{"id":96353,"date":"2023-04-05T09:37:24","date_gmt":"2023-04-05T07:37:24","guid":{"rendered":"https:\/\/salesianos.info\/?p=96353"},"modified":"2023-04-05T09:37:24","modified_gmt":"2023-04-05T07:37:24","slug":"la-mano-de-dios-esta-en-moncloa","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/salesianos.info\/blog\/la-mano-de-dios-esta-en-moncloa\/","title":{"rendered":"\u00bfLA MANO DE DIOS EST\u00c1 EN MONCLOA?"},"content":{"rendered":"
Manos fuertes.<\/p>\n
Manos acogedoras.<\/p>\n
Manos reclamadas.<\/p>\n
Manos prontas y sol\u00edcitas.<\/p>\n
Manos preparadas y reconstituyentes.<\/p>\n
Manos sanadoras y cicatrizantes.<\/p>\n
Manos acariciadoras y benditas.<\/p>\n
Manos bals\u00e1micas y quir\u00fargicas.<\/p>\n
Las manos de Dios. La mano de Dios.<\/p>\n
Amigo Javier, el chileno Miguel Rojas Mix escribi\u00f3 un ir\u00f3nico y estremecedor relato sobre \u201cla mano de Dios\u201d. La \u201cindefensa\u201d mano de Dios, manejada a placer por cuantos tratan de erigirse en representantes suyos para aplastar a los dem\u00e1s. La mano de Dios por la que se sienten guiados todos los dictadores, los d\u00e9spotas, los peque\u00f1os y absolutos mes\u00edas, los dirigistas<\/em> \u2013que no los dirigentes\u2013 de cualquier tipo: religiosos, pol\u00edticos, econ\u00f3micos, sociales. \u201cNo cre\u00e1is, escribe Rojas Mix, que la mano de Dios tiene ning\u00fan signo particular\u2026 Es exactamente igual que la mano que la utiliza\u2026\u201d.<\/p>\n Las manos de Dios. La mano de Dios.<\/p>\n La mano de Dios parece guiar, dictar, se\u00f1alar, conducir, marcar todos los caminos caprichosos, sutilmente providenciales, que ciertos salvadores de la humanidad se empe\u00f1an en querer. La mano de Dios es tan inocente y obediente, que se acopla como un guante a la inmensa mano del mandato humano.<\/p>\n Amigo Javier, as\u00ed, por la ma\u00f1ana del Domingo de Ramos<\/em> de 2023 \u2013y despu\u00e9s de finalizar la liturgia del desayuno\u2013 me siento en mi escritorio y acepto tomar nota de lo que me va sucediendo. Lo hago, por lo general, con cierto retraso, claro \u2013me refiero a tomar nota de los hechos de la vida, y en particular de los que suponen cierto desorden, cierta sorpresa, cierta confusi\u00f3n\u2013, pero no quisiera yo que esto se interpretara como una forma m\u00e1s de entorpecida ineficiencia. Es, en realidad, una lucida cautela de consejo m\u00e9dico.<\/p>\n Como todo el mundo sabe el 31 de julio de 2006 me pegan tres infartos de miocardio m\u00faltiples. Me siento morir en plena calle. Yo no hab\u00eda nacido con eso que a m\u00ed me gusta definir como \u201cuna inexactitud del coraz\u00f3n\u201d, expresi\u00f3n que no debe ser situada en un contexto sentimental, no. Pero que fue adquiriendo a lo largo del tiempo un coraz\u00f3n de cristal. No ten\u00eda cura, salvo una aproximaci\u00f3n prudente, y ralentizada al mundo.<\/p>\n Seg\u00fan los manuales, un sobresalto inesperado, un despojo impaciente, un desasosiego sin preparaci\u00f3n \u2013tantos\u2013 me llevar\u00edan por delante en el mismo instante. De todas formas, fui sabiendo por experiencia que no hab\u00eda que tomarlo todo tan al pie de la letra. Comprend\u00ed que estaba de prestado en la vida, y de ello deriv\u00f3 un h\u00e1bito de cautela, una inclinaci\u00f3n forzada hacia el orden y una inacabable querencia hacia el desorden m\u00e1s creativo, consciente de habitar el destino personal del artista. A esto hay que remitir un car\u00e1cter natural cordial, inflamable por segundos y en ocasional fiereza y vanidad. \u201cDon Presumido\u201d, me llamaba mi madre Nieves.