En la actualidad, estadísticamente, no es habitual celebrar 25 años de matrimonio. Las parejas que llegan a celebrarlo te cuentan diferentes formas de vivirlo. Es un ejercicio de creatividad, de dejarse sorprender, de saber que, en ocasiones, ir hacia atrás también es avanzar.
Preparando la invitación para celebrarlo se nos ocurrió resumirlo en la siguiente expresión: 25 años cruzando miradas para caminar, en familia, en la misma dirección.
Para esto, en nuestro caso, ha sido muy importante la comunicación. La de hablar y la de callar. O como se dice ahora: la verbal y la corporal. No podemos olvidarnos de ninguna de las dos. Y ha sido fundamental caminar en la misma dirección. No nos lo hemos inventado nosotros, lo hemos vivido con nuestros padres y fue un potente consejo de quienes, con más experiencia, nos acompañaron aquel 4 de julio de 1998: “Casarse no es cerrar el círculo en vuestras miradas, es abrirlas para el mundo. Sois vosotros los responsables de hacer importantes a quienes van a aparecer en ese camino que habéis comenzado”.
Aquí quiero pararme un poco: “Hacer importantes a otros” (que pueden ser los hijos, los padres que nos necesitan, los amigos con los que compartimos). Sí, importantes, pero no los más importantes. Cuando fui madre me decían: “Verás como ella es lo mejor que te ha pasado”. Y yo siempre contesto: “No. Lo mejor que me ha pasado es haberme cruzado con él”. Haber cruzado mi mirada con la suya, para caminar juntos (también con ella) y por ella, y por ellos.
Algunos “tips”
En estos años nos ha ayudado la confianza mutua; aclarar malentendidos, incluso discutiendo; saber que el otro tiene puntos de vista diferentes, respetarlos, intentar entenderlos y, quizá (pero no siempre) llegar a compartirlos.
Además, hay un elemento que ni él ni yo controlamos. Llámalo suerte; o puedes decir que en nuestra unión se alinearon los astros. Nosotros estamos convencidos de que Dios nos acompaña en este camino. Eso es el amor, creo…
Todo muy profundo, ¿sí? Por eso quiero cerrar con algo práctico: nunca os vayáis a dormir con el enfado puesto. Desnudaos antes de dormir, deshacerlo, para poder dar gracias por cada momento vivido y comenzar el nuevo día como lo que es: una experiencia por vivir. ¡A por otros 25 años aquí y toda la vida en la eternidad!
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