Sra. D\u00f1a. Ester Mart\u00ednez Herranz<\/p>\n
Guadalajara<\/em><\/p>\n Amiga Ester:<\/p>\n Espero que al recibo de \u00e9sta te encuentres bien. Yo bien gracias a Dios.<\/p>\n Llevo varios meses dando vueltas a esta carta. Y ya. Hoy me decid\u00ed, despu\u00e9s de mirar y remirar el dibujo \u2013tan ocurrente y directo\u2013 de la comunidad de Castilla y Le\u00f3n<\/em> sobre las madres inminentes y el \u201cnasciturus\u201d que se toma en serio y se cree guerrero.<\/p>\n \u00a1Dios qu\u00e9 grande eres! \u00a1Toda vida importa!<\/p>\n Mi madre Nieves<\/em>, mi abuela Nona<\/em>, de Granada las dos, y mi padre Rom\u00e1n<\/em>, de Oca\u00f1a, en Toledo, me transmitieron el gusto por la libertad, el valor individual, el buscar el propio camino. Y pensar que no pod\u00eda nacer en un periodo m\u00e1s complicado. Todos aquellos uniformes, todas aquellas rutinas, todas aquellas canciones, todas aquellas cartillas de racionamientos, eran un pesado chascarrillo frente al sol. \u201cCara al sol\u201d.<\/p>\n Amiga Ester, mi madre Nieves, maestra nacional de la Segunda Rep\u00fablica, por las Escuelas del Ave Mar\u00eda<\/em>, del Padre Manj\u00f3n, de Granada, nos ense\u00f1\u00f3 a mi hermano y a m\u00ed toda la magn\u00edfica historia de Espa\u00f1a, las cuatro reglas, la Historia Sagrada<\/em> de San Juan Bosco y un poco el franc\u00e9s de las buenas familias granadinas, como la de D\u00f1a. Casilda Jim\u00e9nez, viuda de Echevarr\u00eda, all\u00e1 por Durcal. Entonces era una rareza, pero tambi\u00e9n una ventaja formidable.<\/p>\n Acercarse al pasado tiene sus riesgos, porque no permanece intacto. El tiempo es una lepra que hace que se caiga a pedazos.<\/p>\n No obstante, te acuerdas cuando algunos viernes por la tarde me acercaba a merendar a tu casa con toda la tropa. All\u00ed papa Santos y mam\u00e1 Loli, cortando las u\u00f1as de los pies (voy por la 57, Paco), y Loli junior, Bego\u00f1a, Mari\u00e1ngeles, Blanca, Paz y t\u00fa, Ester<\/em>). Tu casa era una zona franca. Una familia espa\u00f1ola, oriunda del gran Se\u00f1or\u00edo de Molina<\/em>, en espera de que llegara \u201cSantitos\u201d, dispuesta a merendarse todo el choricito cular o de Salamanca o de Atienza.<\/p>\n \u00bfTe acuerdas?<\/p>\n Nos permit\u00edamos comentarios ocurrentes sobre la semana y sencillas libertades impensables en otros ambientes, donde los caracteres de cada una pod\u00edan manifestarse y afirmarse. Recuerdas a tu hermana Mari\u00e1ngeles, estirando el labio como un \u201cclown\u201d de feria y a Paz, cosida ya a su viol\u00edn con un apego sangu\u00edneo a Bach, Beethoven, o Bob Dylan con tres a\u00f1os solo.<\/p>\n \u00a1Qu\u00e9 maravilla!<\/p>\n Toda vida importa. Todas: cosida a violines, guitarras o saxofones.<\/p>\n Y sal\u00eda la abuela \u00c1ngeles, fingiendo un reproche. Bromeaba, por supuesto. Y nos falta ya desde hace tanto tiempo.<\/p>\n Nosotros, Ester, que nos hemos vuelto adultos y ancianos de aquel tiempo, de los \u201c80 y 90\u201d, somos fruto de una isla, m\u00e1s que de la tierra firme<\/em>.<\/p>\n Y te cuento.<\/p>\n La pandilla de los de Coro<\/em>, de los Rodr\u00edguez de Coro, viv\u00edamos en Lavapi\u00e9s<\/em>.<\/p>\n En una de aquellas tardes sin luz y sin agua de posguerra, mi madre Nieves nos llev\u00f3 a su habitaci\u00f3n, donde ocupaba lugar de privilegio su ba\u00fal<\/em>, el ba\u00fal de Granada. Tambi\u00e9n tomaba parte la abuela, Mam\u00e1 Nona<\/em>. Ya hab\u00eda sucedido otras veces: cada cierto tiempo alg\u00fan percance se met\u00eda en nuestras vidas \u2013una tormenta feroz, el ruido de la poli de registros, la c\u00f3lera y las bravatas de la vecina del primero, que le daba al frasco\u2026<\/p>\n – Chicos, ba\u00fal, hoy ba\u00fal.