<\/p>\n Deseo a\u00f1adir que no le ten\u00eda miedo a la muerte: ten\u00eda con ella el grado suficiente de confianza, si no de intimidad, como para saber con certeza que la sentir\u00eda llegar a tiempo para hacer buen uso de ella.<\/p>\n Y lleg\u00f3 a las siete de la tarde del 31 de julio de 2006.<\/p>\n Acabo de subir la Cuesta de Moyano<\/em> y en la confluencia con Alfonso XII me siento raro, distinto, vencido. Paro un taxi.<\/p>\n – Por favor, se\u00f1or. Ll\u00e9veme a Cl\u00ednica Moncloa<\/em>. Me muero\u2026<\/p>\n – Suba, suba\u2026 \u00bfPor d\u00f3nde vamos?<\/p>\n – Por el Manzanares, aunque est\u00e1 en obras.<\/p>\n – Ag\u00e1rrese. Hay que sobrepasar puentes postizos de madera.<\/p>\n – Tenga\u2026 20 euros. No llevo m\u00e1s.<\/p>\n – Basta y sobra.<\/p>\n Casi chirridos, casi gritos, casi volantazos. Manos preparadas y saludables<\/em>.<\/p>\n En menos de diez minutos entramos en Moncloa.<\/p>\n – Le acompa\u00f1o a Urgencias.<\/p>\n – Abrazo se\u00f1or\u2026<\/p>\n El y la enfermera hablan en voz baja, como si fueran viejos amigos, o tal vez por el repentino deseo de serlo.<\/p>\n – \u00bfSe llama?<\/p>\n – Francisco Rod\u2026<\/p>\n – Las sublinguales, Francisco.<\/p>\n Y manos salvadoras y reconstituyentes esparcen un aroma de perfume vivo. \u00bfDe d\u00f3nde viene ese sonido pesado de la calima bajo un cielo de plomo, mientras las palomas del Manzanares picotean el espesor del agua?<\/p>\n Escasa por cierto.<\/p>\n – \u00a1An\u00e1lisis, Francisco!<\/p>\n Se inicia una mara\u00f1a de pinchazos, de frases entrecortadas, de ojos con larga prosa secreta que, al final, ser\u00e1n parte de todo aquello que me resultaba m\u00e1s excitante.<\/p>\n – Francisco ingresa ya mismo. Le damos de alta.<\/p>\n Los pacientes se quedan en silencio a mi entrada.<\/p>\n Se me hace extra\u00f1o verlos: una pareja de ancianos \u2013ochenta y tantos con infecciones de orina\u2013, un se\u00f1or de mediana edad con c\u00e1ncer terminal y su mujer que le atiende sentada en la cama. De Molina de Arag\u00f3n, \u00a1vaya!<\/p>\n Casi brillos, casi quejas, casi el\u00e9ctricos rel\u00e1mpagos. Los enfermos en Urgencias<\/em> son piedra y arena, son agua y sal. Las manos de las enfermeras son acogedoras<\/em> y reclamadas<\/em>.<\/p>\n Pienso y repienso. Lleg\u00f3 el momento. No s\u00e9.<\/p>\n De madrugada llega la doctora Vaquero. Al rato la doctora Torrej\u00f3n.<\/p>\n – \u00bfEs usted Francisco?<\/p>\n – S\u00ed.<\/p>\n – Est\u00e1 usted controlado. Hoy pasa a planta. En espera del doctor Mesa y Razzo.<\/p>\n Mi condici\u00f3n de infartado me deja en una situaci\u00f3n aparentemente segura, pero tambi\u00e9n hace aflorar lo que durante a\u00f1os hab\u00eda logrado retener, la evidente realidad, de algo ya irreparable: el astillamiento del m\u00fasculo cardiaco.<\/p>\n – Francisco, sin rodeos, hay que operar a vida o muerte.<\/p>\n \u00bfHe o\u00eddo bien? S\u00ed el Ser existe en un siendo, imagina amigo Javier.<\/p>\n El 3 de agosto las manos del doctor Mesa, Kuiperdal, Razzo, Chao<\/em>, Segura, Vaquero, Trescasas, G\u00f3mez-Tello, Ruiz Grande caen sobre mi coraz\u00f3n como cae sobre Madrid la calima gris. Tiemblo bajo la luz vegetal de los quir\u00f3fanos.<\/p>\n Manos bals\u00e1micas<\/em> y quir\u00fargicas<\/em>. O sea.<\/p>\n Cien veces en que las manos de m\u00e9dicos de Moncloa \u201cest\u00e1n en danza\u201d.<\/p>\n Casi gritos, casi suspiros, casi imprudencias. El paciente del \u201cbox 9\u201d parece muerto. A las ocho de la ma\u00f1ana hay cambio de enfermeras. Oigo con nitidez:<\/p>\n – \u00bfOye, Conchi, \u201cel 9\u201d vive todav\u00eda?<\/p>\n El \u201cpaciente 9\u201d, que soy yo, acepta su morir, porque se muere un poco cada d\u00eda. Pero aqu\u00ed estoy, vivito y coleando, cerca de 17 a\u00f1os despu\u00e9s. Manos sanadoras<\/em> y cicatrizantes<\/em> y \u201cbocas imprudentes\u201d. \u201cQue los muertos que vos mat\u00e1is, gozan de buena salud\u201d, Zorrilla.