Amigo Javier, en nuestras clases de Historia, all\u00e1 por los a\u00f1os 90, aunque de pasada y de parada, al tratar \u201cLos Borgia\u201d hablamos hasta donde alcanzaba el tiempo de \u201cLos Medici\u201d.<\/p>\n
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El pueblo de Florencia miraba Santa Mar\u00eda del Fiore<\/em> con los ojos de par en par. Cardadores, comerciantes, carniceros, granjeros, hospederos y viajeros: todos parec\u00edan elevar una silenciosa plegaria para que el dise\u00f1o de Filippo Brunelleschi<\/em> se ejecutara de una vez. Aquella c\u00fapula, que tanto hab\u00eda esperado, por fin tomaba forma, y en el logro de tal empresa, parec\u00eda tener que ver aquel orfebre.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cosimo lo vio vagar como alma en pena entre las pilas de materiales y las columnas de ladrillos, con la mente absorta, casi ausente y, sin embargo, asaltada por quien sabe cuantos c\u00e1lculos. El rostro, iluminado por unos ojos claros que parec\u00edan gotas de alabastro, brillantes sobre la piel blanca y salpicada de todo tipo de colores y materiales.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Brunelleschi<\/em> era un genio o un loco. O tal vez las dos cosas. \u00a1Y los Medici hab\u00edan asumido ese genio y esa locura! Sobre todo Cosimo, Cosimo, el primero.<\/p>\n -\u00bfQu\u00e9 pens\u00e1is, Se\u00f1or Don Cosimo?<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La voz delgada y firme era la de Filippo<\/em>.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cosimo se dio la vuelta y se lo encontr\u00f3 de bruces \u2013a brucciapelo<\/em>– flaco como un fantasma, con los ojos saltones. Llevaba una t\u00fanica roja y nada m\u00e1s. La mirada l\u00edquida, mezcla de altaner\u00eda y hostilidad, certificaba un car\u00e1cter rebelde y violento que, de repente, se dulcificaba cuando se hallaba ante un esp\u00edritu grande.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Aunque Cosimo il Vecchio<\/em> no sab\u00eda si pertenec\u00eda o no a ese grupo, lo que estaba claro era que los Medici<\/em> hab\u00edan contribuido sin reservas al proyecto de Brunelleschi<\/em> para la ejecuci\u00f3n de la c\u00fapula de la Catedral.<\/p>\n -Magn\u00edfico, Filippo<\/em>, magn\u00edfico \u2013observa Cosimo-. No esperaba ver un avance similar.<\/p>\n -Se\u00f1or, estamos muy lejos de acabar; eso quiero dejarlo bien claro. Lo que m\u00e1s importa, se\u00f1or, es que se me deje trabajar. Tiempo, tiempo, necesito tiempo. A mi aire, a mi trabajo.<\/p>\n -Mientras est\u00e9n los Medici<\/em> entre los primeros mecenas de esta maravilla, no tienes nada que tener. Comenzamos juntos, y juntos terminaremos.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Brunelleschi<\/em> hizo un gesto afirmativo con la cabeza.<\/p>\n -Intentar\u00e9, Monse\u00f1or, completar la c\u00fapula seg\u00fan los c\u00e1nones cl\u00e1sicos, tal y como estaba proyectado.<\/p>\n -De eso no tengo la menos duda, amigo m\u00edo.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Despu\u00e9s, tal y como hab\u00eda aparecido, Brunelleschi, despu\u00e9s de una reverencia, desapareci\u00f3 ante las vigas de madera y las estructuras de la c\u00fapula interna, engullido por aquella obra colosal y rebosante de vida.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Sobre los p\u00e9talos de la nueva vida \u2013el Renacimiento<\/em>– se quebraba la Historia del mundo. Hace, pues, seiscientos a\u00f1os, en el primer tercio del Quattrocento<\/em>, floreci\u00f3 en Toscana un movimiento est\u00e9tico que iba a cambiar por completo la esencia del arte europeo. No se trataba de un nuevo estilo, ni de una moda m\u00e1s, ni de una corriente m\u00e1s, sino de una nueva mirada, una nueva idea y un nuevo concepto distintos del papel del hombre en el universo. Es el momento. Es el hombre un arpa sorprendida. Ni le mata la vida, ni le mata la muerte, ni le mata el amor. Es el v\u00e9rtigo de la creaci\u00f3n sin fin. Es el sagrario divinal de un cielo humano.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bajo el mecenazgo de Cosme de Medici, Cosimo il Vecchio<\/em>, un grupo de pintores, escultores y arquitectos ponen en Florencia las bases del mundo moderno. Se deshojan las risas y desgranan las l\u00e1grimas. Brunelleschi<\/em> se dispersa en la c\u00fapula de Santa Mar\u00eda del Fiore<\/em> en mil direcciones: hacia los alba\u00f1iles, hacia los herreros y hasta los carreteros, mientras con la mano izquierda estruja y estruja una hoja de pergamino en la que ha dibujado uno de los bocetos y en la derecha, un cincel. Qui\u00e9n sabe qu\u00e9 pretende hacer con \u00e9l.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es Brunelleschi<\/em> tambi\u00e9n un arpa sorprendida. Se muere de vivir, de so\u00f1ar y de crear. \u00bfHura\u00f1o, taciturno, altanero, engre\u00eddo? Morir\u00e1 como los grandes, atrapado por el chisme, que es el destino at\u00e1vico de resentidos y envidiosos.