En los últimos 30 años ha cambiado mucho el panorama político de nuestro país, y la opinión al respecto de los jóvenes de 15 a 24 años, también. En la actualidad se detecta un mayor interés por parte de la juventud en este asunto, aunque todavía un 43% suscribe que «no tiene nada que ver conmigo, ni me afecta», según apunta el informe «Jóvenes españoles entre dos siglos (1985-2017)», presentado ayer en Madrid por la Fundación SM.
Sin embargo, el creciente atractivo por la política «contrasta con su falta de acción –puntualiza el sociólogo Juan María González-Anleo, y también autor de este estudio realizado en colaboración con el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica–, en parte motivado porque el 77% cree que los políticos no tienen en cuenta las ideas e inquietudes de los jóvenes. Consideran que buscan antes sus propios intereses, los de su partido, los de las multinacionales, bancos o grandes grupos de presión por encima del bien de los ciudadanos».
Lo que resulta muy llamativo para este sociólogo es que en las últimas tres décadas ha aumentado la cifra de jóvenes con una posición ideológica extrema, de forma que ya son uno de cada cinco los que se confiesan radicales de izquierda o de derecha. «Pese a que aún no puede hablarse de brecha generacional –explica– y que los chicos continúan posicionándose en el centro del espectro político, se ha incrementado el éxodo hacia posturas radicales, pasando del 10% de 1989, al 15,1% actual en el caso de la extrema izquierda. El aumento ha sido más moderado en el de la extrema derecha, que se sitúa en el 2,8% frente al 2,2% de hace 30 años».
En cuanto a la valoración que realizan sobre las instituciones, solo las organizaciones de voluntariado consiguen generar mucha confianza para el 23% de los jóvenes. Le sigue la Policía (19%), las Fuerzas Armadas (17%), el sistema de enseñanza (15%), las grandes empresas y multinacionales (8%). Sin embargo, pierden considerablemente puntos en esta escala de valores las cortes del Estado, la prensa, la monarquía, el parlamento de su comunidad autónoma y los sindicatos.
La salud, lo primero
Por el contrario, el valor al que conceden mayor importancia en su vida es la salud (en el 84% de los casos). Eso sí, le sigue muy de cerca la familia (80,6%) y a una distancia considerable, (de más de 20 puntos porcentuales) los amigos y el trabajo. Según José Antonio López-Ruiz, sociólogo y coautor de este informe, el hecho de que la familia ocupe un lugar tan relevante es porque para los encuestados se ha convertido en «un gran referente para entender el mundo y encontrar un lugar en él».
Actualmente, la institución familiar es para el 62% de los jóvenes el lugar donde se dicen las cosas más importantes en cuanto a ideas e interpretaciones del mundo, citándola por encima de los amigos, centros educativos, libros o medios de comunicación.
La reciente crisis económica –matiza– ha ayudado a que la institución familiar cobre mayor protagonismo, «puesto que la juventud ha sido testigo de cómo ésta ha dañado a los hogares, y las familias han sabido reaccionar para salir airosa de situaciones muy complicadas. Por este motivo –apunta–, más que sentir directamente la crisis, han vivido resguardados de la misma por la familia, por el superministerio de bienestar dentro de una sociedad que relega en ella esta función, en lugar de ser asumida como algo prioritario por el Estado y las instituciones».
Valoran también otras cualidades que reciben de sus padres: buenos modales, tolerancia y respeto con los demás, sentido de la responsabilidad, honestidad, características todas ellas valoradas también por los jóvenes en 1984, aunque la más citada entonces fue el sentido de la responsabilidad.
Principales discusiones
A pesar de esta valoración tan positiva de la familia, los jóvenes encuestados (un total de 1.250) reconocen que discuten ligeramente más con sus padres que los de hace unos años. «La mitad lo hace con cierta frecuencia por cuestiones relativas a la falta de colaboración en las labores domésticas; algo más del 40% por asuntos referentes a los estudios, y un 39% mantiene conflictos por dinero», explica José Antonio López-Ruiz.
Un dato llamativo que señala el informe es que el trabajo y los estudios de los sondeados no llegan a alcanzar la importancia que podría parecer esencial para la vida futura. Siguen sin ser percibidos como verdaderas alternativas de emancipación. «Ya en el año 2005, y con anterioridad, no se tenían en cuenta como una salida realista, y ahora influye la falta de alternativas profesionales, no solo reales, sino también plenas y con un auténtico valor integral para los jóvenes. Sigue pesando –se insiste en el informe– la idea del Dorado de la construcción y de la hostelería, una de las razones más importantes de las estratosféricas tasas de abandono escolar españolas».
En cuanto a sus perspectivas de futuro para crear una familia, cerca de la tercera parte de los entrevistados se casaría, pero conviviendo antes con su pareja (32%); uno de cada cinco jóvenes afirma que vivirá en pareja sin casarse (20%), mientras que casi un 30% no sabe aún lo que hará. Con respecto al deseo de vivir en pareja sin casarse, se mantiene similar al observado en 2010, en torno al 20% en ambos casos.
Casi en la misma medida, aumenta la cantidad de jóvenes indecisos, que no saben lo que harán y dudan si casarse o no, algo que señalaban el 17% de los encuestados en el año 2005 y alcanza en la actualidad un 29%. «Sin duda –apuntaba José Antonio López-Ruiz–, la crisis económica desempeña un papel determinante para explicar este dato, dado el alto índice de desempleo juvenil y las enormes dificultades con las que se encuentran para la emancipación, que queda retrasada en la mayoría de los casos, hasta pasados los 25 años».
El capítulo religioso sigue ocupando uno de los últimos lugares en la escala de valores de la juventud española, a pesar de que un 40% se define como católico. En comparación con 2010, desciende el número de encuestados que señalan estar de acuerdo con la frase: «soy miembro de la Iglesia católica y pienso continuar siéndolo». Se ha incrementado, incluso, el porcentaje de los que opinan que «incluso sin la Iglesia puedo creer en Dios».
Principales rasgos
Desde la perspectiva histórica que la Fundación SM ha realizado en los diferentes estudios sobre la juventud a lo largo de los últimos 30 años, el último informe que se acaba de presentar destaca tres rasgos predominantes que la definen en la actualidad: es consumista, rebelde e independiente. Además está demasiado preocupada por la imagen que proyecta y es algo egoísta.
Para José Antonio López-Ruiz, los jóvenes no son tan diferentes a sus padres, nacidos en la década de los 80. «Los de entonces tuvieron más distancia con sus progenitores, mientras que los jóvenes de ahora se sienten más cercanos y con mayor libertad. Esa sensación la tienen porque pasan más tiempo solos por la falta de conciliación laboral y familiar y porque sus padres se preocupan de darles esas “alas” que ellos no tuvieron en su juventud».
Fuentes de influencia
Juan María González-Anleo destaca que aunque el informe indica que asuntos como el terrorismo, la violencia de género, causar destrozos en la calle o aceptar un soborno no están justificados, «los jóvenes tienen falta de referentes morales en la sociedad. El problema –concluye este experto– es que los padres, por estar muy ocupados, pasan esta “patata caliente” a los educadores y estos a los medios de comunicación. Al final, sus verdaderas fuentes de influencia son los youtubers, que desgraciadamente, no son un buen referente moral».
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