas y tantas cosas la Edad Media<\/em> se avecina no s\u00f3lo a u\u00f1a de caballo, sino a golpes de \u201cinfluencers\u201d, San Juan Bosco suena mejor. Su presencia gigantesca (y a la vez sencilla) es un buen ant\u00eddoto contra tanto cafre, contra ese exceso de cafres. Lo siento.<\/p>\n San Juan Bosco: \u201cese cura sin parroquia y ese maestrillo de suburbio\u201d.<\/p>\n A veces uno admira sin raz\u00f3n \u2013por pura inercia\u2013 y otra porque sobran los motivos: junto al artista Bosco Occhiena<\/em> est\u00e1 el sujeto c\u00edvico (\u201cbuen cristiano y honrado ciudadano\u201d), y de esa masa madre sale pan bueno en La Mancha, La Alcarria, Vasconia, Andaluc\u00eda, Cerde\u00f1a, el Lazio. Es algo que yo he tocado en persona.<\/p>\n Con sus disc\u00edpulos no s\u00f3lo de cuerda al coraz\u00f3n de los chicos, sino que impulsa su cerebro hasta empujar porqu\u00e9s, dudas, certezas, afectos, desafectos. En sus \u201cbuenas noches\u201d hay una emoci\u00f3n o una historia que cuenta algo vivido. Y en sus palabras<\/em> cabe una sociedad, y un pa\u00eds y un tiempo. Y en su coraz\u00f3n caben todas las sociedades, todos los pa\u00edses y todos los tiempos.<\/p>\n Cuando se logra unos resultados as\u00ed suele haber un par de virtudes por encima de las otras: talento<\/em> y elegancia<\/em>.<\/p>\n Desconozco (es un decir) si San Juan Bosco es cl\u00e1sico o moderno; progresista o conservador; liberal o carlista (carlista, de Carlos VII, de los que quer\u00edan rescatar al papa Rey de Roma). Qu\u00e9 m\u00e1s da. S\u00f3lo narra historias veraces y sencillas, como el calambre de cuando alguien quiere a alguien; la soledad de quien se queda solo ante la muerte (todos); el desgarro de aguardar en las estaciones del Piamonte y de Italia a todos los chicos que pierden el tren y no s\u00f3lo en Carmagnola a Miguel Magone, consciente de que no habr\u00e1 ning\u00fan retorno; apostar a un vaso de buen vino \u2013un Barolo por ejemplo\u2013 que lo alumbra todo; lanzar palabras de afecto al o\u00eddo como esa manera sutil de gozar y de sufrir junto a nosotros.<\/p>\n Talento<\/em> y elegancia<\/em>.<\/p>\n Y entre ese talento y elegancia saltan mis poemas desiguales en prosa.<\/p>\n Form\u00f3 parte de la mejor escuder\u00eda de sacerdotes italianos del siglo XIX: Jos\u00e9 Cafasso<\/em>, Benito Cottolengo<\/em>, Leonardo Murialdo<\/em>. El Risorgimento<\/em>, como a tantos otros creadores y\/o fundadores, le someti\u00f3 a un infierno de humillaciones, desaf\u00edos, silencios, desprecios. Contaminado por el extrav\u00edo de los muchachos, puso la brasa de su entrega en direcci\u00f3n al suburbio de Tur\u00edn y de all\u00ed al de Italia y despu\u00e9s al del mundo entero. Altamente intoxicado del \u201ccelo de Dios\u201d transmiti\u00f3 todas las sendas, a\u00fan las prohibidas, para salvar las almas sin desaliento.<\/p>\n Se instal\u00f3 en el \u201cOratorio de Valdocco\u201d como eje vertebral de los disc\u00edpulos del fundador, de una inteligencia regida a partes iguales por la gracia y por la esperanza. Ejerci\u00f3 un magnetismo incombustible a la muerte del santo, que fluctuaba entre la gimnasia de la libertad, el talento sutil que arde en todas direcciones y una fidelidad creativa, desde la que estableci\u00f3 un c\u00f3digo propio, que sumaba a su rectitud de \u00e1ngulos fuertes un atractivo para degustadores de la intrepidez.<\/p>\n Inquilinos en el amor desaforado de Jesucristo.<\/p>\n Se \u201cconsumieron\u201d por el amor extremo hacia Nuestro Se\u00f1or, que alent\u00f3 sus obras y su vida. En todos hay ramalazos, de genialidad sin amarre, de hombres sensibles, confeccionados, para el \u00e9xito de dar la vida. El caudal de su confianza en Dios les desborda. Encontraron en su vocaci\u00f3n una cantera inagotable de novedad y entrega que alcanzar\u00eda su cima en su muerte. Abollados por las pedradas del suplicio se hicieron un sitio glorioso y eterno en medio de aquel relente de aulladores verdugos (Versiglia, Caravario, Kowalski, Calasanz, Aparicio, Comini, Jim\u00e9nez, de los R\u00edos, Swierc, Alzneta, Sandor).