<\/p>\n Amigo Javier, siempre tuve propensi\u00f3n a creer que la infelicidad y la maledicencia \u2013hermanas gemelas\u2013 son una p\u00e9rdida de tiempo, y, por consiguiente, una forma de lujo que nadie puede permitirse, a menos que sea de profesi\u00f3n alcahueta o idiota.<\/p>\n El resplandor de sangres, comentarios, talento, valent\u00eda, errores afortunados y profundos, coherente e indefectible sentido de la econom\u00eda de Cl\u00ednica Moncloa<\/em>, se enmarca dentro de mi segunda vida. Manos sanadoras<\/em> y bendecidoras<\/em>.<\/p>\n Pero \u201cla mano de Dios\u201d s\u00f3lo existi\u00f3 una vez. Una vez s\u00f3lo.<\/p>\n Cuando Dios se hizo Jesucristo, por primera y \u00fanica vez, Dios tuvo manos. S\u00f3lo entonces. Y leg\u00f3 despu\u00e9s su esp\u00edritu; pero nunca la mano fue legada a nadie, absolutamente a nadie. Fue clavada y muerta<\/em>. Resucito m\u00e1s tarde. Retorn\u00f3 con Jes\u00fas entero a los cielos del Amor. Y ya est\u00e1. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es acudir al Evangelio en el que han quedado retratadas minuciosamente las manos de Dios. Porque eran dos: la derecha y la izquierda. Las de Jes\u00fas, nuestro Se\u00f1or. Y a ver c\u00f3mo utiliz\u00f3 Jes\u00fas sus manos.<\/p>\n Pues bien, de las veinte veces<\/em> \u2013ve-in-te\u2013 veces que los cuatro evangelios citan directamente las manos de Jes\u00fas, siete de ellas es para contar c\u00f3mo curaba<\/em> a los enfermos; otras cuatro veces es el mismo Jes\u00fas quien se refiere a sus manos para convencer a los disc\u00edpulos de que ha resucitado; otras tres veces es la gente quien le pide que utilice sus manos para curar; otras dos veces las emplea para bendecir y acariciar a los ni\u00f1os, y una vez se habla de las manos de Jes\u00fas, en cada una de las siguientes ocasiones: se\u00f1alar a sus disc\u00edpulos (\u201cestos son mi madre y mis hermanos\u2026), salvar a Pedro del naufragio, pedirle que las imponga sobre los ni\u00f1os para bendecir a los disc\u00edpulos.<\/p>\n Veinte veces en que las manos de Jes\u00fas \u201cest\u00e1n en danza\u201d.<\/p>\n Las \u00fanicas veces en que podemos decir, de verdad, que funcionaron las manos de Jes\u00fas, la mano de Dios, con todas sus consecuencias. Manos curativas, manos acariciadoras, manos se\u00f1aladoras, manos bendecidoras y quir\u00fargicas. Manos reclamadas y cicatrizantes.<\/p>\n \u00c9sta y solo \u00e9sta es \u201cla mano de Dios\u201d: las manos de Jes\u00fas de Nazaret.<\/p>\n Reo sea de lesa humanidad quien empleare, como guante, la mano de Dios.<\/p>\n Pero si la mano de Dios \u201cno tiene ning\u00fan signo particular\u2026 Es exactamente igual que la mano que la utiliza\u201d y \u201ces tan obediente e inocente, que se acopla como un guante a la inmensa mano del mandato humano\u201d, de la necesidad humana\u2026 las manos de m\u00e9dicos y enfermeras de Cl\u00ednica Moncloa<\/em> son tambi\u00e9n \u201cla mano de Dios\u201d.<\/p>\n Cientos de miles de veces \u201cla mano de Dios\u201d est\u00e1 en danza y no s\u00f3lo en Moncloa.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Manos fuertes. Manos acogedoras. Manos reclamadas. Manos prontas y sol\u00edcitas. Manos preparadas y reconstituyentes. Manos sanadoras y cicatrizantes. Manos acariciadoras y benditas. Manos bals\u00e1micas y quir\u00fargicas. Las manos de Dios. La mano de Dios. Amigo Javier, el chileno Miguel Rojas Mix escribi\u00f3 un ir\u00f3nico y estremecedor relato sobre \u201cla mano de Dios\u201d. 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