<\/p>\n – \u00a1Ba\u00fal, ba\u00fal!<\/p>\n – A sentarse, en el suelo, sobre la alfombra\u2026 y ba\u00fal.<\/p>\n Mam\u00e1 baj\u00f3 la voz y casi sin abrir los labios nos dijo:<\/p>\n – Dejadme o\u00edr otra vez la palabra m\u00e1gica.<\/p>\n – \u00a1Abracadabra, pata de cabra!<\/p>\n – El ba\u00fal de Granada.<\/p>\n Nos miramos los cuatro, no a los ojos, sino un poco m\u00e1s arriba, a la ra\u00edz del cabello de Mam\u00e1 Nona<\/em>, donde la lisura de sus mechones de algarrobo resalta con fuerza y donde me habr\u00eda gustado besarla.<\/p>\n – \u201cAlejandro\u201d, dije con una voz que no era m\u00eda.<\/p>\n – Otra vez.<\/p>\n – \u201cAlejandro\u201d, dijo Roman\u00edn, mi hermano.<\/p>\n Mam\u00e1 cerr\u00f3 los ojos hasta fruncirlos. Luego los abri\u00f3 de par en par y dijo:<\/p>\n – Tratad de que no se oiga la jota, disolvedla en la boca como un caramelo, y nos dijo o\u00edr el sonido. A poco Mam\u00e1 Nona<\/em> se atraganta.<\/p>\n Repetid su nombre.<\/p>\n – As\u00ed, as\u00ed, \u00e9l se llam\u00f3 as\u00ed, como hab\u00e9is dicho alma.<\/p>\n – Alegandro<\/em>.<\/p>\n – Alegandro.<\/p>\n – No quiero saber c\u00f3mo lo hab\u00e9is sabido. No quiero contaros nada m\u00e1s. No dig\u00e1is este nombre delante de los otros. Para todos no naci\u00f3. S\u00f3lo para nosotros es Alejandro. \u00bfSer\u00e9is capaces de hacerlo?<\/p>\n – Alegandro, Alegandro.<\/p>\n Esta vez cerr\u00e9 yo los ojos, ya no mov\u00ed el punto de la frente de mi abuela, dije que s\u00ed a mam\u00e1 con esa extra\u00f1a voz grave, que me sale en los momentos solemnes, un tono profundo de tr\u00e1quea, un bajo de guitarra o as\u00ed de Paco de Luc\u00eda o de Jos\u00e9 de Lucas<\/em> de Guada.<\/p>\n Mi madre me bes\u00f3 la mejilla, mientras ten\u00eda los ojos a\u00fan cerrados.<\/p>\n – Te quiero, Alegandro.<\/p>\n – Lo s\u00e9 \u2013dije yo.<\/p>\n Y se apart\u00f3 un paso.<\/p>\n – Te quiero, Alegandro \u2013le dijo a Roman\u00edn, mi hermano.<\/p>\n – Lo s\u00e9 \u2013a\u00f1adi\u00f3 Roman\u00edn.<\/p>\n Y se apart\u00f3 un paso.<\/p>\n Cambi\u00f3 de tono diciendo:<\/p>\n – Aqu\u00ed ten\u00e9is la partida de bautismo<\/em> de Alegandro.<\/p>\n – Pero s\u00ed naci\u00f3 muerto\u2026<\/p>\n – Vivi\u00f3 muchos meses en mi seno, con sudores distintos, con sangres distintas, con cuerpos distintos.<\/p>\n – \u00bfO sea que la partida de bautismo acredita que vivi\u00f3?<\/p>\n – Y la de nacimiento tambi\u00e9n.<\/p>\n La voz de mi madre perdi\u00f3 el tono envolvente, seguro, para emitir un gorjeo infantil. Cantaba una canci\u00f3n suya que nosotros ya conoc\u00edamos, uniendo en coro nuestras voces en el logrado pasaje del estribillo.<\/p>\n Maldito sea, Ester. Cuando hablo de mi hermano \u201cAlegandro<\/em>\u201d me dejo arrastrar. No he conseguido fingir que no pas\u00f3 nada, me preocup\u00f3 siempre. Le preguntaba a mi madre que d\u00f3nde estaba. No quer\u00eda dec\u00edrmelo, me tomaba el pelo. Luego con una sonrisa admit\u00eda que no hab\u00eda entendido ni jota.<\/p>\n – Y s\u00ed naci\u00f3 y muri\u00f3, \u00bfd\u00f3nde est\u00e1 ahora?<\/p>\n – En el limbo de los justos \u2013a\u00f1ad\u00eda Roman\u00edn\u2013, dice \u201cDon Fila\u201d.<\/p>\n – Toda vida importa, hijos, toda.<\/p>\n – \u00bfToda? \u00bfTambi\u00e9n la de \u201cAlegandro\u201d?<\/p>\n – Le pusimos \u201cAlegrandro\u201d. Ten\u00eda en herencia el mismo nombre que mi padre, vuestro abuelo, un legado engorroso.<\/p>\n – \u00bfC\u00f3mo, mam\u00e1, engorroso?