<\/p>\n Los primeros sucesores de Don Bosco se instalaron en Valdocco, en Tur\u00edn propiamente. La ciudad ten\u00eda el color curo de las urbes industriales, ese arpegio de aceros y carbonilla, chimeneas de ladrillo y bocina fabril. Los segundos, hasta hoy, en Roma. Ins\u00f3litos todos por dentro y por fuera, hicieron de su trabajo un caudal de dedicaci\u00f3n a los muchachos necesitados. Todo en ellos result\u00f3 inalcanzable. Todos l\u00edricos de Don Bosco, de primera, segunda e \u00faltima generaci\u00f3n, armados con su tomavistas personal, escucharon el gran poema universal de la verdad y de la libertad (Albera, Rinaldi, Ricaldone, Ziggiotti, Ricceri, Vigan\u00f3, Vecchi, Ch\u00e1vez, Berruti, Coppo).<\/p>\n Vivieron al l\u00edmite. Pasaron de vagabundos misioneros a l\u00edderes. Desde el silencio y el sacrificio se echaron a las calles del mundo con un apetito incombustible por ofertar cauces a chicos y grandes en colegios, instituciones, congregaciones. Todo en ellos resultaba incalculable. La fuerza de su vida estuvo en que supieron conectar con lo invisible a dentelladas secas y calientes. Unas cuantas papelinas \u2013tantas\u2013 de amor a los dem\u00e1s acabaron con sus vidas. Cuerpos sin rastro de violencia. Profesi\u00f3n: fundadores. Murieron por muchas locuras hermosas. Murieron todos de sobredosis (Variara, Belloni, Cimatti, Ferrando, Olaechea, Braga, Pittini, Ulliana, Almeida, Cognata, Silva Enriquez).<\/p>\n Est\u00e1n en la acera an\u00f3nima de la vida, borrando su pasado a golpes. El final de todos es sublime, por arriesgado. Y es que los misioneros, heridos, mansos, solos, envueltos en leyendas y realidades hoscas se estrellan una y otra vez contra la pena de los dem\u00e1s. En el rastro que deja su acelerad\u00edsima biograf\u00eda hay mansedumbre de silencios y de soledad, que es el porvenir arenoso y sure\u00f1o de los seres que un d\u00eda escogieron no aceptar otro cauce que el del Serm\u00f3n de las Bienaventuranzas. Perdieron la vida, para ganarla. Escogieron la gran conspiraci\u00f3n de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo (Mal\u00e1n, Milanesio, Balzola, Carre\u00f1o, Mathias, Ximenez Belo, Convertini, Mederlet, Fuchs, Ort\u00edz Arrieta, Maradiaga).<\/p>\n Ign\u00edfugos, poderosos, deseados. Nadie que se acercara a ellos sal\u00eda ileso. Jam\u00e1s perd\u00edan su independencia e hicieron de su magisterio, con o sin tarima, patrimonio fecundo entre sus disc\u00edpulos. Ejercieron un magnetismo incombustible entre la gimnasia de la libertad y el talento, que arde en todas las direcciones. A su inteligencia de \u00e1ngulos fuertes sumaron el atractivo de su palabra\/vida apta s\u00f3lo para degustadores de la b\u00fasqueda, la concentraci\u00f3n, el riesgo. El suyo no fue un magisterio de verja cerrada, sino una pila bautismal de sabidur\u00eda (Quadrio, Chiandotto, Javierre, Hlond, Conci, Stuchly, De los Santos, da Silva, Arias, Gil P\u00e9rez, McPake).<\/p>\n Estos y otros pioneros fueron de esos tipos que caminan mejor sin bocado ni bridas. En alg\u00fan lugar de su l\u00f3bulo occipital se inflamaba un entusiasmo por la disciplina, para convertirse despu\u00e9s en implacables y desordenados creadores. Cada uno con su epifan\u00eda: la m\u00fasica, los leprosos, los enfermos, los beduinos, los refugiados, los menas, la Amazon\u00eda. Alistados todos con una ansiedad implacable, han dejado rastros de emociones, sentimientos, disc\u00edpulos, atendiendo sobre todo a los ramalazos de su jurisdicci\u00f3n. Ya todos con lugar propio en la fabulosa generaci\u00f3n de los exploradores del deseo. Faros, eso, faros de costa (Cagliero, Zatti, Srugi, Beltrami, Czartoryski, Mertens, Constamagna, Arribat, Petraitis, Alc\u00e1ntara, De Aquino).