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuatro siglos despu\u00e9s Stendhal se marear\u00e1 de puro v\u00e9rtigo en la c\u00fapula, mientras Ghiberti labra los bronces prodigiosos de la puerta del Baptisterio<\/em> durante 50 a\u00f1os (ah\u00ed es nada y tal y qu\u00e9 s\u00e9 yo) y llega de un convento de Fioesole, pausado y pautado, \u201cdulce y m\u00ednimo\u201d, atrapando melod\u00edas y colores, un dominico sin igual, llamado Guido de Pietro<\/em>, al que la Historia dar\u00e1 el nombre de FRA ANGELICO. Y con ellos y con \u00e9l Masolino, Masaccio o Donatello, las perspectivas teol\u00f3gicas del g\u00f3tico empiezan a girar hacia una nueva antropolog\u00eda \u2013antropoc\u00e9ntrica- que anuncia la explosi\u00f3n transformadora del Renacimiento.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es Fra Angelico<\/em> tambi\u00e9n arpa sorprendida. Se muere de vivir, de so\u00f1ar, de crear y de orar.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando le preguntaron en Florencia de donde ven\u00eda, dicen que dijo: De donde se nace y se desnace<\/em>. El primer d\u00eda, en la penumbra del Palacio de la Se\u00f1or\u00eda oy\u00f3 hablar de \u00c9tica<\/em>, de Plotino, y de la universalidad de una religi\u00f3n de la luz. \u00c9l, por discreci\u00f3n, ni lo dijo, ni lo dej\u00f3 escrito, pero fue \u00e9l, Fra Angelico, quien hilvanaba las conversaciones de los florentinos, sin saberlo, con el hilo de Garc\u00eda Lorca: Voy buscando una muerte de luz que me consuma<\/em>.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero ese d\u00eda algo, acaso \u201cil fato<\/em>\/el destino\u201d estall\u00f3 dentro de \u00e9l. Florencia viv\u00eda en un sagrado desorden y Fra Angelico<\/em> no era una isla perdida ni un delf\u00edn solitario. Era, fue, es una viga de oro en esa arquitectura del desorden renacentista. \u201cHoy un escalpelo sin piedad lastima la vena azul<\/em> de la verdad desnuda\u201d, bien pod\u00eda haber escrito el dominico con Delmira Agostini aspirando siempre a la transcendencia. Y sus cuadros, que se han quedado estos d\u00edas en El Prado<\/em> temporalmente, protagonizan una de las exposiciones centrales del bicentenario (1819-2019)<\/em>. El espectador sale de la muestra refulgente literalmente absorto, enajenado por la sensibilidad espiritual, la composici\u00f3n detallista y el refinamiento crom\u00e1tico, sin las ara\u00f1as de nieve de las manos del fraile universal.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfLa clave?<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La clave, amigo Javier, es el color. Sobre todo el azul neto<\/em> como fondo \u2013poderoso, omnipresente, invasivo- sin duda simb\u00f3lico, de pureza expresada en mil matices. El azul punteado<\/em>, tenso y \u00e1vido de estrellas, de \u00e1ngeles, de V\u00edrgenes. El azul oscuro<\/em> del desierto, donde se escucha el gemido de las arenas sopladas por el viento y donde bebieron todo el bronco sabor de la existencia los primitivos eremitas cristianos. El azul a\u00f1il<\/em> de la Virgen de la Granada \u2013denso, compacto, contundente- como si su manto se tratara de una fortaleza. Azul \u201cMedici<\/em>\u201d \u2013\u201cvena azul<\/em>\u201d- tambi\u00e9n arpa sorprendida: azul ultramar, azul cobalto, azul zafiro, azul lapisl\u00e1zuli, azul subido, azul turquesa, azul \u00edndigo. Azules todos, estos y otros, que impregnan la retina del espectador de la placidez serena del fraile santo, hasta hacernos salir de las salas con la plenitud de levitar en un ingr\u00e1vido nirvana.<\/p>\n -Magn\u00edfico, Fra Guido, magn\u00edfico \u2013observa Cosimo.<\/p>\n -Monse\u00f1or, necesito tiempo, tiempo. A m\u00ed aire, a mi oraci\u00f3n, a mi trabajo.<\/p>\n -Comenzamos juntos y juntos terminaremos.<\/p>\n -Lo que cuenta, Monse\u00f1or Cosimo, es la intensidad de las emociones, la escenificaci\u00f3n y, por encima de todo, el color.<\/p>\n -Y las pinceladas de azul diamante<\/em> que lo envuelven todo.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Sobre los p\u00e9talos de la nueva vida \u2013el Renacimiento<\/em>– se quebraba la Historia del mundo. La derrochadora belleza de los azules<\/em> de Fra Angelico<\/em> renuevan con salto visionario la inspiraci\u00f3n narrativa del lenguaje del cuerpo, la funci\u00f3n de la luz o la noci\u00f3n de los espacios.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Azul, \u00abla vena azul\u00bb.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El azul diamante<\/em> que lo envuelve todo.<\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y con Lorca seguimos buscando una muerte de luz que nos consume.<\/p>\n <\/p>\n Amigo Javier, en nuestras clases de Historia, all\u00e1 por los a\u00f1os 90, aunque de pasada y de parada, al tratar \u201cLos Borgia\u201d hablamos hasta donde alcanzaba el tiempo de \u201cLos Medici\u201d. \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El pueblo de Florencia miraba Santa Mar\u00eda del Fiore con los ojos de par en par. 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Steano Martoglio, uno de los mejores visitadores que ha tenido la Espa\u00f1a salesiana. Y D. Francisco ha conocido a muchos. Laus Deo!<\/em><\/h6>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"