<\/p>\n – S\u00ed, deb\u00eda medir la distancia entre su rotundidad de hombre y mi inmadurez, cargada de miedos. No s\u00e9.<\/p>\n – \u00bfY por eso naci\u00f3 muerto?<\/p>\n – Sab\u00e9is, el abuelo debi\u00f3 de pensar que aquel nieto no iba a hacer honor a su nombre\u2026 y la vida de \u201cAlegandro\u201d se tom\u00f3 vacaciones el mismo d\u00eda de su nacimiento.<\/p>\n La jornada del ba\u00fal transcurr\u00eda lenta, la sent\u00edamos dispuesta a la charla y despu\u00e9s intent\u00e1bamos que mam\u00e1 nos contara algo de los tiempos de la guerra.<\/p>\n Ester<\/em>, buscar respuestas de los otros es como calzarse en el pie un zapato ajeno, que las respuestas uno debe d\u00e1rselas solo, a medida. Las de los dem\u00e1s son unos zapatos muy inc\u00f3modos. A mi madre Nieves no le parec\u00eda sana mi fijaci\u00f3n con mis hermanos \u201cno nacidos\u201d: Alegandro, Antonio, Agust\u00edn, Aquilino (as\u00ed, todos con cuatro d\u00f3ciles \u201cAes\u201d may\u00fasculas).<\/p>\n – Hijo \u2013me dijo un d\u00eda\u2013, te los habr\u00eda cedido de buena gana, te los habr\u00eda cambiado y en tu lugar no preguntar\u00eda m\u00e1s por ellos. Est\u00e1n en el cielo. Para m\u00ed fueron una tortura y una esperanza.<\/p>\n Pero toda vida importa.<\/p>\n Ester<\/em>, cuando t\u00fa empezaste como voluntaria en Red Madre<\/em>, conoc\u00edas bien lo que es un embarazo complicado.<\/p>\n – En teor\u00eda \u2013has dicho a Antonio Herraiz en La Tribuna<\/em>\u2013 ven\u00eda un ni\u00f1o que era inviable. Aunque los pron\u00f3sticos no pod\u00eda ser peores, la palabra aborto no ten\u00eda ning\u00fan hueco en mi cabeza\u2026<\/p>\n – (\u2026)<\/p>\n – Quer\u00eda ese hijo que era el segundo \u2013y hab\u00eda que intentarlo.<\/p>\n Rodrigo fue un gran prematuro que naci\u00f3 con muchos problemas. Hoy es un estudiante de primer curso de Medicina, juega al balonmano y, junto a su hermano Jos\u00e9 Luis, es lo mejor que me ha dado la vida.<\/p>\n Amiga Ester<\/em>, la tuya es una elegancia de sangre mezclada de Mart\u00ednez Herranz y Rom\u00e1n Jasaneda, que resplandece ya durante varias generaciones. Yo, a mi vez, tuve rastros del logrado cruce entre una granadina y un toledano. A fuerza de temperamento he subrayado m\u00e1s el de Coro<\/em>.<\/p>\n Mi madre muri\u00f3, se esnuc\u00f3 en Paseo de las Delicias<\/em>.<\/p>\n Jam\u00e1s tuvimos desde entonces \u201cd\u00edas de ba\u00fal\u201d de Granada.<\/p>\n Mi padre muri\u00f3, mi hermano nacido tambi\u00e9n.<\/p>\n Los cuatro \u201cnacidos muertos\u201d est\u00e1n en el cielo, dec\u00eda mam\u00e1. Nunca tuvo ninguna otra respuesta tan breve y tan natural. Yo ten\u00eda que preguntar y preguntar a quien ya no quer\u00eda responder y entre tanto la historia barr\u00eda del polvo junto con las cenizas de los otros hermanos \u201cnacidos muertos\u201d y crec\u00edan los bosques sobre las fosas comunes de la guerra y posguerra y toda la vida empujada hacia delante y escond\u00eda detr\u00e1s.<\/p>\n Me obstin\u00e9, Ester, me obstin\u00e9 como un asno sin raz\u00f3n por conocer la verdad de mis otros \u201ccuatro hermanos\u201d, porque los asnos se rebelan ante el exceso de carga y yo, en cambio, no ten\u00eda ninguna. Si no ten\u00eda raz\u00f3n, \u00bfqu\u00e9 otra cosa ten\u00eda para obstinarme? El amor, s\u00ed, pero tambi\u00e9n un gemido de pena alargado y una peque\u00f1a furia a\u00fan tibia, la espuma de mi crecimiento a lo largo de 81 a\u00f1os.<\/p>\n Abrazo Ester. Gracias por todo.<\/p>\n Paco<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Sra. D\u00f1a. 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