<\/p>\n Todas, todas, con sed de vida propia. Y qu\u00e9 rara es la vida; el mundo comienza a ordenarse a su alrededor con ese desorden de las mujeres hermosas que tienen por segunda piel un fuego perpetuo. Todas desde bien j\u00f3venes comenzaron a ser libres con zancadas de pie fino y supieron ofrecer a la \u201cfamilia de Don Bosco\u201d su \u201cdesigualdad propia\u201d. Su misterio sofisticado hace nido a la vez en los salones de la nobleza y en los tugurios de las favelas. Contrarias algunas a lo que en casa esperaban de ellas, comenzaron a empoderarse del lado opuesto a las convenciones hasta que lograron el alt\u00edsimo galard\u00f3n de ser expulsadas \u201cdel mundo\u201d, que era algo as\u00ed, como la \u201cLegi\u00f3n de Honor\u201d para muchachas con sed de vida propia (\u201cMam\u00e1 Margarita\u201d, Mazzarello, morano, Vals\u00e9, Palomino, Vicente, Dghero, Meozzi, Troncatti, Romero, Vallese).<\/p>\n Con ellos el mundo se ensancha y todos, a su manera, saben bien cu\u00e1l es el sitio que buscan. Son chicos de gesto decidido. Unos de rostro p\u00e1lido, otros de cuerpo fuerte. Tienen una belleza acorazada que, al mirarla, hace c\u00f3moda la amistad. Los avatares de su vida son la plantilla de todas las virtudes que caben en el camar\u00edn de su fe y de su moral. Lo que a cualquier humano devastar\u00eda por dentro, a ellos les da una p\u00e1tina de vida extra, haciendo de sus elecciones, siempre virtud. Su presencia recuerda a nubes claras que embellecen el horizonte de la sociedad (Savio, Vicu\u00f1a, Namuncur\u00e1, Marvelli, Blanco, Magone, Cobo, Pulido, Irisarri, \u201clos chicos de Dresde\u201d, \u201clos innumerables de Valdocco\u201d.<\/p>\n La pasi\u00f3n por los dem\u00e1s les llev\u00f3 la vida. Tuvieron en las \u201cobras de misericordia\u201d un lugar de entrega y de encuentro con el mundo. En cualquier caso les dio tiempo a la grandeza y tambi\u00e9n a la extensi\u00f3n del humanismo cristiano. Fueron, cada uno a su manera, la indicaci\u00f3n de lo colectivo frente a lo individual. Demasiadas veces los sentimientos sobre la raz\u00f3n, cincelando as\u00ed su condici\u00f3n de \u201ctestigos desiguales\u201d del evangelio. Pudieron ser una cosa y fueron otra. Hay algo de magia en su madurez brillante, que simplifica su biograf\u00eda y la engrandece con una punta de fe y otra de estremecimiento. Ocuparon el mundo de los necesitados sin reglamentos (Teresa de Baviera, Lastres, Ulloa, Lluch, Ar\u00f3stegui, Urquijo, Chopitea, Da Costa, Giordani, Salem, Bauer).<\/p>\n El once, el once.<\/p>\n As\u00ed pues, once cap\u00edtulos, once subcap\u00edtulos, que logren de alguna manera la cima sorprendente y fecunda, que resuelva el impresionante vitral de este \u201cSantos y se\u00f1as<\/em>\u201d, de este San Juan Bosco<\/em>, uno y m\u00faltiple. Que por serlo y para serlo tiene que ser distinto. El matiz, los ritmos, la ligereza, hasta el anarquismo de los biografiados quiere saltar aqu\u00ed como personalismo literario y vital, con motivo del ochenta aniversario de mi nacimiento (14-IV-1941).<\/p>\n Once, el exceso, la desmesura, el desbordamiento, lo inacabado, lo incompleto, lo \u201cacojonante\u201d. Once. La apertura a nuevas generaciones, para descubrirnos, para conocernos, para querernos. \u201cAcojonante San Juan Bosco; acojonante, San Art\u00e9mides Zatti\u201d.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" En un tiempo de tan baja calidad humana, la autenticidad es, sin m\u00e1s, motivo de sospecha. Pienso en San Juan Bosco ahora que estoy terminando mi peque\u00f1o trabajo Santos y se\u00f1as. Ciento once \u201cdisc\u00edpulos de Don Bosco\u201d para conocernos. Once cap\u00edtulos, once subcap\u00edtulos, once personajes en cada cap\u00edtulo. 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